Briana corrió hasta mí, gritando mi nombre, asustada al verme recostada. Me abrazó con fuerza, preocupada y no dudé en corresponderle. Sentí que el mundo se me venía encima y me aplastaba cada vez más.
La espada reposaba inútilmente a un costado de mi cadera. No me atreví a usarla contra Kenneth al mantenerme en shock durante la mayor parte del tiempo. Incluso olvidé por completo que la llevaba y después me arrepentí de haberlo cacheteado en lugar de cortar con el filo de mi hoja su inmaculado rostro.
Mi amiga y yo regresamos a mi habitación sin decirnos ni una palabra, no confiábamos en nuestra escolta y solo pudimos relajarnos al llegar a mis aposentos. Mi pulso siguió acelerado al relatarle a mi amiga lo sucedido y al ver su rostro de preocupación supe que no me ten&ia
Mi amado Mael. Perdóname por todo el daño que te he hecho y que te hare. Cuando leas esto ya me habré ido. No tuve el valor de quedarme para decírtelo a la cara simplemente porque no podría soportar ver tu desilusión en ella. Seré sincera por aquí y espero de todo corazón que algún día me perdones, porque yo nunca podré hacerlo. Nunca pude amarte como lo merecías y por eso decido romper nuestro compromiso.Ese día tuviste razón en enojarte conmigo. Me he enamorado de Nathaniel, con él encontré la libertad que siempre busqué y eso me hace bien. Cuando tuviste que irte él vino a trabajar en el palacio y no pudimos separarnos más. No me fui antes por el gran amor que les tengo a
Por un segundo el tiempo se detuvo.Ya no escuchaba nada más que no fuera mi respiración ralentizada, que pasó rápidamente a volverse un jadeo cuando comencé a hiperventilar, presa del miedo.Mael mantenía una expresión en su rostro que dejaba ver claramente una mezcla de molestia, tristeza y decepción. No pude mantener la vista fija en esos ojos atónitos que me culpaban del malestar de su alma. Direccioné mi mirada a Nathaniel, que me observaba fijamente, preocupado, para después caer de rodillas, acercando su mano con lentitud al pecho, en donde la flecha impactó enterrándose en su piel. Las lágrimas se acumularon en mis pupilas y como ríos brotaron con rapidez por mis ojos sin detenerse.—¡Vete! —gritó, viéndome directo a los ojos con la mirada apagada en sus orbes grises. Negué un par de veces con la cabeza y gateé en el césped hasta llegar a él.—N-no —apenas pude hablar. Estaba entrando en desesperación, prueba de ello fue mi pulso tembloroso cuando intenté acercar mi mano a la f
Supe que Mael estaba cerca de mí, pude sentir su enojo y tristeza, como si de alguna forma yo misma lo experimentara. No me atreví a levantar la vista o buscar hablarle. No sabía que decirle. Las cosas no deberían haber sido así.—¿Por qué? —el enojo no era la emoción que predominaba en su voz, la tristeza fue la que me habló— ¿Qué te hice para merecer esto? — escuchar eso en la manera en la que lo dijo fraccionó otra parte de mi corazón. Mael estaba sufriendo.—Tu no hiciste nada. Eres el mejor hombre que una chica pueda tener —confesé, volteando para poder verle de frente.El príncipe caminó cortando la distancia que nos separaba y me tomó de ambos brazos, desforzado, mirándome con agotamiento.—Entonces dime por qué ibas a abandonarme, Helen ¿Cómo puedes hacerme esto cuando te amo tanto? —estaba desesperado, herido, decepcionado y lleno de frustración. Pude ver en sus ojos cuanto le dolía mi traición.—Antes de que esa flecha impactara en el pecho de Nathaniel… —levantó una mano, h
