Holas bellezas, espero que les este gustando la historia de Eiza y Emir... actualizaciones diarias, den le su cariñito y disfruten de la lectura. muchas gracias a todos los que leen la historia.
Eiza.—Señorita Eiza, reaccione—Escuche la voz lejana de la señora Melivia. El dolor punzante en el vientre parecía no ceder. La cabeza me iba a estallar, y cuando abrí los ojos lentamente, me di cuenta de que alguien estaba palmeando mi rostro. —Te llevare al hospital, estas muy pálida. —Niego rápidamente, por ahora no necesito a nadie a mi lado mas que largarme de este lugar. Sujete mi vientre sintiendo un horrible dolor que ni siquiera me dejaba pensar con claridad.—Señor Emir, no es necesario, yo puedo cuidarme sola, usted trate de resolver el conflicto de la empresa.—¿Crees que te dejare irte sola en este estado, estas equivocada, vamos, necesita un medico urgente? —Replica con preocupación en su voz, sin embargo yo no necesito de él, me siento cansada de esta mierda.Levanté la cabeza ligeramente, el dolor era intenso y me costaba mantener la calma. Me puse de pies con las piernas temblorosas.—No entiende mi petición—Logré decir.—Lamento no aceptarlo, te llevaré al hospi
EMIRNo podía creerlo. Le propuse matrimonio y me rechazó. ¿Cómo pudo decir que no? Cualquier otra lo hubiera aceptado sin pensarlo, supongo que me lo merezco por idiota. Reaccioné demasiado tarde, aceptando mis sentimientos por ella cuando ya era casi imposible enmendarlos. Sentí una punzada en el corazón al imaginarme a su lado, deseando ser el padre de su hijo. Sin embargo, no acepto, es obvio que se negaría, no le mostré mis sentimientos por lo que ella debe sentirse incómoda.Suspiré profundamente y me dirigí al cafetín del hospital. Antes de llegar, pasé por la sala de neonatos para ver al pequeño. Se veía tan diminuto y frágil. Me imaginé que Eiza estaría ansiosa por tenerlo en sus brazos.Ya en el cafetín y compré un café para mí, junto con unos panqueques, y para Eiza un batido natural de frutas y unas galletas de avena. Me dirigí a su habitación y toqué la puerta. Ella me dio permiso para entrar.—¿Cómo te sientes? —le pregunté suavemente.—Me siento bien —respondió apenas,
EIZA.Intrigada por lo que veía en las redes sociales, no podía evitar sentir un nudo en el estómago. Hablaban mal del, Emir y, lo que más me sorprendió, de mí. Mi nombre aparecía en los titulares de una manera creíble, como si las mentiras que contaban fueran verdades absolutas. Había una parte que era verdad pero ya lo de las amenazas y extorsiones eran falsas.—Déjame ver el articulo.Le di el móvil y ella empezó a leer.—La modelo Eiza es una mala influencia para la Agencia y la empresa del gran multimillonario Emir Rockefeller. Han publicado fotos de ellos juntos en uno de los mejores hoteles del país, insinuando que ella es la preferida del CEO.—Esto es absurdo —replicó Laurien con indignación, pero yo me mantuve en silencio. Sentía una mezcla de culpa y rabia al ver tantas falsedades circulando en las noticias.—No todo es falso—Laurien arruga la frente—Él me propuso matrimonio, creo que es para salvar su empresa —confesé finalmente, dejando el móvil a un lado.—¿Estás habland
EIZANo podía creer lo que veía. Ahí, de pie en la puerta de mi apartamento, estaba el señor Isaac Orlov. ¿Cómo era posible que supiera dónde vivía? —Hola, ¿cómo has estado, señorita Montiel? —me saludó con una sonrisa que sólo aumentaba mi nerviosismo.—No me esperaba verlo aquí... ¿Le gustaría pasar?—Sí, para que conversemos.—Quiere un poco de jugo, té o café—ofrecí nerviosa.—No te preocupes —respondió él, levantando las manos de forma conciliadora—, aunque un vaso de agua no me vendría mal.—Claro que sí, enseguida se lo traigo. —Mientras iba a la cocina, no podía dejar de preguntarme cómo había averiguado mi dirección. Volví con el vaso de agua, y antes de que pudiera preguntar, él mismo se adelantó— ¿Quieres saber cómo conozco tu dirección? No te preocupes, me he enterado de que ya no trabajas para la Angencia de Emir Rockefeller.—Sí, algo así... —murmuré, sintiendo un nudo en el estómago—. La gente siempre tiene algo que decir, pero la mayoría de las veces sólo se preocupa
