Katherine Damon se subió al auto y yo también. Miraba por la ventana y me centraba en el aire fresco que se adentraba por la ventana del auto. Necesitaba despejarme y despertarme un poco, porque sentía que me podía quedar dormida en cualquier momento. Estaba muy cansada como para no quedarme dormida en pleno viaje a la casa de esa bruja que, supuestamente, podía ayudarnos a bloquear el acceso a Kyle a mis sueños. Lo malo es que era un poco lejos de donde nos encontrábamos, así que teníamos un pequeño viaje que hacer para encontrarnos con ella. —¿Te sientes mejor? —Me estoy durmiendo, Damon —sonreí, cansada, parpadeando varias veces. —¿Estás mejor de la descompostura de anoche? —Sí, mucho mejor. Espero que le viaje en auto no me haga mal. —Te compraré algo si lo necesitas. Ya que estamos aquí, solos, y que tenemos un poco de camino por recorrer, me gustaría que habláramos sobre el bebé. —¿De qué quieres hablar? —De que es hora de que vayamos eligiendo nombre, ¿no te parece
Damon Tengo que admitir que me dolió mucho cuando Katherine me dijo yo la estaba usando para tener a un hijo. Apenas soltó las palabras me quedé completamente de sus palabras, pues no me podía creer que ella pensara así de mí. Me quedé procesando la información que acababa de recibir. Mi primer instinto fue enojarme con ella por ofenderme de esa manera, pero calmé enseguida, pues creo que su inseguridad y angustia eran algo demasiado normal y de esperarse. Yo no podía pretender que ella se sintiera segura tan rápido conmigo. Era lo que quería, pero tenía que ver más allá: yo llevaba un buen tiempo dentro de este mundo de hombres lobos y maldiciones, y ella recién acababa de entrar hace apenas unos días. Y, con el embarazo, las dudas, los miedos, y la maldición que traíamos encima nuestro, tenía que comprenderla. Me costaba, pero tenía que comprenderla. Así que me calmé y procuré seguir calmado. La abracé y la reconforté en mis brazos cuando Katherine empezó a llorar con más fuerza.
Katherine Odiaba este mundo sobrenatural. Sus reglas me parecían lo más estúpido que podía existir en el mundo. ¿Por qué inventaron reglas de ese tipo? Era espantoso saber que tú le debías lealtad a alguien, y que, encima tenías que pedirle permiso para hacer algo tan básico en la vida, como lo era enamorarse. Era una completa locura. Yo no quería seguir estas reglas. No me entraba en la cabeza cómo tantos lobos seguían a sus alfas y se inclinaban a ellos como si fuera su amo. Aunque, tengo que admitir que, Kyle, tenía algo que a mí me llamaba la atención. Era algo que estaba en lo más profundo de mí, detrás de todo el miedo que le tenía y que él me producía. Era como un instinto de hacerle caso, o, al menos, eso fue lo que sentía la primera vez que lo vi. Pero mi mente racional era más fuerte que ello. Yo no me podía rebajar a inclinarme a alguien, y mucho menos a Kyle, que estaba completamente loco y que me quería lastimar en todas las oportunidades que tenía a la mano. Y, si en
Katherine ¿Cómo rayos se suponía que yo iba a enfrentar a ese tipo? Sabía que todo esto que estaba viendo no era real, pero se sentía como si lo fuera, y el dolor que tenía por el parto era grande y molesto. ¿Ella quería que lo golpeara? ¿O quería que le dijera algo en específico? No tenía manera de preguntarle a Kayla. Creo que deberíamos haber hablado bien sobre esto antes. —No te tengo miedo —fue lo primero que se me ocurrió decirle a Kyle. ¿Esto servía? No tenía idea de lo que estaba haciendo. Kyle entrecerró los ojos de una manera espeluznante. Sabía que no estaba contento con lo que le acababa de decir, pero yo tenía que tener presente que todo esto era un sueño, nada más. Lo que estaba viendo, no era real. No había forma de que yo estuviera en peligro. Pero estaba tan asustada, que me temblaban las manos del miedo. No importaba mucho si esto era real, la imagen que tenía frente a mí seguía siendo de terror y eso me paralizaba. No sé cómo es que se suponía que iba a tener
