El cuerpo de la chica se puso rígido ante la presencia del médico, pero aun así se acercó a él y recibió ese abrazo lleno de cariño que siempre le daba desde que se conocieron y que le dio después de bajarse del auto.—¿A qué viniste? Además de hablarme de algo de lo que seguramente estoy al tanto. Y con lo mismo te digo que ya me enteré de tu apuesta con Nero y créeme que ese es el menor de mis problemas, ni sé si me molesta ahora y…—No vine para eso —soltó Henry sin darle tiempo a continuar.Se sentía fastidiado con su intento de saber de más en lugar de escuchar.—Entonces, ¿por qué viniste?—Quería saber si Nero ha estado aquí. Tengo unos días que no lo veo y estoy preocupado, no responde a mis llamadas ni mensajes, tampoco a Fernan y eso ya es algo muy raro teniendo en cuenta que son excesivamente cercanos.Nunca en su vida había tenido que preguntarle algo tan íntimo a alguien a quien apenas conocía desde hacía poco tiempo, por muy buena persona que fuera, por lo que hacerlo le
No quiero saber nadaEl crujido de la puerta del departamento le trajo recuerdos a Luz cuando quería entrar a hacer lo que planeaba hacer por Nero.Luz entró a ese apartamento con nostalgia, recordando el día que estuvo allí junto a Nero. El día que le devolvió la libertad y le demostró que la amaba lo suficiente como para crear un mundo diferente para ella en ese espacio que significaba su infierno.Sonrió ante la repentina imagen de su sonrisa y la escena que sus recuerdos le mostraban. Era como volver a vivir ese día mientras lo veía todo desde el sofá.Juntó las manos con los antebrazos sobre las rodillas y respiró con dificultad.me perdí? La respuesta se la dio cuando las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y empezó a sentir ese vicio en su pecho que lo hacía mudo de dolor."Joder... joder... con ese idiota... ¿cuándo... diablos te metiste en mi corazón?"Despertó sus pensamientos sobre esos sentimientos que le provocaba Nero y que eran como mariposas en su estómago
El médico se sentía aterrado. Quería huir de allí lo más pronto que pudiera y olvidar aquello ojos rojos que lo estaban observando ahora con atención. "Carajo, ¿dónde demonios se metió mi amigo?" —susurro para si mismo tratando de mantener la calma. El corazón le saltaba en el pecho y los nervios se lo comían vivo. Solo podia pensar en miles de preguntas y ninguna tenía que ver con lo que fuera que estuviera frente a él. —¡Hay, por favor, ya cálmate! —soltó el hombre rodando los ojos—. No voy a comerte o algo así. —Estoy tranquilo. ¿Acaso no lo notas? Una risa inundó sus oídos y el golpe de su mano en el escritorio lo hizo soltar un grito de susto. —Puedo oír los latidos de tu corazón, Henry. Algo que es sencillo de percibir, al igual que tú miedo por mi —explicó con paciencia—. No voy a comerte o algo así. ¡cálmate! Henry achicó los ojos y se acercó un poco hasta él con cierto temor. Jamás en su vida había visto a alguien con ojos rojos, pero allí estaba, su amigo desde hace m
Al final de la tarde todo estaba más que listo y preparado.“Hablar con honestidad, pero no pasarse de sinceros”Luz se lo repetía cada segundo que transcurría mientras arreglaba el resto del departamento con mucho cuidado y terminaba de pulir la mesa. Había cocinado todo a la perfección, servido los platos y dejado las velas en su sitio para encenderlas cuando fuera el momento adecuado.Cuando ya no hubo más nada que preparar, se sentó en el sofá y miro todo con nostalgia.Si ella se lo pedía, ¿realmente vendría?Aquella pregunta la atormentaba desde hace algunos días atrás cuando todo aquello exploto. No quería hablar con él, sin embargo debía de hacerlo, por más tonto que fuera se trataba de confianza y ella la había roto.Y mientras ella se hacía miles de preguntas, Ofelia se dirigía con toda la disposición a la empresa de Nero.La puerta sonó dos veces, pero antes de que lo hiciera, Nero ya sabía de quien se trataba. Ese olor tan característico y familiar solo podía ser de una so
