EIZALa fiesta ya había comenzado, y las pasarelas estaban en marcha. Me encontraba nerviosa; me mordía las uñas, llevando los dedos a mi boca una y otra vez. Me sentía sofocada al ver al hombre que amaba. Era difícil olvidarlo.Las luces, la música, las voces de las demás modelos y los murmullos del público se desvanecían en un eco lejano. Todo lo que podía escuchar era el latido de mi corazón, resonando con fuerza en mis oídos, mientras intentaba mantener la compostura. Por qué no puedo simplemente dejar de pensarlo.Verlo en las redes sociales, y ahora, verlo en persona era como echarme un balde de agua fría, tratando de congelar ese sentimiento tan profundo que aún sentía por él. Solté un suspiro de nerviosismo y decidí no prestarle atención, pero era imposible no pensar en él.El se me había acercado y me habló como si nada hubiera pasado. ¿Cómo podía actuar así? Sabía bien cómo era él, un hombre duro, frío, déspota, que no se preocupaba por los demás. Aunque al final fue gentil
EizaEstaba enojada, a punto de demandar a ese hombre ¿cómo era posible que Kadir me hubiera encontrado en el salón de la pasarela? Apretaba los puños con indignación, sentía la rabia hervir en mi interior. Por otro lado, estaba Emir. Quería una explicación de su parte, pero me hacía la dura, como si no me importara nada de lo que él pudiera decirme.Era lo mejor, o al menos eso me repetía a mí misma. De esa manera, podía protegerme de cualquier sentimiento fracasado. No pienso caer en el juego de un CEO engreído que cree que puede tener a cualquier mujer a su antojo. Verlo con esa mujer había sido delirante, como si una parte de mí hubiera sido traicionada.—¿Por qué sigo pensando en ese tipo? —me recriminé automáticamente, sacudiendo la cabeza en un intento inútil de sacarlo de mi mente.Me levanté del sofá, necesitando ocuparme de algo que no fuera el torbellino de emociones que me consumía. Fui a buscar a mi hijo. Era mi día libre, y había decidido que lo mejor sería dar un paseo
ISAACMi corazón latía con fuerza, un ritmo inquieto que no podía controlar. Había escuchado que mi padre estaba en coma, sin ninguna reacción, y una tristeza pesada se posó sobre mí. Sentía una impotencia abrumadora; no había nada que pudiera hacer para ayudarlo. Era una situación difícil, una pesadilla que no parecía tener fin. Sin embargo, había algo más que ocupaba mi mente, algo que no podía dejar de pensar en ella. Eiza.Estaba enamorado de ella desde hace tiempo, pero parecía que ni siquiera me veía. Era como si yo fuera invisible a sus ojos, y eso me desmoronaba por dentro. ¿Qué debía hacer para que me notara? Convencerla de que me diera una oportunidad era mi propósito, aunque sabía que no sería fácil. Ella era una mujer hermosa, con una gracia natural que cautivaba a cualquiera. Pero había más en ella que su belleza; tenía una fuerza interna, una determinación que la hacía destacar.No me importaba que tuviera un hijo. Al contrario, admiraba su valentía y la dedicación con l
DiandraEstaba furiosa, desde aquel día en que vi a Emir con esa modelo. No podía creer lo que veía: sus ojos no se apartaban de ella, y me consumía la rabia. ¿Qué debía hacer para que me hiciera caso? Me acercaba a él, intentaba iniciar conversaciones, pero él ni siquiera me dirigía la palabra. Era frío, distante, y su egoísmo se manifestaba en cada gesto. Lo único que le importaba era su estúpida empresa.Quería conquistarlo, pero también hacerle pagar por las humillaciones que le había hecho a mi hermana. La había enamorado, solo para luego tratarla como un simple pasatiempo. Cuando descubrí quién era realmente Emir Rockefeller, me propuse llegar hasta él, sin importar el costo. Así que, decidí meter mis documentos en su empresa, y conté con la ayuda de alguien que trabajaba allí y que lo odiaba tanto como yo.Me contaron que el CEO tenía preferencia por una sola modelo, y al ver su foto, ideé un plan. Traté de maquillarme como ella, incluso me puse lentes de contacto para asemejar
