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Capítulo 6 “La Venganza”

Amélie: Esta clase es tan aburrida.

El Nerd: No ha empezado aún.

Amélie: Lo sé pero cuando empiece va a ser mucho más aburrida.

Estábamos en biología, cada uno sentado en sus respectivos asientos esperando que llegara el profesor pero yo necesitaba desahogar mi sentimiento de aburrimiento así que decidí escribirle a Lucas.

El nerd: ¿Por qué no te gusta estudiar?

Amélie: Simple, es aburrido, como ahora ¿A ti te gusta estudiar o eres un nerd por obligación?

El nerd: No soy un nerd, princesa.

Amélie: Si lo eres, todo lo que haces es pensar en el estudio y sacas las mejores notas y yo no soy una princesa.

El nerd: Si lo eres, tú misma dijiste que eras como una princesa y ahora vas a tener que aguantar que te diga así, princesa.

Amélie: ¿Podrías responder a mí pregunta? Y no, no tienes comodines.

El nerd: Si, me gusta estudiar, me hace sentir bien ¿feliz?

Amélie: No tanto, no creo que esa sea la razón verdadera, algún día lo descubriré, aún tengo muchas cosas que conocer de ti.

Y aunque era verdad, no se porqué pero me daba curiosidad conocer más sobre Lucas.

El nerd: Cosas que dudo descubras.

- Bien chicos, disculpen mi retraso pero ya llegué - Exclamó el profesor - Abran sus libros en la página 37, por favor.

¡Qué comience la clase! ¡Y que la suerte siempre esté a mi favor!

***

Cuando salimos de biología, nuestra última clase, nos fuimos al estacionamiento. A lo lejos vi a Lucas caminando hacia mí.

- ¿Qué hacemos esta tarde? - Preguntó Chloe - Yo estoy libre hoy.

Lucas llegó a mi lado.

- Amélie, ¿quieres venir a mi casa?, podemos ver unas películas nuevas que compré - Me ofreció Nathan.

- Hoy no puedo, tengo que hacer un trabajo con Lucas en mi casa.

- ¿Quién es Lucas? - Nathan estaba confundido pero luego giró a ver a Lucas a mi lado - ¿Este nerd? ¿Los fenómenos también tienen nombre?

- Si y también tengo más cerebro que tú - Replicó Lucas.

- ¿Podrías no insultar, Nathan? Ellos son personas iguales que nosotros. - Habló Adam.

- Él no es igual a mí y nunca lo será.

- Ese es mi deseo, no ser una persona como tú - Dijo Lucas.

- ¿Tienes algún problema conmigo, ratón de biblioteca?

- De hecho si, lo tengo.

Vi como Nathan comenzó a quitarse la chaqueta que tenía puesta. Así era como Nathan empezaba las peleas.

- No chicos, no hagan esto. - Hablé.

- No Nathan, vámonos. - Dijo Adam.

- ¡Rómpele la cara, Nathan! - Exclamó Chloe.

La fulminé con la mirada.

- Lo siento, me gustan las peleas. - Me miró pero luego volteó a ver a Lucas - Además eso, es un bicho raro.

- ¡Es una persona! - Grité.

Todos los alumnos que quedaban en el estacionamiento voltearon a mirarme incluyendo a Nathan y a Lucas que estaban teniendo una guerra de miradas hace unos segundos. Esta vez si me incomodó que me miraran pero estaba enojada así que volví a hablar.

- Vámonos Lucas. No vale de nada que pelees con Nathan.

Tomé a Lucas de la mano y lo dirigí al Mercedes Benz que ya nos estaba esperando unos lugares más allá.

Le indiqué a Lucas que entrará en los asientos de atrás y yo me senté en el de adelante.

- Llévanos a la casa, ahora.

Cuando llegamos le agradecí a Phillip y me bajé junto con Lucas y empecé a hablar.

- Lucas, yo... de verdad lo siento, no se porque Nathan se comportó así. Todo lo que dijo estuvo terrible y lo que dijo Chloe también y de verdad me hace sentir mal que...

- No te preocupes, no fuiste tú. - Me interrumpió.

- Pero es mi novio y eso...

- Realmente no entiendo porque estás con alguien así. Tu novio es un idiota. Mereces a alguien mejor. - Volvió a interrumpirme

- Es complicado. Antes no era así pero ahora está diferente, no entiendo porque si...

- Pues ahora es un imbécil. La próxima vez que lo vea le voy a partir esa nariz de niño rico. - Me interrumpió de nuevo.

- No, te recomiendo que no intentes pelear con Nathan, es el capitán del equipo de fútbol y todos los del equipo lo apoyan así que si te metes en una pelea con él estarás en una pelea con todos y ¡DEJA DE INTERRUMPIRME!

