Aquella noche, Madelaine tuvo que compartir la cama con la pelirroja que no le agrada ni un poquito. Era tan mentirosa que a la joven le daban ganas de tirar del cabello de la mujer hasta dejarla calva. La detestaba, le recordaba a las malvadas que salía en las películas, la típica mujer insistente que no se quedaba de brazos cruzados hasta conseguir lo que quería.
La joven estaba al tanto de las intenciones de Shelley, sabía que intentaba por todos sus medios conseguir que Warrick se fijara en ella, pero eso jamás lo podría conseguir. Porque sus planes se verían frustrados por Madelaine, ya que que no dejaría que se le acercara siquiera a su novio, no le importaba si era necesario utilizar los métodos que guardaba bajo la manga. Por otro lado, necesitaba hacer que Warrick creyera lo que ella le decía de la pelirroja, pero este parecía no darse cuenta de la obsesión de la mujer hacia él.—Ingenuo —dijo en voz alta mientras ordenaba su ropa en la maleta.De regreso a la residencia Harrington , la pareja iba charlando sobre lo bien que les fue en el campamento. Habían disfrutado de grandes paisajes que les brindaba el parque que visitaron. La noche anterior tuvieron una velada romántica que les sirvió de gran ayuda para reconciliarse. Madelaine y Warrick estaban enamorados y no iban a permitir que nada ni nadie se interpusiera en su amor. Siquiera la pelirroja de Shelley que intentó de todo para separarlos. Al llegar a la mansión, el reloj marcaba las ocho de la noche. Así que decidieron darse una ducha y descansar del viaje. Bajaron del auto cargando las maletas, e ingresaron al interior del cálido hogar.—¿Te puedo hacer una pregunta? —inquirió Madelaine subiendo las escaleras.—Ya lo estás haciendo —la joven giró la cabeza mirándole con seriedad—. Venga ya, es broma. —Muy gracioso, eh —puso los ojos en blanco.—¿Qué quieres saber? —la joven se detuvo a mitad del pasillo.—¿Po
La alarma sonó a la hora exacta que había programado Madelaine la noche anterior. Somnolienta se levantó de la cama mientras se dirigía al baño arrastrando los pies en la madera fría. Cepilló sus dientes, se lavó el rostro con agua helada del grifo para terminar de despertarse. Luego se metió a la ducha dándose un baño rápido, sino llegaría tarde al trabajo. Trabajo.Aquella palabra la hizo abrir los ojos desmesuradamente ocasionado que chocara contra Warrick que venía entrando al dormitorio de la joven. —¡Auch! —chilló sobando su frente.—¿Te hiciste daño? —preguntó alarmado—. Déjame ver.—No, no. Estoy bien —emitió la joven mostrándole la zona golpeada.—Lo siento cariño —dijo Warrick plantándole un beso en la frente. —No te preocupes, solo fue un golpe, además fuí yo la que tropezó contigo por estar en las nubes —dijo restándole importancia—. Voy a arreglarme, ya es tarde y no quiero ser impuntual en mi primer día
Pero a la tal Harper no le hizo ninguna gracia, bueno a ella de por sí nada le parecía gracioso. De hecho, era la más creída y con aires de superioridad de la empresa. Muchas veces había intentado seducir a Warrick, pero este la dejó en su lugar vez tras vez ante las insistentes proposiciones indecentes de su secretaria. Si no la había despedido aún era porque hacía bien su trabajo y Harrington había sabido manejar la situación con ella. De lo contrario ya la habría echado de su empresa, no toleraba ese tipo de comportamiento por parte de sus empleados. —Bien, ¿qué quieres saber? —preguntó Harper con fastidio.—No lo sé, eh, ¿Qué haces tú? Así tendré una idea más o menos de lo que debo realizar —el rostro de la secretaria se contrajo de disgusto.—¿Disculpa? —soltó ofendida—. No linda, nuestra labor no tiene nada en común. Tú eres una simple asistente personal, que en otras palabras va detrás del jefes como su perrito faldero, te encargarás de lleva
Los días transcurrieron rápidos, o así le pareció a la joven Madelaine que llevaba trabajando poco tiempo en la empresa y estaba ajetreada con las tareas que le había puesto su jefe. A pesar de nunca haber trabajo antes en una empresa de vino y licores, no tenía experiencia en ese campo laboral, la joven se sentía a gusto con lo que aprendía del resto que le explicaba sin ningún problema.Como todas las mañanas, Madelaine despertaba temprano para ir a la empresa. Ese día había amanecido con un terrible dolor de cabeza, todo era causa de la alocada noche llena de alcohol que tuvo con Warrick. Decidieron divertirse, pero las cosas no salieron del todo bien, pues la resaca que tenía la joven no la dejaba ni alzar un músculo de la cara sin evitar sentir la cabeza a punto de estallar. Se incorporó de la cama y notó que Warrick no estaba en la habitación, así que se dirigió a la ducha dándose un baño de agua fría para ver si calmaba la migraña que tenía en ese momento.
