EmirLos días habían transcurrido rápidamente. Las ventas habían aumentado inminentemente, y con ello, la necesidad de avanzar en nuevos proyectos. Decidí que era el momento ideal para lanzar la línea de ropa para bebés. Desde que Eiza apareció en las portadas de las revistas más importantes, nuestras cifras no han hecho más que crecer. La colaboración con las tiendas de Alexander ha sido un éxito rotundo, lo que ha fortalecido nuestra posición en el mercado.Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando Melivia, me informó que Eiza quería verme. Solté un suspiro, dejando atrás mis cavilaciones, y le di la orden de que pasara.—Buenos días, Emir —saludó Eiza con un tono cortante.—Buenos días, Eiza. ¿Qué tenemos para hoy? —pregunté sin mirarla, manteniendo mi atención en los gráficos de ventas que tenía frente a mí. Sentía una inquietud en mi interior cada vez que la veía; me atraía su belleza y su presencia me provocaba un deseo latente de mostrarle una parte de mí que rara vez revela
Eiza Sentía que mi corazón quería salirse de mi pecho, retumbando como si me faltara el oxígeno. ¿Cómo era posible que él me llamara para ayudarlo con su aventura? Y lo peor...le pregunto qué siente por mí, o por qué me besó y solo me mira sin responder.Cuando estoy decidida a irme, me jala de la mano y me abraza. Quiero alejarme, pero no puedo. Mi cuerpo anhela sentirlo de esta manera. Miles de pensamientos se agolpan en mi mente. Mi cuerpo vibra, como aquella noche en ese hotel, donde todo fue solo un momento de complacencia.Sin poder evitarlo, sus labios encuentran los míos, su lengua succiona la mía, y empieza a besar mi cuello, mi hombro. Quiero alejarlo, pero mi cuerpo me traiciona; me dejo llevar por cada caricia que me da. No sé qué pensar, pero puedo ver la lujuria en sus ojos. Sería estúpido decir que estuvo con otra, pero... ¿por qué estoy permitiendo esto? Mi cuerpo permite que sienta tantas cosas por él.—Eiza, me encantas, me gustas —comienza a decir, pero lo callo
Emir Desperté solo en la cama, extendí el brazo hacia el lugar donde Eiza solía estar, pero sólo encontré sábanas frías y vacías. Me froté el cabello y luego la frente, intentando despejar mi mente mientras un millón de preguntas sin respuesta se acumulaban. Me despabile de la cama y me dirigí al baño del hotel. Me lavé el rostro con agua fría, buscando despertar del letargo en el que me encontraba. Tomé mi billetera y las llaves que había dejado en la cómoda y salí de la habitación. Andrew me esperaba en la entrada, listo para lo que fuera necesario. —Buenos días Andrew, amaneciste aquí—quise saber a bostezando por el sueño. —Si, Joven, me quede dentro del auto. —No muy cómodo. —Estoy acostumbrado.—Asiento cerrando los ojos por brevemente minutos. Al llegar a mi residencia, entre a la casa. El mayordomo me ofreció las pantuflas, pero las ignoré y subí directamente a mi habitación. Dejé escapar un suspiro pesado mientras cerraba la puerta tras de mí. Sabía que estaba confundido
Eiza.—Señorita Eiza, reaccione—Escuche la voz lejana de la señora Melivia. El dolor punzante en el vientre parecía no ceder. La cabeza me iba a estallar, y cuando abrí los ojos lentamente, me di cuenta de que alguien estaba palmeando mi rostro. —Te llevare al hospital, estas muy pálida. —Niego rápidamente, por ahora no necesito a nadie a mi lado mas que largarme de este lugar. Sujete mi vientre sintiendo un horrible dolor que ni siquiera me dejaba pensar con claridad.—Señor Emir, no es necesario, yo puedo cuidarme sola, usted trate de resolver el conflicto de la empresa.—¿Crees que te dejare irte sola en este estado, estas equivocada, vamos, necesita un medico urgente? —Replica con preocupación en su voz, sin embargo yo no necesito de él, me siento cansada de esta mierda.Levanté la cabeza ligeramente, el dolor era intenso y me costaba mantener la calma. Me puse de pies con las piernas temblorosas.—No entiende mi petición—Logré decir.—Lamento no aceptarlo, te llevaré al hospi
