Cuando abro los ojos y tomo conciencia de a dónde me encuentro en este momento, me doy cuenta de que estoy toda sudada por esa pesadilla terrible y si aún tuviera corazón, diría que está corriendo a mil por hora.
Y como lo más morboso que pudiera hacer en este instante, utilizo mi oído para captar los sonidos de la habitación de al lado, pero no se escucha absolutamente nada.
"Deben estar durmiendo", me digo.
"Debe haber sido la pesadilla", me responde Aella.
"Pero pudo haber pasado, después de todo, Aike es insaciable", le recuerdo y ella se queda callada esta vez.
Decido irme a cambiar de ropa, ya que no quiero volver a la cama y que todo se repita.
"¿Por qué sigues en mi mundo, Sia Savage?", me dijo la voz de mujer en la pesadilla.
"¿Fuiste tú la que preguntó eso en sueños?", cuestiono a Aella, ya que no sé explicar esa p
Cuando me encuentro en el umbral de la puerta de la habitación, me encamino al cuarto de baño para darme una ducha larga, sin importarme la manera en que ruge mi estómago, y es que necesito tranquilizarme, ya que todo lo que me está pasando está llevando a los límites de lo que puedo soportar. "Sabíamos que esto no iba a ser fácil", me dice Aella, mientras me quito mi ropa. "Claro que lo sabíamos, solo que no han pasado veinticuatro horas y todo nos ha reventado en la cara", le contesto, "tienes que reconocer que es demasiado”. "La ducha siempre nos ha ayudado", señala y miro los chorros de la regadera con las cejas arqueadas. “Ojalá, porque ni siquiera en sueños podemos estar tranquilas”, agrego y me introduzco a la ducha. En cuanto abro la llave empiezo a tallar mi cuerpo de los restos de saliva y de la sangre seca que no pude eliminar cuando ya estaba en el camino hasta la casa de la manada. La ducha hace su magia en mi piel, como s
―Definitivamente, esto fue envenenamiento―dice un voz conocida, la cual se escucha como si estuviera en un cuarto contiguo―afortunadamente interviniste a tiempo, ya que solo lo probó. ―Si solo lo probó y se ha desmayado, no quisiera saber si se hubiera tomado todo el vaso―le responde otra voz por demás conocida, una que hace que me duela en el lugar donde antes se encontraba mi corazón―me pregunto por qué no me di cuenta hasta que ella empezó a beberlo. ―De seguro el aroma de los otros alimentos estaban ocultando el veneno―le dice Van con una sonrisa―sabemos todo lo que a los lobos nos encanta el tocino en la mañana―añade y me río, pero trato de que no lo noten― ¿dices que la comida te la trajo Cesar? ―Así es―le responde Aike―pero él la retiró de la cocina, tal como había solicitado. ―Entonces pudo haber sido cualquiera, porque ahí todo el mundo entra a hacer la labor del comedor y la limpieza, además―le contesta el primero, que me parece que es Van―n
Acelero a todo lo que mis piernas me dan, sin importarme que alguien me siga, total, si hay algo que quieran los lobos en este momento es que desaparezca, que salga a toda máquina derrotada, tal como me siento ahora. Tomo por el jardín hacia el bosque, percatándome de que tengo los pies desnudos. Supongo que me quitaron los zapatos en cuanto me desmayé, para estar más cómoda. Pero no tengo tiempo ahora para pensar si algo cubre mis piés y que evite que me pueda lastimar con una espina o piedras filosas, después de todo, soy una loba, capaz de curarme de las heridas rápidamente. Las ramas de los árboles golpean mi cara y brazos, a medida que avanzo, dejando marcas de latigazos que se desaparecen casi tan rápido como se forman.Entonces me doy cuenta que estoy en un camino conocido, uno que me conduce a un lugar que pudo haber sido mi refugio, mientras eludía la presencia del antiguo alfa, donde me encontró Mara para disculparse. Lo que necesito ahor
La cueva se llena de nuestro gruñidos, mientras nos medimos a paso lento, como si estuviéramos en una danza, de la cual no pienso salir sino peleando hasta que ya no pueda más. Si fuera yo sola, haría lo posible por escapar, pero no puedo, porque yo metí en esto a mi mejor amiga y no pretendo abandonarla a su suerte. Ambos lobos están listos para arremeter a la vez, los muy cobardes, así que también tengo el lomo totalmente encrestado y la baba sale de mi boca a cada paso que doy, para que entiendan que no me van a amedrentar. No les voy a permitir lastimar a Barbie, aunque tenga morir en el intento. “¿Podemos comunicarnos mentalmente ahora?”, me pide Aella, “has enlace mental con ellos y con suerte, alguien más nos escuchará”. "¿Crees que vengan a ayudarnos?", me burlo de su petición, "de seguro esperarían a que muriera y luego se encargarían de darle muerte a estos lobos", le digo y ella pone los ojos en blanco. "Puede que no vengan
