Ambas princesas llegaron al palacio de Charlottenburg. Para Alice, era la primera vez que pisaba Berlín sin ser la sombra de algo oscuro para su padre. Era el único lugar en donde fue tratada como lo que era. Alguien de la realeza y la heredera de la corona.—Bienvenidas al palacio, princesa Alexia y princesa Alice —saludó el mayordomo—. La emperatriz las espera en su despacho. Ambas caminaron como las princesas qué eran y nadie miró mal a Alice. Teniendo en cuenta de que llevaba ropa de hombre y Alexia... bueno, ella iba perfectamente vestida para un robo al banco. Las dos entraron a la oficina de la emperatriz, que las abrazó al verla a las dos. —Deben estar en muchos problemas para que estén en mi palacio —besó a su sobrina y miró a Alice—. No entiendo como dejaron perder el reino de mi abuelo por alguien como tu padre, cariño.—Su alteza —hizo una leve reverencia, que fue recibida con una sonrisa—, mi padre me está buscando por razones que...—¿En dónde estuvieron? —la interrump
La emperatriz Amaya quiso ayudar de una buena manera a la princesa Alice, pero sin que la chica se diera cuenta. Es difícil la situación en la que se encontraba. Primero, porque Finlandia era manejado por un dictador y segundo, jamás pensó que el país por el que su abuelo tanto había luchado, sería convertido en la voluntad de un hombre que solo quería poder y más poder. No podía intervenir porque iniciaría una guerra sin fin. Simplemente, ningún mandatario podía criticar las leyes ni como manejaba su nación. Leyes que le hubiese gustado cambiar, pero lamentablemente, su abuelo había elegido para ese entonces todo. —¿Qué te ha dicho el médico, cariño? —le preguntó al verla llegar al despacho.—Tengo que desintoxicar mi cuerpo con las hormonas. Es muy pronto para saber cualquier cosa, pero dice que es poco probable un embarazo. Debo esperar unas semanas más para poder tener una respuesta sobre una prueba y ponerme otro método anticonceptivo —le explicó.—Dudo mucho de que te quedes c
Alice decidió salir a dar una vuelta por el palacio. Sabía que estaba segura hasta cierto punto, pero se sentía asfixiada con sus emociones. Odiaba ser la única que quería, sentía y pensaba. Era difícil para ella imaginar que él pudiera simplemente ser honesto. Alice estaba en aguas turbulentas. Si ella daba un paso en vano, se ahogaría y nadie se daría cuenta. Estaba sufriendo por lo que Maksym no hacía. Estaba sufriendo por lo que el mafioso no decía y sí, estaba sufriendo por lo que su mente le mostraba como verdades.Quería sentarse a llorar, pero tampoco podía hacerlo porque las lágrimas no le salían. Era tanta rabia por todo. ¿Qué le costaba tener una vida normal? No era una mujer egoísta, mala o problemática. Aprendió a recibir todo lo que la vida le tenía preparado y sin quejarse. Las veces se quejó fue golpeada y con Maksym... comprendió que jamás se entenderían.Suspiró y se sentó frente a un lago. Estaba en la parte de atrás del palacio y se podía respirar con tranquilidad.