Nos le tomó mucho tiempo llegar a la empresa, se dirigieron al despacho de Warrick pasando por alto las miradas de los empleados que estaban pendientes de cada movimiento de ellos dos. La mayoría se la pasaba cotillando de la pareja, pues veían cierta química entre el jefe y la nueva asistente personal. Esto aún no había llegado a oídos de Warrick, que no estaba al tanto de los rumores que esparcían sus empleados. Por otro lado, Madelaine había logrado escuchar algo de aquel rumor cuando se encontraba en el baño y algunas compañeras de trabajo comentaron de ella y el jefe. Pero prefirió no comentarle nada al respecto, igual nadie podía comprobar de la relación amorosa que ambos mantenían.La puerta del despacho fue abierta de pronto, haciendo Madelaine se sobresaltara. Levantó la vista encontrando a Warrick que venía con cara de pocos amigos. Se acercó al escritorio sin dedicarle una mirada a la joven que lo veía curiosa.—¿Estás bien? —no pudo evitar preguntarle.<
Se vistió y tomó su mochila junto a las llaves del auto deportivo de su jefe, se subió al asiento de cuero y encendió el motor. Agradecía a su hermano por haberla enseñado a conducir, así no dependía de otros en ese tipo de situaciones. Agarró su móvil marcando a su amigo Cris, este contestó al primer tono. —Hola, ¿Qué ha...—¿Sabes que le ha pasado con Warrick? —le interrumpió—. Lo llamé hace minutos atrás y sonaba extraño, no lo sé, como si sucedió algo de lo que no estoy enterada.Un suspiro se escuchó del otro lado de la línea.—¿Dónde estás? —preguntó el joven.—Voy hacia tu casa, no tengo idea por dónde queda, ¿Puedes enviarme la dirección? —emitió la chica.—Sí, ya te la envío, aquí te cuento —dijo finalizando la llamada.Aquellas palabras le subieron la ansiedad a mil a la joven Madelaine, intentó calmarse para no entrar en pánico. No tenía idea de lo que ocurría a su alrededor, pensó que le había ocurrido algo
Se tumbó en el colchón agarrando su móvil que se encendió al desbloquearlo con la huella. Entró en el chat de Stephen leyendo el mensaje que le había enviado hace una hora atrás. Stephen: Hola pequeña, ¿Qué tal todo por allá? Me enteré de lo del señor Harrison, ya imagino lo devastado que debe estar Warrick. Por eso me he tomado tres días en la empresa para ir a visitarlos. Llegaré esta noche.La joven abrió los ojos desmesuradamente, mientras se incorporaba de la cama de un salto. El movimiento fue tan rápido que de pronto se sintió mareada, le entraron una enormes ganas de vomitar que no pudo retener y salió disparada hacia el baño. Se hincó de rodilla en el suelo y expulsó todo el vómito en el retrete. Luego se enjuagó la boca para quitar el desagradable sabor asqueroso. Observó su reflejo en el espejo, notando las mejillas pálidas y oscuras marcas debajo de sus ojos, se veía demacrada. Vertió agua en su rostro, se sentía fatigada y débil, por lo que tuvo que s
Al día siguiente, los hermanos Hampson se levantaron temprano para preparar juntos el desayuno. Warrick se había despertado al escuchar el ruido provenir de la planta de abajo, así que fue a ver que sucedía encontrándose a los hermanos moviéndose de aquí para allá en su cocina. El sitio estaba hecho un desastre, trastes en el fregadero, y un montón de comida que Madelaine se hallaba emplatando.Al verlo, la joven le sonrió acercándose a él con cautela, puesto que su hermano estaba a poco metros de ellos.—Buen día, ¿Pudiste descansar? —saludó besando su mejilla.Harrington recorrió su rostro con la mirada, viendo que se había ensuciado con harina. Estiró la mano con intención de limpiarla, pero recordó que Stephen estaba justo detrás de la joven.—¡Ah, pero miren, la bella durmiente ya se ha despertado! —expresó Stephen sosteniendo una sartén y vistiendo un delantal rosado—. He preparado huevos revueltos con tocino, además de unas tostadas f