Para Diane no es sencillo olvidarse de la mirada tan intensa de Ferdinand. El resto de la tarde se lo pasa pensando en el hombre y decide que la mejor manera de quitarse esa sensación cosquilleante de la piel es irse de fiesta esa noche.Al llegar a casa, sus padres se están preparando para salir a cenar. Mía le da un abrazo y la mira a los ojos, como interrogante.—¿Estás bien, corazón? Te noto algo extraña.—Estoy bien, mami, sólo es un poquito de estrés. Esta noche saldré con unas amigas, iremos a algo tranquilo. Hay una de ellas que no tiene muchas ganas de ir a un restaurante, así que lo más probable es que nos quedemos en la casa de Erika.—Bueno, ya sabes, si se te hace tarde es mejor que te quedes en la casa de ella.—Por supuesto, mami, no te preocupes, tendré mucho cuidado. Disfruten su velada.Diane les da un beso a sus padres y sube a su habitación para cambiarse. Tras darse una ducha deliciosa, se coloca un vestido bastante descarado, le llega a la mitad del muslo, apenas
Diane está con su humor de perros de siempre, es que no aprende, siempre va a buscar acción a ese lugar y resulta que se queda con más ganas.—Es que yo debería irme directo a mi departamento con mis juguetes —regaña entre dientes mientras borra una línea y la vuelve a hacer.Como esa bendita línea se ha vuelto su nuevo némesis, decide mandar al carajo la revisión del proyecto y sale de allí para ir a almorzar. Nada de lo que haga en ese rato será productivo porque trae un genio de aquellos.Va de camino al ascensor cuando oye a su hermano gritar que él y Sandy son novios.—Ferdinand… —se le sale en un susurro y algo la lleva a ir a un lugar distinto a un restaurante.Al subirse a su auto hoy conduce directamente al edificio, en donde Steve tiene su departamento. Al llegar se da cuenta que ya no está la misma seguridad de antes, así que asume que todo es se jaleo de tenerle guardaespaldas como niñeras se ha terminado.Camina al ascensor pensando en que tal vez se perdió la oportunidad
Para no parecer tan obvia, esa noche Diane pasa de ir al Julius porque no se vería bien que parezca desesperada. Además, primero quiere ver qué tipo de hombre es Ferdinand, si de los que se espanta o de los que se divierte, y para eso tiene alguien a quien puede pedirle información.Llama a la única persona que le tiene algo de confianza, Anthony Julius, el dueño del lugar.—¡Pero que hermosa llamada la que recibo! —la voz amable del hombre la hace sonreír como siempre—. ¿Cómo está mi cliente más importante?—Hola, Anthony, estoy bien, y tú ¿cómo andas? —le dice mientras se mete en la cama.—Bien, no me puedo quejar si tengo novia y el negocio ha aumentado sus ventas.—Se está corriendo rápido la voz y te felicito por lo de la novia, los dioses me libren de caer en la tentación de una relación estable.—Sí, al parecer son muchas las personas que buscan algo casual y sin complicaciones —Anthony le dice divertido, porque Diane tiene un ejemplo precioso de una familia que se ama y ella l
Fer lleva una semana metiéndose en el Julius, aunque sólo dos veces ha encontrado una pareja casual, las demás sólo ha ido para beber tranquilo sin mirar a nadie y eso a Anthony le llama mucho la atención.Diane está al tanto de todo lo que Fer está haciendo en el lugar, eso es lo único que al hombre se le pasa por alto, porque de la ausencia de la mujer está claro que es para darle más suspenso al asunto.Pero hoy es el día, Diane no quiere hacerse esperar más, así que con el mismo discurso de siempre sale de la casa, con la misma gabardina hasta los tobillos, mientras que debajo lleva un vestido rojo de seda, que le llega hasta las rodillas, pero con una abertura hasta la cadera sostenido por unas finas cadenas doradas. El escote es cuello barco, dejando a la vista sus hombros blancos y suaves.Va con el cabello recogido en un moño tras la nuca, desaliñado y ha dejado algunos mechones sueltos, que le dan un toque desenfadado, pero eso sólo mientras va con la gabardina, porque en cua