Valentine se termina de vestir bajo el ojo atento de Barbie, de quien no estoy muy segura si quiere fulminarlo o comérselo con la mirada, pero no le dice una sola palabra. También me mira a mí, pero yo se la devuelvo, porque no le voy a permitir que intente culparme por su relación con el chico, después de todo, yo le advertí. Además, nada hubiera logrado con oponerme, después de todo, ella es como yo y nada se interpone entre ella y lo que quiere lograr, por más advertencias que le dé. Hasta cierto punto la comprendo, después de todo, yo me acosté con un hombre lobo sin saber que lo era, pero mi experiencia es muy diferente a la suya, porque Valentine es su pareja destinada, su príncipe azul en un caballo blanco, capaz de subir a la torre o acabar con el dragón, si se diera el caso. En cambio, no había nada parecido como el amor entre Adrien y yo, así que solo encontré al lobo malo del cuento, el que se quería comer a mi abuelita o el que quería derribar mi
Las lágrimas se van secando a medida que voy corriendo, tratando de poner distancia entre las palabras de Aike, las cuales todavía me hieren, ya que solo me recuerdan lo que hice y la razón de por la cual nunca volveremos a estar juntos. "Que una humana pueda querer a un lobo y no odiarnos a todos a tal punto de querer destruirnos". Tampoco es que vine a buscar su perdón, que por lo visto, está muy lejos de que ocurra en algún momento, mientras siga aquí. El viento refresca mi cara con cada paso que doy, pero no aclara mi cabeza, la cual pareciera que fuera feliz torturándose a sí misma, con todas las palabras que siguen rondándome y tal parece que no voy a descansar de escucharlas. “¿Por qué sigues en mi mundo, Sia Savage?” Es lo que me preguntó la voz en mis sueños esta madrugada y ahora no tengo la menor idea de cómo contestar esa pregunta. Yo creía que era porque quería enmendar todo el daño que causé aquí, incluyendo a la persona
― ¡Pero es que ella es nuestra enemiga, Kala! ―le grita su tía, la cual estoy totalmente segura de que quiere sangre y, para ser más específica, si sale de mis venas, mucho mejor. Su cara está totalmente roja, a pesar de que se contiene ante la presencia de su sobrina. Su declaración causa murmullos entre los espectadores, aunque no todos parecen estar de acuerdo con Amaya, así que ella agrega algo más, ya que es claro lo que busca, la aprobación de la manada entera. ―Ella hizo que mataran a nuestro verdadero alfa, al que injurió con una sarta de mentiras, todo para quedarse con lo que es nuestro―asegura, tratando de ganarse a su público, que ahora la miran y asientan con la cabeza, en medio de otros con cara dubitativa―ella es la causante de todos nuestros problemas ahora, sin contar a que somos asechados por esos lobos omegas. ―Sé todo lo que ha hecho esta mujer, tía―le responde, tratando de calmarla y mirando a todos los espectadores―ella ha causado toda n
"¿En serio esta loba piensa que somos unas blandengues?", se burla Aella. "Yo en realidad me siento como si no hubiéramos pasado la piyamada de anoche, junto a Zeira", le digo, "gente que quiere que yo sepa cosas, pero se hacen las interesantes". "Gente que nos subestima", agrega mi loba interior. "Gente que no me conocía de antes, cuando comía miedo frito en el desayuno", le añado y ella se ríe. Decido terminar de arreglarme e ir hasta el bar para tomar uno de los refrescos de la pequeña nevera, sin importarme qué se le pueda antojar a la invasora indeseable que me persigue. Luego me siento en la sala, con la querida Kala detrás, quien se sienta enfrente de mí y, una vez instalada, decido tomarme todo mi tiempo para responderle a su pregunta sarcástica, mientras le doy un sorbo a mi bebida. ―Eso no es cierto―le respondo con demasiada sorna en mi voz, como para que no lo note―me refiero a hacer exactamente lo mismo―le digo y tomo otro sorbo de