Capítulo 59

Cuando me encuentro en el umbral de la puerta de la habitación, me encamino al cuarto de baño para darme una ducha larga, sin importarme la manera en que ruge mi estómago, y es que necesito tranquilizarme, ya que todo lo que me está pasando está llevando a los límites de lo que puedo soportar.

"Sabíamos que esto no iba a ser fácil", me dice Aella, mientras me quito mi ropa.

"Claro que lo sabíamos, solo que no han pasado veinticuatro horas y todo nos ha reventado en la cara", le contesto, "tienes que reconocer que es demasiado”.

"La ducha siempre nos ha ayudado", señala y miro los chorros de la regadera con las cejas arqueadas.

“Ojalá, porque ni siquiera en sueños podemos estar tranquilas”, agrego y me introduzco a la ducha.

En cuanto abro la llave empiezo a tallar mi cuerpo de los restos de saliva y de la sangre seca que no pude eliminar cuando ya estaba en el camino hasta la casa de la manada.

La ducha hace su magia en mi piel, como s

Johana Grettel

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