Valentine se termina de vestir bajo el ojo atento de Barbie, de quien no estoy muy segura si quiere fulminarlo o comérselo con la mirada, pero no le dice una sola palabra. También me mira a mí, pero yo se la devuelvo, porque no le voy a permitir que intente culparme por su relación con el chico, después de todo, yo le advertí.
Además, nada hubiera logrado con oponerme, después de todo, ella es como yo y nada se interpone entre ella y lo que quiere lograr, por más advertencias que le dé.
Hasta cierto punto la comprendo, después de todo, yo me acosté con un hombre lobo sin saber que lo era, pero mi experiencia es muy diferente a la suya, porque Valentine es su pareja destinada, su príncipe azul en un caballo blanco, capaz de subir a la torre o acabar con el dragón, si se diera el caso.
En cambio, no había nada parecido como el amor entre Adrien y yo, así que solo encontré al lobo malo del cuento, el que se quería comer a mi abuelita o el que quería derribar mi
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Las lágrimas se van secando a medida que voy corriendo, tratando de poner distancia entre las palabras de Aike, las cuales todavía me hieren, ya que solo me recuerdan lo que hice y la razón de por la cual nunca volveremos a estar juntos. "Que una humana pueda querer a un lobo y no odiarnos a todos a tal punto de querer destruirnos". Tampoco es que vine a buscar su perdón, que por lo visto, está muy lejos de que ocurra en algún momento, mientras siga aquí. El viento refresca mi cara con cada paso que doy, pero no aclara mi cabeza, la cual pareciera que fuera feliz torturándose a sí misma, con todas las palabras que siguen rondándome y tal parece que no voy a descansar de escucharlas. “¿Por qué sigues en mi mundo, Sia Savage?” Es lo que me preguntó la voz en mis sueños esta madrugada y ahora no tengo la menor idea de cómo contestar esa pregunta. Yo creía que era porque quería enmendar todo el daño que causé aquí, incluyendo a la persona
― ¡Pero es que ella es nuestra enemiga, Kala! ―le grita su tía, la cual estoy totalmente segura de que quiere sangre y, para ser más específica, si sale de mis venas, mucho mejor. Su cara está totalmente roja, a pesar de que se contiene ante la presencia de su sobrina. Su declaración causa murmullos entre los espectadores, aunque no todos parecen estar de acuerdo con Amaya, así que ella agrega algo más, ya que es claro lo que busca, la aprobación de la manada entera. ―Ella hizo que mataran a nuestro verdadero alfa, al que injurió con una sarta de mentiras, todo para quedarse con lo que es nuestro―asegura, tratando de ganarse a su público, que ahora la miran y asientan con la cabeza, en medio de otros con cara dubitativa―ella es la causante de todos nuestros problemas ahora, sin contar a que somos asechados por esos lobos omegas. ―Sé todo lo que ha hecho esta mujer, tía―le responde, tratando de calmarla y mirando a todos los espectadores―ella ha causado toda n
"¿En serio esta loba piensa que somos unas blandengues?", se burla Aella. "Yo en realidad me siento como si no hubiéramos pasado la piyamada de anoche, junto a Zeira", le digo, "gente que quiere que yo sepa cosas, pero se hacen las interesantes". "Gente que nos subestima", agrega mi loba interior. "Gente que no me conocía de antes, cuando comía miedo frito en el desayuno", le añado y ella se ríe. Decido terminar de arreglarme e ir hasta el bar para tomar uno de los refrescos de la pequeña nevera, sin importarme qué se le pueda antojar a la invasora indeseable que me persigue. Luego me siento en la sala, con la querida Kala detrás, quien se sienta enfrente de mí y, una vez instalada, decido tomarme todo mi tiempo para responderle a su pregunta sarcástica, mientras le doy un sorbo a mi bebida. ―Eso no es cierto―le respondo con demasiada sorna en mi voz, como para que no lo note―me refiero a hacer exactamente lo mismo―le digo y tomo otro sorbo de
