El viaje fue un completo desastre para ambos. Alice conoció Disney, gracias a la benevolencia de Aysel y carisma de Kassia. La última no la estaba pasando para nada bien. Volvieron a casa en completo silencio y cada uno volvió a su rutina normal.Alice no volvió a hablar con ninguno. Se sentía avergonzada y culpaba a sus deseos por permitir que se nublara su cordura. Seguía sin entender que había hecho mal para que Maksym creyera que ella no lo deseaba, pero tampoco iba a enfrentarlo. Suficiente tuvo con la vergüenza de dejarse tocar por un extraño y permitirse cosas que no debía. —Cariño, era cortar las cebollas, no hacer un licuado —la voz de Nana la hizo volver a la realidad, Alice miró la cortadora y el pobre artefacto no tenía rastro de nada.—Lo siento... —se disculpó, la voz de Mak se escuchó a lo lejos, logrando que Alice se pusiera nerviosa y tirara una taza—. No te acerques, Nana. Puedo con esto. El silencio invadió la cocina y la presencia del hombre se sintió. Alice se i
Alice estaba sentada la celda mirando hacia la pared. No iba a darle la cara a ninguno y tampoco le apetecía hablar con alguien. Todos eran unos groseros qué al enterarse de que ella era princesa tomaron un bando y decidieron cambiar su manera de ser. Maksym era un bruto hombre de las cavernas. Decirle y hacerle tantas cosas en cuestión de tres días, Tenía las emociones revueltas y la que más estaba presente en ella, era la vergüenza. Se sentía tan avergonzada por todo lo que había pasado qué necesitaba que la tierra se la tragara. —Alice... —la voz de Kassia resonó en el pequeño espacio—, vine para que me acompañes a comer helado. La rubia se giró y miró a la chica entrar al lugar. Se sintió tonta porque pensó que estaba encerrada y resultó que nunca intentó abrir la puerta.—¿Estás bien? —le dió un lugar en la fría cama de metal—. El aire acondicionado no está tan fuerte, pero la cama si está completamente helada.—No importa. Así dejo de sentir estupideces —ambas sonrieron—. Me
Alice salió de la celda echando humo por la cabeza. Era literalmente imposible, pero fue la mejor manera de hacer la comparación para el sentimiento de ese momento. No podía creer que él tuviera las agallas para decir —me equivoqué—. ¿Qué se supone que hacía ahora con toda la rabia que tenía?La manera en la que Maksym la hizo sentir durante días por sus palabras hirientes, la carcomía por dentro. ¿Cómo es que podía ser tan tonta y aceptar simplemente una disculpa? Sentía que carecía de sentido común. Sí, el noventa por ciento de las veces ella era una hipocondríaca sin remedio, pero cuando no pensaba en que moriría por una enfermedad, utilizaba su cerebro. No le volvería a hablar a nadie y como es que la rabia se le estaba pasando tan pronto si apenas había empezado a odiarlo.Alice desapareció del radar de Maksym por casi tres semanas. En donde él estaba, ella no iba y cada vez que podía, se escondía del mafioso. Maksym sabía el juego que estaba haciendo la rubia y la dejó ser. Más
Alice se había ido al jardín con los nervios de punta. Su padre sabía en donde ella se encontraba y era cuestión de tiempo de que él apareciera a buscarla. Se la llevaría al palacio y volvería su sufrimiento... sí... su tortura. No iba a decir que con Maksym las cosas han sido fáciles, pero ha podido caminar libremente y nadie la ha vuelto a golpear.Aquí la gente la respetaba, antes y después de enterarse de que ella era una princesa.—Tengo que escapar... —murmuró muy bajito, mientras caminaba por un laberinto de flores. Quería alejarse de la madre del mafioso.Alice no quería hablar con nadie. Debía volver a planear su huida como cuando se fue de Finlandia. No sabía si podía llamar a la princesa Alena. Ella estaría en Grecia y tenía menos problemas que la princesa Alexa de Suecia. —¿Qué voy a hacer? —se detuvo en seco y miró las enormes paredes de la mansión qué daban a la calle.—Princesa Alice —dijeron su nombre en finlandés, su cuerpo se tensó y se giró, dándose cuenta de que e