Con una sonrisa seductora Fer desliza su mano por la espalda de Diane, atrapa entre sus dedos la cremallera y comienza a deslizarla lentamente, rozando su columna con la yema de su pulgar. Diane se ve obligada a cerrar sus ojos, un gemido absolutamente involuntario se le escapa de la boca porque las sensaciones que la envuelven son su perdición.Sólo con el roce de sus dedos es capaz de hacerla vibrar, no quiere imaginar lo que hará con el resto de su cuerpo, si ni siquiera la ha besado.Cuando la cremallera llega hasta abajo, Fer se separa de ella y sin apartar sus ojos de ella comienza a quitarse la ropa. Diane camina hacia atrás, se sienta en la cama para ver el espectáculo y Fer, sólo para deleitarla, se demora lo justo y necesario para que pueda admirar la vista.—En teoría, no tiene nada de nuevo lo que verá, ¿no es cierto?—En teoría… pero hay cierta parte en la que ese día no me fijé, porque probablemente no habría seguido buscando a mi hermano —Diane se muerde el labio inferi
Para qué vamos a describir lo que sucedió luego de que Diane dejara el baño y saliera a encontrarse con Ferdinand. Él se dedica a demostrarle un par de horas más de lo que es capaz y, cuando ya al fin Diane golpea a la cama como pidiendo tiempo fuera, él solo se recuesta a su lado.—Espero que no te moleste que me duerma a tu lado —le dice Ferdinand tomando la cobija para cubrirse.—No, por supuesto que no. De todas maneras, no hay donde más dormir —Diane se recuesta de lado mirando a Ferdinand unos segundos y luego cierra los ojos—. Espero que descanses, nos vemos en un rato.En menos de un minuto Diane está profundamente dormida y Ferdinand se permite unos segundos más para admirarla. Es una de las mujeres más bellas con las que ha estado y no se arrepiente de haber decidido quedarse en Chicago por ella. Ha valido la pena por completo.Muchas de las mujeres con las cuales ha compartido la intimidad son bastante sumisas. Se dejan hacer lo que a él se le venga en gana con tal de proba
Las cuarenta y ocho horas se terminan y Diane siente que su cuerpo está a punto de partirse en miles de pedacitos, no es sólo que la herramienta de Ferdinand sea una maldita monstruosidad, sino que la intensidad y la manera de moverse… de despertar cada una de sus fibras y todo lo que le hizo.¡Por Dios, lo que le hizo!Cae en la cama jadeante, con el cabello desparramado por la almohada y el sudor cubriendo su cuerpo, Ferdinand cae igual de exhausto no porque no haya hecho esto antes, sino porque Diane es demasiado demandante e insaciable.—Siento que me falta agua —dice ella con los ojos cerrados. Ferdinand se pone de pie para ir por agua para ella y cuando llega a su lado, Diane lo puede ver en gloria y majestad.«Maldición, el hombre acabó conmigo en dos días y aun así se me hace agua la boca».Ferdinand sonríe porque ya aprendió a reconocer sus expresiones y sabe que está pensando en las mil maneras que podría estar con él de nuevo. Ella recibe la botella feliz, bebe la mitad y c
Diane intenta no molestarse con su madre por la manera en que le está pidiendo explicaciones, pero lo cierto es que no puede evitar expresarlo con su rostro.—Mía, dijimos que nos calmaríamos —intenta decirle Nathan, pero Mía se zafa de su agarre y camina hacia su hija para enfrentarla, aunque sea más alta que ella.—No me voy a calmar, se perdió todo el fin de semana, faltó a trabajar porque está estresada y no dice a dónde se fue sólo porque no se le da la gana… ¡Habla de una vez y dinos dónde estabas!—¡¡Cogiendo como loca con un hombre fabuloso que me conocí el jueves por la noche!! —le dice en un exabrupto que los hace retroceder a los dos, como si los hubiese golpeado.—Tú serías incapaz de algo así —le dice Mía.—Entonces, si soy incapaz de eso, ¿por qué insistes en saber dónde estaba si el viernes te lo dije? ¿Por qué insistes en algo que te dejé claro? Madre, soy una adulta, tengo veintitrés años, terminé mi carrera con excelentes calificaciones y reconocimientos, en el traba