EmirEsto es inaudito, Diandra me besó y rápidamente la alejé molesto. No le daba crédito a su insinuación.—Lo siento Emir, me pase de las manos, Pero no puede aguantar más, tú me gustas mucho y se que yo…—No te permito que hagas eso, nunca te di un motivo, nuestra relación debe ser profesional, eres una atrevida.—Espeté molesto.—Espero que esto no dañe la amistad que estábamos teniendo — me dijo, con una mezcla de disculpa y ansiedad en su voz.La miré fríamente, sintiendo que cada palabra se escurría por entre mis dedos como arena. —No hubo ninguna amistad,—le respondí con firmeza. —Lo único que importa es nuestro trabajo. Nada más.—Entiendo.Podía ver la angustia reflejada en su rostro, pero no me permití suavizar mi tono.—Espero que te mejores y que esto no se vuelva a repetir—Vi la angustia en sus ojos. Continué acercándome a la puerta—Si vuelve a ocurrir, tendré que echarte de la empresa.No esperé una respuesta. Con el enojo hirviendo en mi interior, giré sobre mis talones
Capitulo subido de tono +18Eiza.Estaba tratando de asimilar lo que acababa de pasar. Me encontraba en la residencia de Emir, ambos desnudos sobre la cama, acariciándonos, y todavía sentía los efectos del alcohol en mi cuerpo. No sabía si lo que habíamos hecho fue una locura impulsada por el alcohol, pero no me arrepentía. Me gustaba lo que acabábamos de hacer, y escucharlo decir que me ama me hacía sentir ilusionada.—¿En qué tanto piensas? —preguntó Emir, sacándome de mi trance.—En esto… en lo que acabamos de hacer. Creo que fue…—No digas nada, cariño. Lo que pasó, tenía que pasar porque nos amamos. Me he dado cuenta muy tarde, discúlpame, pero desde que te fuiste de la empresa no he podido dejar de pensar en ti. Todos los días te tenía en mi mente y por eso necesitaba que aceptaras mis sentimientos, Eiza. Sé que ha sido tarde, pero aún tengo la esperanza de que podamos estar juntos. Dame esa oportunidad, cariño, para que podamos ser felices.Lo miré, sin saber qué responder. Que
EmirEste momento parecía un sueño hecho realidad. Tenerla cerca de mí, besarla y tocarla era algo mágico. No hay marcha atrás, debo hacer lo posible por tenerla a mi lado, hacerla mi esposa sin importar las consecuencias. La amo, y nadie detendrá este sentimiento. Dejo de pensar en ella, al ver preocupación en su mirada.—Emir, debo irme a casa. Hoy falté al trabajo y debo reportarlo —mencionó intentando sonar firme.—Sí, tienes razón. Yo tenia una reunión. Te llevaré a casa—respondí, acercándome un poco más.—No te preocupes, iré sola —negó ella, pero me acerqué y le di un suave beso en los labios. Sonrió, aunque con cierta duda.—Déjame llevarte, y no quiero un "no" por respuesta —le dije, mirándola fijamente—. Desde ahora en adelante.—¿Es esto en serio? Pero si nos ven juntos... No quisiera perjudicarte.—Que eso no te impida estar a mi lado —mencioné con mi voz firme—. Te amo, Eiza, y quiero que tú y yo formalicemos una relación.Ella me miró sorprendida, como si no pudiera cre
Eiza.Me encontraba consternada al ver a Kadir frente a mí, de pie en la puerta de mi apartamento. ¿Cómo había logrado dar conmigo? La desesperación me invadía, estaba sorprendida. Emir, a mi lado, lo miraba de una manera que no podía descifrar.—Eiza, tenemos que hablar —Rogó Kadir con urgencia, ignorando a Emir—. ¿Y este tipo quién es?—Mi nombre es Emir Rockefeller —respondió Emir con calma pero con firmeza—. Soy el novio y prometido de Eiza. ¿Qué quieres tú?Su prometida. Será eso posible.—Necesito hablar con ella sobre nuestro hijo.—¿Nuestro hijo? —repitió Emir con incredulidad—. Estás muy equivocado, ese niño no es tuyo, es mío.Volteé a ver a Emir, sin saber qué decir. Estaba atrapada entre la tensión de ambos.—Estás loco —Vocifero Kadir— Eiza estaba embarazada de mí. Es mi hijo y vengo por mi derecho paternal.—Vaya, si que eres un sinvergüenza, ahora vienes a decir que mi hijo es tuyo cuando ni siquiera estuviste para mí.—Exclame molesta.—No sabes como me arrepiento por t