"¿Eso fue una amenaza?", inquiere Aella de lo más molesta, en cuanto ve que Kala sale como un remolino devastando todo a su paso, "¡ahora sí que tenemos la excusa perfecta para arrancarle la cabeza". "¿Crees que eso nos ayude con la popularidad por aquí?", le indico y ella resopla. "Pues, con todo eso de que debemos mucho y tal, supongo que no", reconsidera y yo doy un suspiro, "pero ella es… ¡ARG!", grita de la pura rabia dentro de mí y yo trato de disimular delante de Myrtle que debe creer que estoy loca de remate, por la manera en que la estoy mirando en este momento. ― ¿Te sientes mal? ―me pregunta y yo arqueo las cejas, tratando de parecer inocente, de lo cual estoy segura de que mi nana no se come el cuento. ―No, para nada―le digo tragando en seco―solo dame unos minutos―le pido sentada en la salita y ella prepara algo en la bandeja llena de comida que trajo Cesar. "Te entiendo bien, Aella", le digo y empiezo a olisquear en el aire el del
La cara de Barbie es una mezcla entre asombro, tristeza y otra cosa más que no sé definir. También veo las caras de todos los demás, algunos de los cuales habían escuchado la historia, pero jamás de mis labios. De hecho, algunos quieren retirarse, al darse cuenta de que es algo muy íntimo, una historia que nadie quiere contar en público, a menos, claro, que seas un psicópata o algo por el estilo. ―No se vayan, por favor―les pido―creo que todos deben saber la razón por la cual actué como lo hice y no es que quiero que me perdonen, solo que conozcan mi versión. Entonces, ellos vuelven a tomar sus asientos y yo siento un escalofrío en mi columna vertebral, pero respiro hondo. Tampoco es que es fácil confesarlo, porque es la declaración definitiva de que yo lo hice sin la influencia de nada ni de nadie. La prueba fehaciente de que soy la culpable. No Adrien, no Aella. Solo yo. ―Fue cuando desperté en la noche, luego de que te fueras―comienzo mi hi
"¿Qué?", dice Aella enojada, "no me importa que sea el beta de la manada o lo que le dé la gana, ¡yo lo mato!". "Quieres calmarte", le pido, porque está demasiado iracunda para escuchar razones, tanto, que me está haciendo gruñir, lo que provoca un pequeño grito de Barbie, "si te diste cuenta, somos muy fieras y tal, pero aquí hay varios que quieren hacer lo mismo con nosotras". "Pero es que nos comparó con esos lobos apestosos", señala con un bufido de frustración. "Está hablando de que está buscando algo", trato de hacerla entrar en razón, pero la entiendo, porque esa comparación en particular es odiosa, considerando que los tipos querían abusar de Barbie y de mí. ―Entiendo que no sea tu favorita, Van, pero compararme con esos lobos asquerosos no solo resulta mala idea, sino que me hace replantearme si en verdad quiero reconciliar nuestras diferencias, porque, ¿en serio, Van? ¿me parezco a esos lobos repugnantes? ―le indico con una ceja levantada―pe
Doy un respiro, dos y hasta tres, con tal de calmarme, por toda la rabia que me produce el solo pensar que mi historia se repite una y otra vez, gracias a los lobos de Bernard. La verdad es que no me puedo enojar todavía, después de todo y como bien lo ha dicho Zayn, estas son solo conjeturas, necesitamos una prueba de todo lo que estamos diciendo, porque, de ser cierto, no solo se trata de expulsarlos de las fronteras de los Zafiro o los Luna, también habrá que erradicarlos a todos del mapa. Y entonces, un sabor agrio sube hasta mi garganta solo de pensar en el hecho de que están convirtiendo a más personas en lobo y que para ello están matando humanos. La sola idea me revuelve el estómago, sobre todo porque esos lobos omega de linaje antiguo o lo que sea parecen invencibles y están muy lejos de que podamos acabarlos. "Igual hay que buscar la manera de acabarlos, aunque no hayan convertido a nadie", me recuerda Aella, "son malos y punto". "Son malos
―Yo diría que los interrogarán primero―le indica Van con una sonrisa bastante tonta―creo que he visto algunos libros con algunas torturas interesantes que se les aplicaban a lobos en el pasado, nada que hagamos aquí, por supuesto. ―Creo que recuerdo una, cariño―le indica Mara siguiendo su juego―me parece que le decían ala de pollo o algo así. ―Oh, sí, esa es mi favorita―le responde su pareja destinada―le toman las manos al lobo y se la colocan hasta atrás, con una estaca punzándole la espalda―explica y yo trato de disimular mi horror, como siempre―creo que hace cantar a cualquiera con tan solo unas horas de tortura, eso está garantizado―le asegura. Entonces los dos lobos se notan nerviosos, cada uno en su celda, pero uno de ellos respira hondo y mira con desprecio a Van, como si quisiera atacarlo. ―No caigas en su trampa, Xavier―le dice el reo con rabia en la voz y su compañero hace un bufido―ellos no se atreverán a nada, son unos blandengues. Les enc