Capítulo 87

A la mañana siguiente, Ariam emergió de su sueño temprano, sumergida en la penumbra de la habitación. Sus ojos se posaron con suavidad en el rostro sereno de Derek mientras descansaba. Era una visión de belleza masculina, una obra de arte esculpida por los dioses. Observarlo de esa manera, tan relajado y apacible, despertaba en ella un sentimiento de admiración y un deseo incontenible. Parecía un ángel... pero no uno ordinario, sino un ángel con un toque de maldad, una seducción excesiva que emanaba de cada poro de su piel. Derek era un ser demasiado sexy y atractivo para resistirse.

Ariam decidió levantarse y salir a correr un rato, sin esperar más, se levantó, se colocó una ropa deportiva adecuada se calzó las zapatillas deportivas y se aventuró a correr por los vastos jardines de la mansión de Aurelio. Cada paso resonaba en su interior, llevándola a un remolino de recuerdos de la noche pasada en la que Derek la hizo gritar su nombre en éxtasis, una y otra vez. Él era un hombre dota
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