El cuerpo de Nero se puso rígido al sentir ese olor reconocido por él, su visión se volteó en varias direcciones, pero aun así no detectó ningún cuerpo, no hasta que escuchó claramente las continuas pisadas que desaparecían cuando ese cuerpo finalmente saltó sobre él.Luz colgaba de su cuello y no tenía intención de soltarse. Nero la levantó en el aire totalmente distraído, había algo más, algo que estaba soltando el aire que no lo dejaba concentrarse en la ira que sentía en aquel momento al ver a la mujer que no deseaba tener en frente; de pronto, sus fosas nasales se abrieron instintivamente, dejando al descubierto un olor que hacía mucho tiempo que no percibía... el olor de su hogar.—Nero... —susurró esa tierna y melodiosa voz que le hizo perder la atención a ese olor conocido—. ¿Estás bien? Estás empezando a palidecer... si no me quieres aquí, podemos discutirlo...Él se mantuvo en silencio durante un largo segundo y después agito un poco su cabeza con suavidad en señal de respue
De un solo movimiento, Nero dejó a Luz detrás de su cuerpo, quien no entendía lo que estaba pasando. El hombre frente a ellos podía escuchar los latidos de su corazón y oler el miedo que brotaba de sus poros al verlo con esos ojos rojos iguales a los de Nero, pero llenos de odio y rencor, además de aquellos colmillos que dejó en vista completa.Luz trató de calmarse y apretó la camisa del hombre que ahora la protegía del que estaba frente a ellos sin tener una idea del porqué, pero no necesitaba pensar demasiado para darse cuenta de que era todo lo contrario a Nero. Desprendía desconfianza, ansias por provocar miedo y maldad, era como si no tuviera alma dentro de ese cuerpo.Oliver Prescott era tal y como se mostraba ante ellos. Cruel y despiadado, ignorante de la misericordia, un demonio sin corazón. La única manera de demostrar lo contrario era que tuviera algún plan en sus manos y que mereciera cualquier cosa, desde sonreír amablemente hasta ser el amor de persona que demostró ser
Nero sintió como un yunque le aplastaba la cabeza y miles de cuchillos le atravesaban el corazón. Luz no despertó y Henry no contestó su celular. Llamar a Ofelia ni siquiera era pensable porque la señora no tenía celular.Prácticamente iba de una angustia a otra y no parecía que el universo quisiera ponerlo a descansar.—Por favor, niña, no te vayas de mi lado—murmuró, viéndola palidecer.Furioso, arrojó el celular en la parte trasera del auto y condujo rápidamente al primer hospital donde pudieran ser atendidos y que apareciera en el camino. Unos minutos después, finalmente logró ver una clínica al costado de la carretera, giró el volante de un tajo y detuvo el auto frente a la entrada del hospital sin importarle estacionarlo.Tomó a Luz en sus brazos sintiendo ese líquido tibio correr entre sus manos y quedarse en su abdomen, manchando su camisa, mientras trataba de contener las lágrimas dentro de él.Apareció una doctora con varias enfermeras y al ver la cantidad de sangre derramad
Cinco minutos Henry veía la pantalla de su teléfono con preocupación mientras conducían en dirección a aquel hospital.El completo silencio no les conducía a nada más que angustia. Desde hace rato llevaban viendo cada uno en una dirección diferentes y sin pronunciar ni una sola palabra.Henry no despegaba la vista del camino y del GPS mientras seguía la dirección a que al hospital. Y Ofelia no paraba de mirar los árboles y el paisaje pasa rápidamente por el espacio de su ventana.Ambos se sentían preocupados pero más que preocupado se sentían culpables. Ellos habían sido quienes los enviaron a ese bosque con el único fin egoísta de que se reconciliaran y habían acabado heridos.Unos minutos después el GPS se logró romper el silencio entre ambos y marcó el aviso de que estaban cerca de su destino.Algo que le robó el aliento a la señora que se llevó una mano al pecho y luego dijo:—¿Cómo crees que esté ella? —sus ojos estaban húmedos y la voz le salió entrecortada—. Se supone que tenía