Lucas empezó a reírse fuertemente.

Bonita risa.

- Lo siento, es que hablas mucho.

Siguió riendo.

- Idiota - Dije entre dientes mientras caminaba a la puerta de la casa.

- ¡Oye! ¡Te escuché!

- ¿Ahora si me escuchas? ¿No hablo mucho para ti? Será mejor que tapes tus oídos para que no me tengas que escuchar. - Dije claramente molesta.

- Oye, no te molestes conmigo.

No respondí.

Busqué las llaves en mi bolso y abrí la puerta de la entrada de la casa.

- Lo siento ¿si? - Volvió a hablar.

No respondí.

Entré a la casa, Lucas me seguía detrás.

- Hey - Me tomó del brazo haciendo que girara, se acercó tanto a mí que pude ver las pecas alrededor de su nariz y ver con más claridad sus ojos verdes. - Lo siento, a veces hablas mucho pero me gusta tu voz, me gusta oírte hablar, pero más me gusta hacerte enojar, cuando te molestas tu nariz se pone roja. - Dijo tocando suavemente mi nariz con su dedo.

Pero luego se alejó de mí.

- También me gusta cuando te sonrojas - Rió.

Bajé la mirada rápidamente.

- No estoy sonrojada.

- Díselo al color rojo en tus mejillas. - Me sonrió.

Vaya, ahora si que debo parecer un tomate.

- Vaya, tu casa es inmensa. - Exclamó mientras observa a toda la casa.

- Y eso porque no has visto la casa de playa.

- ¿Tienes una casa de playa?

- Es de mi padre, pero cuando cumpla los veintiuno será mía.

- Increíble.

Rosa salió de la cocina y cuando me vio caminó con una gran sonrisa hacia mí.

- ¿Ella es tu madre? - Preguntó Lucas antes de que ella llegara a donde estábamos.

- No, es la del servicio, pero me trata mejor que mi madre.

- Buenas tardes, Amélie - Saludó alegremente - ¡Oh! Veo que tenemos visitas.

- Rosa, él es Lucas, es un... amigo. - Dije incómoda, no sabía si ya Lucas se consideraba mi amigo o no - Lucas, ella es Rosa, una de nuestras trabajadoras más fieles.

- Un gusto. señorita Rosa - Lucas saludó cordialmente.

- El gusto es todo mío, señorito Lucas.

- O no, solo soy Lucas.

- Bien, ¿desean algo de comer o beber? Preparé unos batidos de chocolate deliciosos.

- A mí me encantaría - Pidió Lucas.

- Melie, tu madre me pidió que te vigilara y que te volviera a preparar el batido verde. - Me dijo Rosa - Pero si quieres te puedo cambiar el batido verde por uno de chocolate. Tú madre no se enterará

- No te preocupes, Rosa, tengo que seguir manteniendo la dieta.

- Bueno, entonces me retiro, en unos minutos les hago llegar sus batidos.

Rosa se dirigió a la cocina.

- Bien, si quieres vamos a la habitación de estudio para empezar. - Dije.

- ¿Tienen una habitación de estudio?

- Claro y también está el cuarto de juegos.

- ¡¿Tienen un cuarto de juegos?!

- Obvio, ahora vamos.

***

- Listo, terminamos, solo falta imprimirlo pero eso lo hago yo luego. - Dije.

- Aún siento que le falta información.

- Por eso eres un nerd - Rodé los ojos - Quedó perfecto.

- Porque yo hice casi todo el trabajo.

- ¡Oye! - Me quejé - Yo también ayudé.

- Está bien, admito que si me ayudaste un poco.

- ¿Un poco?

- Bien bien, me ayudaste mucho ¿feliz?

- Me conformo.

- También admito que este batido está delicioso - Dijo tomando la última gota de su batido - Voy a pedir otro.

- Es tu tercer batido.

- Repito, está delicioso ¿Quieres que te pida algo, princesa?

- No gracias, nerd. - Sonreí - Voy a estar en el patio trasero.

- Está bien, luego te alcanzo.

Lucas se fue dejándome sola en la habitación, unos segundos después me levanté del sofá donde estaba y baje para dirigirme al patio trasero donde estaba la piscina.

Cuando pasaba junto a la cocina pude escuchar unas voces, sabía que espiar estaba mal pero la curiosidad me ganaba y cuando escuché que alguien dijo mi nombre me acerqué a la puerta de la cocina.

- Gracias Rosa, de verdad que tu batido está delicioso. - Escuché la voz de Lucas.