Katherine La mujer me tendió las hierbas para que las llevara a casa. Damon y yo caminamos hasta la salida de la habitación tomados de la mano, y la mujer nos guio hasta la salida después de darnos las indicaciones de cómo es que debíamos usar las hierbas mágicas. De hecho, luego del hechizo de una hora, me hizo tomar un té de hierbas que preparó allí mismo, y la verdad, tuve que hacer un gran esfuerzo para no terminar vomitando. Y con esto de que estaba embarazada, el sabor y las náuseas eran todavía peor. Para colmo, iba a tener que tomar esas hierbas dos veces al día. —¿Qué pasa cuando se terminen las hierbas? —pregunté. Era una una pregunta que tenía desde hace un rato, y no quería irme de su casa sin saber la respuesta. —Tendrás que venir a buscar más. Además, no te vendría mal seguir reforzando la protección que te he hecho hoy, y podríamos añadir una nueva limpieza energética para dentro de dos o tres semanas. Limpiarte fue un poco agotador, pues estabas muy cargada con la
Katherine Mi madre había insistido por un buen rato que fuéramos con Damon a su casa a cenar el viernes por la noche. La idea era ir a cenar con ellos la semana entrante, pero supongo que esto de dar la noticia del embarazo iba a tener que adelantarse un poco. No me sentía muy preparada para ello, tenía miedo de la reacción de mis padres, más allá de que yo fuera grande y por más de que todo esto estuviera bajo mi control, pues no sabía muy bien cómo se lo iban a tomar. Sabía que la primera pregunta que me harían sería respecto a la universidad y luego sobre el matrimonio, así que ya tenía que ir haciéndome a la idea de que esto iba a pasar mucho más pronto de lo que pensé. Y es que no le pude decir que no a mi madre, no con toda la insistencia que estaba metiendo para que fuéramos a cenar el viernes por la noche. Además, mi padre también me pidió que fuéramos, me dijo que quería verme otra vez, que me extrañaba mucho y que quería que pasáramos más tiempo juntos. Eso me generaba un
Katherine Tenía una bola de nervios en el medio del estómago. No quería salir del auto porque no estaba segura de lo que me iba a encontrar cuando cruzara la puerta de la casa de mis padres y les dijera que estaba por tener un bebé. Iba a ser demasiado obvio que el casamiento con Damon venía de esto, del embarazo, y no por el verdadero amor. Sí, nosotros nos queríamos, pero no llevábamos cinco meses conociéndonos con Damon como les dijimos a mis padres. Apenas llevábamos unos días de habernos visto la cara y ya teníamos una boda en camino y un bebé a la espera de nacer. Era una completa locura. A mis padres no les dije nada de esta nueva relación, incluso siempre les dije que no tenía a nadie en mente, a nadie a la vista, que nadie estaba interesado románticamente en mí, y un día simplemente decido mudarme a mi ciudad natal otra vez y traigo a un hombre conmigo, con el cual voy a tener una noche de bodas y un hijo. Mis padres no eran tontos, ellos iban a atar cabos y se iban a dar c
Katherine —¿Qué tienes para contarme, Katherine? —me preguntó mi padre. Lo miré y me sentí muy nerviosa. Miré a Damon y miré nuevamente a mi padre. Dios mío, me iba a dar algo de tantos nervios que traía dentro de mi cuerpo. —No hay mucho contar, papá. —¿Sabes algo de la universidad? —Empieza dentro de dos semanas —dijo Damon—. Ya hemos entregado los papeles correspondientes y hablado con el rector de la Universidad y aceptan a Katherine. Así que comenzará pronto. Podrá retomar los estudios sin ningún tipo de problema. Bueno, supongo que sí había algo interesante para contar. Espero que mi padre tuviera esto en cuenta en el momento en el que dijéramos que estaba embarazada. —Eso es buenísimo, Katherine. Todo está marchando bien, por lo que veo. —Sí... —sonreí. Mi madre se sentó a la mesa después de servir la comida. Hablamos de todo un poco. O, bueno, ellos fueron los que hablaron, porque yo casi no dije nada. Afortunadamente, Damon era muy bueno para hablar y para e