Supe que Mael estaba cerca de mí, pude sentir su enojo y tristeza, como si de alguna forma yo misma lo experimentara. No me atreví a levantar la vista o buscar hablarle. No sabía que decirle. Las cosas no deberían haber sido así.—¿Por qué? —el enojo no era la emoción que predominaba en su voz, la tristeza fue la que me habló— ¿Qué te hice para merecer esto? — escuchar eso en la manera en la que lo dijo fraccionó otra parte de mi corazón. Mael estaba sufriendo.—Tu no hiciste nada. Eres el mejor hombre que una chica pueda tener —confesé, volteando para poder verle de frente.El príncipe caminó cortando la distancia que nos separaba y me tomó de ambos brazos, desforzado, mirándome con agotamiento.—Entonces dime por qué ibas a abandonarme, Helen ¿Cómo puedes hacerme esto cuando te amo tanto? —estaba desesperado, herido, decepcionado y lleno de frustración. Pude ver en sus ojos cuanto le dolía mi traición.—Antes de que esa flecha impactara en el pecho de Nathaniel… —levantó una mano, h
Los minutos se volvieron horas dentro de ese infierno, en donde rogaba a la vida que me permitiera saber algo de Nathaniel. Me torturé pensando que quizá no volvería a verlo, que lo dañarían por mi culpa o que lo dejarían morir solo en el calabozo. La palabra culpa no era suficiente para expresar como me sentía. Una parte de mí quería regresar el tiempo atrás para nunca haberme fijado en él y seguir mi camino al lado de Mae, pero sabía que eso era imposible, mi historia no hubiera podido ser de otra forma y tampoco cambiaria los momentos al lado de mi amado. Ahora solo debía buscar la forma de liberarlo, era lo menos que le debía. Era una mujer egoísta. Si hubiera pensado en el daño que ocasionaría a los demás en lugar de priorizar mis caprichos todo sería distinto. Si tan solo hubiera elegido mantener a Nathaniel alejado y respetar a mi prometido... Seguía sentada recargada a la puerta, mirando con los ojos llorosos la luz del amanecer. Había permanecido en vela toda la noche, con
Pasé otra noche despierta, con los recuerdos atormentando mi velada, repasando cada escena de lo ocurrido una y otra vez, haciendo que a mi mente llegara un rostro en particular, uno que había ignorado y quizá haya tenido más participación en lo ocurrido de lo que aparentó. En el momento que Mael llegó hasta nosotros lo hizo acompañado del Príncipe Kenneth, cuyas palabras hacían ruido en mi cabeza “Debiste haberme escuchado”. ¿Tuvo él algo que ver con la repentina llegada de Mael y su Majestad? ¿Les habrá mandado cartas para informarle sobre Nathaniel y yo? o ¿solo fue una terrible casualidad su regreso al tiempo de mi huida? La puerta crujió abriéndose, obligándome a concentrarme. —¿Pudiste hablar con él? —fue lo primero que dije al ver a Briana hacerse camino en la torre, cargando antorcha en mano, una que fue directo a colocar en su l
“Nadie lo ha atendido aun” “Su majestad no ha decretado ninguna orden sobre su vida” “Que yo sepa tampoco lo han alimentado” “Debes ser fuerte” Fueron las palabras que Briana me dijo cuando fue a visitarme por la tarde, ayudándome a tomar un baño con una tina que apenas si pudieron ingresar por la puerta. Cuando ella se fue y la noche cubrió la torre con su oscuro manto ya no pude aguantarlo más y golpeé la puerta, gritando a todo pulmón el nombre de Mael, en espera de una respuesta que nunca llegó. Lloraba pegada a la vieja madera, anhelando una señal que me diera las fuerzas necesarias para sobrevivir a tal agonía. El cansancio terminó por vencerme y me quedé dormida justo ahí, con la mejilla pegada a la puerta, intentando escuchar lo que fuera tras las gruesas paredes. Sentí que perdí la noción del tiempo y no supe en qué momento me
Los pajarillos cantaban alegres, revoloteando con sus alas de todos colores fuera de la pequeña ventana, como si quisieran hacerme sentir miserable al presumirme de aquella libertad a la que yo jamás tendría acceso. Incluso algunos fueron tan descarados como para adentrarse en la torre y robar de mi comida. De todas formas, terminé agradeciéndoles, pues Bri veía que por lo menos “comía” la mitad de mi plato y eso la tranquilizaba un poco.Estaba siendo injusta con mi amiga, la única que seguía ahí, viendo como día a día me consumía la tristeza y sin embargo, se esforzaba por darme ánimo y mantenerme cómoda pese al lamentable lugar en donde me encontraba. Se esmeraba en arreglarme para mi inminente reencuentro con Mael, trenzando mi cabello y vistiéndome con los vestidos m&aac
Cerré la puerta con mi mente todavía atormentándome. Sus gritos y los golpes en la madera hacían eco en las escaleras, perdiéndose en el silencio del corredor. Helen me rogaba a todo pulmón que acabara con su vida, haciéndome creer que sin ese hombre ya nada más tendría sentido para ella. ¿Cómo es que podía amar más a ese plebeyo por sobre mí? Bajé los escalones un paso a la vez, con su voz dando vuelta en mi cabeza. Odiaba escucharla llorar. No podía seguir oyendo esa voz desgarradora gritando que quería morir. Cubrí mis orejas como si me protegiera de un ruido fuerte, cuando en realidad apenas si era perceptible a mitad de las escaleras. Su traición me quemaba por dentro, consumiéndome cada que imaginaba a mi prometida en brazos de otro hombre. De pronto deseé desde mi enojo no volver a verla jam
—¡Auxilio! —el grito de ayuda llego a mis oídos como un susurro proveniente de la torre. No dudé en correr escaleras arriba, yendo de dos en dos con mi pulso acelerado, teniendo un mal presentimiento. Al acercarme la voz se oyó más fuerte, con el toque de angustia en ella—¡Alguien ayúdeme! ¡Por favor! —reconocí a la dama de compañía de Helen aferrada al marco de la puerta, llorando fuera de la torre.—¿Qué sucede? —pregunté asustado al verla tan conmocionada.—Alteza, es Helen —me tomó del brazo para llevarme adentro, olvidando por completo el protocolo.No tuve tiempo de reaccionar y mi mente quedó en blanco al encontrarla tirada en el suelo junto al
Acaricié su mano, pensando en cuanto daño nos habíamos hecho estos últimos días. Dentro y fuera del palacio los rumores ya debieron esparcirse. No tenía idea como nos verían de ahora en adelante y francamente poco interesaba. Cortaría la mano de quien se atreviera a señalar a la Princesa de alguna falta. Helen siempre temió lo que el pueblo pensaba de ella y si alguien se atrevía a juzgarla o burlarse de ella, eso la entristecería mucho. La princesa amaba a sus súbditos y siempre temió no cumplir con sus expectativas. Cuando despertara lo mejor sería decirle que lo ocurrido era un tema que se quedaría solo dentro del palacio y que todos los involucrados tenían prohibido hablar de ello. Ella era muy sensible y una mentira piadosa seria lo mejor.Mi padre acababa de irse, después de hacer las pac