Y sí, ambos quedaron encerrados en esa habitación. No había ventanas ni nadie que pudiese molestar. Alice se sentía culpable por lo que haría, pero estaba acostumbrada a querer huir cuando se trataba de su padre.—Hasta aquí escucho tus pensamientos —le dijo el mafioso, acercándola, para abrazarla por la cintura—. ¿Estás bien, Alice?Ella lo miró a los ojos y sonrió. No veía problema en quedarse con él para siempre. Podía decir que le gustaba más de lo que lo odiaba, pero si él solo la quería para sexo... estaba bien. Alice nunca había sentido la necesidad de estar con alguien, pero si la única manera de poder sentir a Maksym era entregándose a él, lo haría. —Estoy bien —él la estudió por unos minutos y aunque su respuesta no lo convenció, no la iba a presionar.—Podemos dejar esto para mañana y así tú...No lo dejó terminar y lo besó. Un dulce y casto beso. Los labios de Alice eran suaves y carnosos. Maksym perdió el poco control qué tenía y profundizó el beso. Su lengua ingresó en
Y pasó lo que era obvio que tenía que pasar. Alice supo el cambio de guardias en la mansión y tuvo unos perfectos cinco minutos para huir de Maksym. Solo abrió la puerta una vez que fue a buscar la ropa en la oficina del mafioso y la cerró después de poner unas almohadas en la cama en forma de cuerpo. Salió disparada de la mansión siendo lo más sigilosa que podía ser en ese lugar. Muchos dormían y los guardias no estaban dentro de la casa por el cambio que empezaba a suceder.Alice salió por la puerta del servicio que no estaba siendo vigilada porque Jack se había movido a recibir un café. El pecho de la rubia dolía al igual que su entrepierna. Caminar no le era sencillo y mucho menos correr. Salió de la casa por la puerta de atrás, y en una esquina al final de la calle se encontraba otra princesa. ¿Cómo Alice tuvo el conocimiento de todo? Porque una vez Nana comentó sobre los cambios en la madrugada y la hora en la que ocurría. Antes de llamar a Alexia de Suecia, ya tenía todo calcu
Ambas princesas llegaron al palacio de Charlottenburg. Para Alice, era la primera vez que pisaba Berlín sin ser la sombra de algo oscuro para su padre. Era el único lugar en donde fue tratada como lo que era. Alguien de la realeza y la heredera de la corona.—Bienvenidas al palacio, princesa Alexia y princesa Alice —saludó el mayordomo—. La emperatriz las espera en su despacho. Ambas caminaron como las princesas qué eran y nadie miró mal a Alice. Teniendo en cuenta de que llevaba ropa de hombre y Alexia... bueno, ella iba perfectamente vestida para un robo al banco. Las dos entraron a la oficina de la emperatriz, que las abrazó al verla a las dos. —Deben estar en muchos problemas para que estén en mi palacio —besó a su sobrina y miró a Alice—. No entiendo como dejaron perder el reino de mi abuelo por alguien como tu padre, cariño.—Su alteza —hizo una leve reverencia, que fue recibida con una sonrisa—, mi padre me está buscando por razones que...—¿En dónde estuvieron? —la interrump
La emperatriz Amaya quiso ayudar de una buena manera a la princesa Alice, pero sin que la chica se diera cuenta. Es difícil la situación en la que se encontraba. Primero, porque Finlandia era manejado por un dictador y segundo, jamás pensó que el país por el que su abuelo tanto había luchado, sería convertido en la voluntad de un hombre que solo quería poder y más poder. No podía intervenir porque iniciaría una guerra sin fin. Simplemente, ningún mandatario podía criticar las leyes ni como manejaba su nación. Leyes que le hubiese gustado cambiar, pero lamentablemente, su abuelo había elegido para ese entonces todo. —¿Qué te ha dicho el médico, cariño? —le preguntó al verla llegar al despacho.—Tengo que desintoxicar mi cuerpo con las hormonas. Es muy pronto para saber cualquier cosa, pero dice que es poco probable un embarazo. Debo esperar unas semanas más para poder tener una respuesta sobre una prueba y ponerme otro método anticonceptivo —le explicó.—Dudo mucho de que te quedes c