- Gracias a ti, la casa siempre está sola y no hay casi nadie que coma o beba lo que yo hago ¿Seguro que Amélie no quiere nada?

- Si, creo que el batido verde le llenó el estómago.

- Una cosa más, Lucas. - Dijo Rosa - ¿Usted qué es de Melie? ¿Es su novio?

- No no, sólo soy su amigo.

- ¿Entonces todavía ella sigue con ese chico Nathan?

- Si, aunque él sea un idiota.

- En lo personal a mí ese muchacho no me da buena espina.

- A mí tampoco.

- ¿Y a ti no te gusta ella? - Me incliné más cerca para escuchar mejor - Veo que eres un buen muchacho y por como la miras puedo decir...

PLAM.

Así sonó cuando unos libros de la estantería detrás de mí cayeron sobre mi cabeza y aterrizaron en el suelo de madera de la cocina.

La curiosidad mató a este gato.

Corrí para que no me vieran hasta llegar al patio trasero donde estaba la piscina, me senté en el borde de esta y comencé a quitarme los zapatos para parecer tranquila y metí los pies en la piscina.

- ¡Tienen una piscina! amo tu casa. - Dijo Lucas llegando a mi lado con un batido en su mano.

Se quitó los zapatos y se colocó junto a mí con los pies en la piscina también.

- Pero creo que amas más los batidos de Rosa. - Hablé divertida.

- Oh, eso no se compara con nada. - Sonrió mirando el agua - ¿Qué escuchaste?

- No se a lo que te refieres. - Mentí.

- Si sabes, ¿qué escuchaste en la cocina?

- No se de lo que hablas.

Lucas entrecerró sus ojos hacia mí pero luego volvió a mirar a la piscina.

Eso estuvo cerca.

- ¿Te puedo preguntar algo?

- Ya lo hiciste - Respondí.

- Otra cosa - Puso los ojos en blanco.

- Claro.

- ¿Por qué no quieres tomar un batido? Es realmente delicioso.

Reí.

- No es que no quiero, es que no puedo. - Respondí.

- ¿Podrías ser más específica?

- Soy modelo, mi madre me obliga a hacer dietas y ejercicios. No puedo comer nada dulce, nada que tenga carbohidratos y nada que tenga grasa y si lo hago un día a escondidas ella se entera (no me preguntes como) y me obliga a hacer ejercicios fuertes. "Para ser bella hay que ver estrellas" esa es su frase.

- Oh, creo que eso es más triste que Titanic. - Dijo haciendo que sonriera - ¿Eso significa que no puedes comer nada que tenga chocolate?

- Ni chocolate, ni azúcar, ni nada - Me encogí de hombros.

- Definitivamente es más triste que la película de aquel perro.

- ¿Hachiko?

- Esa misma.

Ahora si reí fuertemente y Lucas rió conmigo.

Nos quedamos en silencio por unos minutos hasta que él volvió a hablar.

- Me defendiste. Hoy en el estacionamiento, me defendiste de tu novio.

- Claro. Ellos te estaban ofendiendo sin razón. - Me encogí de hombros - Además, eso es lo que me gusta, defender, por eso quiero estudiar leyes, para ser abogada.

- Serás una gran abogada - Me miró - Yo quiero estudiar artes o arquitectura. Amo dibujar.

- Gracias - Sonreí - Sólo vi uno de tus dibujos pero tienes un gran talento. Serás un gran artista.

- Gracias - Sonrió.

Se acercó a mí y extendió sus brazos, supuse que me iba a abrazar así que me acerqué también, cuando sus manos tocaron mi espalda sentí como me empujó hasta que caí a la piscina.

Saqué la cabeza y lo fulminé con la mirada.

Lucas se estaba riendo.

¡Se estaba riendo!

- ¡¿Por qué rayos hiciste eso?! - Exclamé molesta.

- Te dije que me vengaría, mi hermana todavía se está burlando de mí por hacerme ver como un tonto en la clase de modelaje.

- Tú eres el tonto, yo sólo te dije que modelaras.

- Oh, pues este tonto se va.

Lucas se levantó pero hizo un mal movimiento haciendo que cayera a la piscina también.

Ahora la que no paraba de reírse era yo.

- Esto es lo que me pasa por intentar vengarme de ti ¡No te rías! - Se quejó.

- Es el karma - Dije cuando terminé de reírme.

- El karma me odia.

- ¿Algún día veré tus dibujos? - Cambié totalmente el tema.

- Nunca se los muestro a nadie.

- ¿Y por un batido?

- Tal vez - Sonrió - Es broma. Algún día podrías verlos.

- Espero que sea pronto.

- Tal vez lo sea.

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