Suya

FLAVIANA

—Quiero ser tuya.

Ya lo soy y no quiero vivir arrepentida por eso, mi corazón duele igual que mis piernas, pero no es un dolor que lamento, por el contrario, mi pecho no es suficiente para abarcar la felicidad que siento dentro de mi y mi cuerpo se expande demasiado para empezar al reemplazar el ardor por un placer más grande cuando él se mueve.

—¡Oh!.

No puedo explicarlo, las sensaciones que me atormentan realmente lo hacen porque son un remolino que consume mi cuerpo, mi mente y mi espíritu, siento la necesidad de abrir más mis piernas porque es muy grande, fornido y con unos ojos que traspasan mis ideales, sus músculos se endurecen pero no me hace daño, mas bien limpia las lágrimas que no sabía corren por mis mejillas y se detiene poniendo su frente sobre la mía preguntando si estoy bien, si me duele algo, si quiero seguir siendo suya y me muevo por instinto gritando al sentir como se mete más en mi.

Su sonrisa es más bella que ver un jardín lleno de girasoles porque
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