Emir.Pasé días debatiendo conmigo mismo si debía rendirme con Eiza. Finalmente, había encontrado el amor, pero no soy de los que insisten cuando las cosas no salen bien. Tengo otras prioridades ahora, y la más importante es levantar a Rockefeller del caos en el que se encuentra.¿Quién diría que el gran Emir Rockefeller, conocido por su frialdad y desapego, caería enamorado de una mujer de baja sociedad? Es una lástima no poder hacer nada para convencerla de quedarse. Quizás, cuando las aguas se calmen y las heridas sanen, podría intentar acercarme de nuevo. Pero por ahora, lo único en lo que me enfocaré es en limpiar el nombre de mi empresa, que fue manchado por mi propia estupidez y debilidad.Dejé de lado esos pensamientos y me concentré en la reunión. Los accionistas y socios estaban visiblemente molestos por la caída en las ventas de la línea de ropa para embarazadas. Aún no he lanzado la línea para bebés debido a la controversia que nos rodea.—Señor Rockefeller, ¿qué haremos co
EIZAMe encontraba en la gran casa de moda del señor Isaac Orlov. Era mi primer día de trabajo, me sentía demasiado nervioso. Exhale un poco de aire. Entramos en una gran sala, se encontraban los empleados, al verme se levantaron y saludaron. Él CEO me presentó a todos los diseñadores, costureras y una cooperativa de moda, quienes me recibieron con una mezcla de curiosidad y profesionalismo. Luego, me llevó a la sala de pasarela donde organizaban eventos tanto para microempresas como para grandes marcas.—Esta es la sala de pasarela,—mencionó Isaac, —aquí es donde se celebran nuestros eventos más importantes.—Es impresionante,— respondí, asombrada por la magnitud del lugar.—Así es, la mayoría de las agencias viene a este salón para presentar sus eventos.—Se puede hacer eso.—Sí, se puede. Los dueños de agencia lo piden en alquiler.Luego de su explicación él señor Isaac me condujo a conocer a las demás modelos. Varias de ellas me saludaron con una sonrisa cálida, lo cual me hizo s
Emir Me encuentro sentado en mi despacho, revisando con detenimiento los currículum que había traído a mi residencia. Cada uno tenía su potencial, pero uno en particular captó mi atención el día de ayer, por lo que busco ese documento. Suelto un suspiro profundamente, observo los datos de una chica rubia, delgada y de ojos verdes. Su apariencia me recordó a Eiza, lo que me dejó momentáneamente pensativo. Mostraba cierto parecido con ella, por un momento me invadió la nostalgia, esa que me golpeaba con fuerza cada vez que pensaba en ella. Pero necesitaba mantener la mente enfocada en el negocio. Sabía que esta chica podría llamar la atención en la empresa con las diseñadoras y en las agencias de modelaje. Y eso podría ser justo lo que necesitábamos para elevar las ventas, que últimamente estaban un poco estancadas. Sin embargo, el desánimo me acompañaba. Todavía tenía la esperanza de que Eiza regresara, pero ya habían pasado muchos días desde la última vez que intenté comunicarme
Emir Era lunes y, como siempre, llegué a la empresa sin siquiera detenerme a saludar a los empleados. Al verme, todos se levantaron y me saludaron, pero yo me limité a detenerme y observar a las secretarias con mi habitual mirada penetrante. Siempre me aseguraba de que estuvieran bien arregladas. Me fijé en una de ellas, y noté algo que no me gustó.—Parece que no tuviste tiempo para arreglarte el lazo del uniforme —le dije, señalando el pequeño descuido.—Lo lamento, señor —respondió con un tono de disculpa, mientras se ajustaba el lazo rápidamente.—Siempre les he dicho que me gusta que sean ordenadas y puntuales. Que no se repita —agregué, negando con la cabeza antes de continuar hacia mi oficina.Una vez dentro, llamé a Melivia, quien entró casi de inmediato.—Sí, señor. Buenos días —dijo con una sonrisa profesional.—Buenos días. Hoy vendrá una señorita para una entrevista. Hazla pasar directamente a mi oficina. Es posible que sea la nueva modelo para nuestra línea de ropa de e