Los minutos se volvieron horas dentro de ese infierno, en donde rogaba a la vida que me permitiera saber algo de Nathaniel. Me torturé pensando que quizá no volvería a verlo, que lo dañarían por mi culpa o que lo dejarían morir solo en el calabozo. La palabra culpa no era suficiente para expresar como me sentía. Una parte de mí quería regresar el tiempo atrás para nunca haberme fijado en él y seguir mi camino al lado de Mae, pero sabía que eso era imposible, mi historia no hubiera podido ser de otra forma y tampoco cambiaria los momentos al lado de mi amado. Ahora solo debía buscar la forma de liberarlo, era lo menos que le debía. Era una mujer egoísta. Si hubiera pensado en el daño que ocasionaría a los demás en lugar de priorizar mis caprichos todo sería distinto. Si tan solo hubiera elegido mantener a Nathaniel alejado y respetar a mi prometido... Seguía sentada recargada a la puerta, mirando con los ojos llorosos la luz del amanecer. Había permanecido en vela toda la noche, con
Pasé otra noche despierta, con los recuerdos atormentando mi velada, repasando cada escena de lo ocurrido una y otra vez, haciendo que a mi mente llegara un rostro en particular, uno que había ignorado y quizá haya tenido más participación en lo ocurrido de lo que aparentó. En el momento que Mael llegó hasta nosotros lo hizo acompañado del Príncipe Kenneth, cuyas palabras hacían ruido en mi cabeza “Debiste haberme escuchado”. ¿Tuvo él algo que ver con la repentina llegada de Mael y su Majestad? ¿Les habrá mandado cartas para informarle sobre Nathaniel y yo? o ¿solo fue una terrible casualidad su regreso al tiempo de mi huida? La puerta crujió abriéndose, obligándome a concentrarme. —¿Pudiste hablar con él? —fue lo primero que dije al ver a Briana hacerse camino en la torre, cargando antorcha en mano, una que fue directo a colocar en su l
“Nadie lo ha atendido aun” “Su majestad no ha decretado ninguna orden sobre su vida” “Que yo sepa tampoco lo han alimentado” “Debes ser fuerte” Fueron las palabras que Briana me dijo cuando fue a visitarme por la tarde, ayudándome a tomar un baño con una tina que apenas si pudieron ingresar por la puerta. Cuando ella se fue y la noche cubrió la torre con su oscuro manto ya no pude aguantarlo más y golpeé la puerta, gritando a todo pulmón el nombre de Mael, en espera de una respuesta que nunca llegó. Lloraba pegada a la vieja madera, anhelando una señal que me diera las fuerzas necesarias para sobrevivir a tal agonía. El cansancio terminó por vencerme y me quedé dormida justo ahí, con la mejilla pegada a la puerta, intentando escuchar lo que fuera tras las gruesas paredes. Sentí que perdí la noción del tiempo y no supe en qué momento me
Los pajarillos cantaban alegres, revoloteando con sus alas de todos colores fuera de la pequeña ventana, como si quisieran hacerme sentir miserable al presumirme de aquella libertad a la que yo jamás tendría acceso. Incluso algunos fueron tan descarados como para adentrarse en la torre y robar de mi comida. De todas formas, terminé agradeciéndoles, pues Bri veía que por lo menos “comía” la mitad de mi plato y eso la tranquilizaba un poco.Estaba siendo injusta con mi amiga, la única que seguía ahí, viendo como día a día me consumía la tristeza y sin embargo, se esforzaba por darme ánimo y mantenerme cómoda pese al lamentable lugar en donde me encontraba. Se esmeraba en arreglarme para mi inminente reencuentro con Mael, trenzando mi cabello y vistiéndome con los vestidos m&aac
Cerré la puerta con mi mente todavía atormentándome. Sus gritos y los golpes en la madera hacían eco en las escaleras, perdiéndose en el silencio del corredor. Helen me rogaba a todo pulmón que acabara con su vida, haciéndome creer que sin ese hombre ya nada más tendría sentido para ella. ¿Cómo es que podía amar más a ese plebeyo por sobre mí? Bajé los escalones un paso a la vez, con su voz dando vuelta en mi cabeza. Odiaba escucharla llorar. No podía seguir oyendo esa voz desgarradora gritando que quería morir. Cubrí mis orejas como si me protegiera de un ruido fuerte, cuando en realidad apenas si era perceptible a mitad de las escaleras. Su traición me quemaba por dentro, consumiéndome cada que imaginaba a mi prometida en brazos de otro hombre. De pronto deseé desde mi enojo no volver a verla jam