EMIRNo podía creerlo. Le propuse matrimonio y me rechazó. ¿Cómo pudo decir que no? Cualquier otra lo hubiera aceptado sin pensarlo, supongo que me lo merezco por idiota. Reaccioné demasiado tarde, aceptando mis sentimientos por ella cuando ya era casi imposible enmendarlos. Sentí una punzada en el corazón al imaginarme a su lado, deseando ser el padre de su hijo. Sin embargo, no acepto, es obvio que se negaría, no le mostré mis sentimientos por lo que ella debe sentirse incómoda.Suspiré profundamente y me dirigí al cafetín del hospital. Antes de llegar, pasé por la sala de neonatos para ver al pequeño. Se veía tan diminuto y frágil. Me imaginé que Eiza estaría ansiosa por tenerlo en sus brazos.Ya en el cafetín y compré un café para mí, junto con unos panqueques, y para Eiza un batido natural de frutas y unas galletas de avena. Me dirigí a su habitación y toqué la puerta. Ella me dio permiso para entrar.—¿Cómo te sientes? —le pregunté suavemente.—Me siento bien —respondió apenas,
EIZA.Intrigada por lo que veía en las redes sociales, no podía evitar sentir un nudo en el estómago. Hablaban mal del, Emir y, lo que más me sorprendió, de mí. Mi nombre aparecía en los titulares de una manera creíble, como si las mentiras que contaban fueran verdades absolutas. Había una parte que era verdad pero ya lo de las amenazas y extorsiones eran falsas.—Déjame ver el articulo.Le di el móvil y ella empezó a leer.—La modelo Eiza es una mala influencia para la Agencia y la empresa del gran multimillonario Emir Rockefeller. Han publicado fotos de ellos juntos en uno de los mejores hoteles del país, insinuando que ella es la preferida del CEO.—Esto es absurdo —replicó Laurien con indignación, pero yo me mantuve en silencio. Sentía una mezcla de culpa y rabia al ver tantas falsedades circulando en las noticias.—No todo es falso—Laurien arruga la frente—Él me propuso matrimonio, creo que es para salvar su empresa —confesé finalmente, dejando el móvil a un lado.—¿Estás habland
EIZANo podía creer lo que veía. Ahí, de pie en la puerta de mi apartamento, estaba el señor Isaac Orlov. ¿Cómo era posible que supiera dónde vivía? —Hola, ¿cómo has estado, señorita Montiel? —me saludó con una sonrisa que sólo aumentaba mi nerviosismo.—No me esperaba verlo aquí... ¿Le gustaría pasar?—Sí, para que conversemos.—Quiere un poco de jugo, té o café—ofrecí nerviosa.—No te preocupes —respondió él, levantando las manos de forma conciliadora—, aunque un vaso de agua no me vendría mal.—Claro que sí, enseguida se lo traigo. —Mientras iba a la cocina, no podía dejar de preguntarme cómo había averiguado mi dirección. Volví con el vaso de agua, y antes de que pudiera preguntar, él mismo se adelantó— ¿Quieres saber cómo conozco tu dirección? No te preocupes, me he enterado de que ya no trabajas para la Angencia de Emir Rockefeller.—Sí, algo así... —murmuré, sintiendo un nudo en el estómago—. La gente siempre tiene algo que decir, pero la mayoría de las veces sólo se preocupa
Emir.Pasé días debatiendo conmigo mismo si debía rendirme con Eiza. Finalmente, había encontrado el amor, pero no soy de los que insisten cuando las cosas no salen bien. Tengo otras prioridades ahora, y la más importante es levantar a Rockefeller del caos en el que se encuentra.¿Quién diría que el gran Emir Rockefeller, conocido por su frialdad y desapego, caería enamorado de una mujer de baja sociedad? Es una lástima no poder hacer nada para convencerla de quedarse. Quizás, cuando las aguas se calmen y las heridas sanen, podría intentar acercarme de nuevo. Pero por ahora, lo único en lo que me enfocaré es en limpiar el nombre de mi empresa, que fue manchado por mi propia estupidez y debilidad.Dejé de lado esos pensamientos y me concentré en la reunión. Los accionistas y socios estaban visiblemente molestos por la caída en las ventas de la línea de ropa para embarazadas. Aún no he lanzado la línea para bebés debido a la controversia que nos rodea.—Señor Rockefeller, ¿qué haremos co