Maksym desapareció de la vida de Alice como ella lo pidió. Ese efecto duró tres días y dieciocho horas. Con total cautela ella se fue llenando de los guardaespaldas del polaco. Fueron las peores tres semanas para ambos. El mafioso no se pudo acercar más a ella porque debía intentar dejar de ser un dictador de su país. Hasta el mismo presidente le pedía misericordia por ellos. Ninguno había visto o tenido contacto con la princesa, pero el solo hecho de que ella abandonara el país sin ser vista, era una abominación para él.¿Cómo era posible que alguien siendo princesa pase desapercibida? Cualquier persona perteneciente a la realeza, siempre era captada en cámara. ¿Por qué Alice no? Esa eran una de las miles de preguntas que tenía. Si ella no hubiese aparecido en Polonia, jamás la notaria. Todo el mundo conoce a los monarcas, pero a ella nadie la ha visto. ¿Por qué? ¿Por qué nadie la tomó en cuenta? —No hemos encontrado absolutamente nada sobre la princesa. Se sabe que es de la realez
Tres meses después...Todo parecía brillar para ambos. El mundo les sonreía y a Maksym no le cabía en el pecho más orgullo y felicidad. Nunca se había sentido así. La emoción y ansiedad por conocer a su primogénito era algo inexplicable. Alice se había despedido de Alemania y prometió volver para que conocieran a su bebé. Ella agradeció toda la ayuda y aunque la emperatriz sabía desde el inicio que se iría, omitió decir las palabras —te lo dije—. Eso se lo guardaría para una próxima vez que se vieran. Lo único que dudaba es que cuando llegara ese momento, Alice, siguiera siendo princesa y no reina de la mafia polaca.El Sacerdocio estaba de fiesta y por supuesto, la organización del líder polaco. Era el primer bebé en años. La última fue Kassia y la ilusión en toda la mafia se sentía a flor de piel. Los padres de Maksym estaban felices. Sí, hasta su padre. Había aprendido la lección y decidió llevar la fiesta en paz con sus hijos. Extrañaba a su mujer y aunque no había tenido la culp
El centro comercial no estaba muy lejos de la mansión principal. Era seguro para las mujeres y estaban lo suficientemente resguardadas para que Maksym no estuviese preocupado. Ellas entraron a todas las tiendas de maternidad que pudieron conseguir. Las más prestigiosas y simplemente las que más les gustaba. Compraron al gusto de Alice e intentaron mantener los colores neutrales para cambiarlos después de que supieran el sexo del bebé. A Alice le habían encantado los vestidos sueltos y largos. Se dió cuenta de que ahora le molestaba la ropa adherida al cuerpo. Decía que no podía respirar. Y el favorito de las tres, fueron los pantalones de maternidad adaptable. La madre de los chicos se fue a pedir la comida y dejó a Kassia con Alice un rato. Ya habían caminado demasiado y la rubia quería descansar. Por un momento quiso ir a comprar su comida, pero no la dejaron. Era extraño porque no se sentía inútil y tampoco le gustaba que le sirvieran si ella podía ir por su comida.―¿Irás este fi
Condado de Galway-Irlanda.Cada uno de los hombres pertenecientes al Sacerdocio había llegado al rancho de Kylian. El mafioso no cabía de la emoción de poderles enseñar en donde entrenaría a todas sus mascotas. La mayoría de ellos tendría ahora perros guardianes, cosa que a Mak le agradaría. Más que todo porque tiene una conversación pendiente con Kassia. Ella no le dió la cara en todo el vuelo y cuando llegaron al rancho, pensó que se salvaría de su hermano. Todos estaban en el mismo piso porque las otras habitaciones no estaban preparadas para visitantes. El rancho parecía un castillo y tenía un sin fin de hectáreas, que era extremadamente grande. Nadie estaba preparado para el nuevo berrinche de Kassia, para que salieran a defenderla.—¿Qué haces en mi habitación? —Mak dejó la puerta abierta porque no iba a pasar por alto lo que le hizo a Alice.—Vine a arreglar cuentas contigo —le contestó, logrando que ella se tensara—. ¿Ahora si tienes miedo? —Yo no te tengo...—¿Por qué golpea
Alice vió entrar a Mak furioso a la habitación, ella estaba sentada en la cama intentando mantenerse despierta. Últimamente era más lo que estaba dormida que con los ojos abiertos. El polaco estaba completamente molesto con su hermana. ¿Por qué simplemente no podía quedarse tranquila? Estaba generando tensión entre los mafiosos y ya no podía protegerla como quería. Mak era un buen asesino, pero no podía contra el Sacerdocio. Kassia había roto la regla principal de ellos. Sin importar quien fuera, nadie, absolutamente nadie, debía lastimar a la mujer de cualquier líder de la mafia. Por eso Andrea fue asesinado. Por eso los albaneses fueron asesinados. Y por esa misma razón, un convento fue destruido. Alessandra fue maltratada por su padre y lastimada de un sin fin de maneras, que a ella es la única a la que se le aplica la excepción de la regla. No pertenece al Sacerdocio y mucho menos es líder, pero su sufrimiento no se compara con un amor no correspondido. Si Fabrizio decide acabar