Warrick tomó una bocanada de aire. En su cabeza había un montón de cosas que quería soltar, hablarle de la verdadera razón por la que no quería involucrarse con ella. Porque hacerlo conllevaría a explicarle detalles del pasado que aún no estaba preparado de decir en voz alta, se rehusaba a recordarlos, ya que sería como volver a hurgar en esa herida que le costó años cicatrizar.
—No puedo darte una respuesta en este momento, porque ni yo sé cuál es. Y estaría siendo egoísta de mi parte hacerte promesas que luego quizás no cumpla —se limitó a decir.El rostro de la joven se contrajo. Le dió la espalda a la joven caminando hacia la puerta.—Huir es de cobardes, y es lo que siempre haces —dijo Madelaine con lágrimas en los ojos—. Inicias un juego que no te atreves a terminar, quedas a mitad del partido porque no eres más que un perdedor. ¿Es lo que harás cada vez que intente acercarme a ti para tratar de comprenderte? ¿Huir?Warrick se detuvo con lLa joven Madelaine se disponía a bajar al living, cuando se cruzó en el pasillo a Warrick que venía en dirección contraria. Ambos se quedaron mirando en silencio, no sabían cómo comportarse luego de lo ocurrido la noche anterior. Harrington tomó la iniciativa de hablar, ya que la joven no hizo ningún amago en saludarlo siquiera.—Hola, ¿Dormiste bien? —se mostró interesado.—Sí, la verdad es que sí. Prefiero la cama para mí sola que compartirla —su comentario salió mordaz.—Vale, pues me temo que hoy te tocará compartirla —emitió Warrick con el mismo tono.—Entonces ya sé para dormir en el sofá —respondió tajante.—Ya —resopló cansado de la estúpidas peleas sin sentidos—. Dejemos de comportarnos como unos críos y hablemos como dos adultos.—No, no tengo nada que hablar contigo —se negó la chica retomando su camino.—¿Ahora quién es la que huye? —se detuvo al escucharle decir aquello.Se giró para enfrentarlo, pe
Sin embargo, la puerta fue abierta repentinamente, rompiendo con el apasionado beso de la pareja que se miraron avergonzados ante la presencia del serio mayordomo. El señor los miró incómodo. —Oh, aquí está la escoba que buscaba —dijo Madelaine en un intento fallido de salvar el momento—. Es que he ensuciado la alfombra de la habitación y no tenía la más remota idea de cuál de todas estas escobas era la adecuada. Pero ya la he conseguido, así que adiós.Agarró la mano de Warrick saliendo del lugar, dejando a un confundido mayordomo que procesaba todo y por supuesto no se tragó el disparate de la joven. Mientras tanto, Madelaine empujó a Harrington dentro de la recamara que ocupaban y cerró la puerta con pestillo. Suspiró aliviada. Warrick se comenzó a carcajear agarrándose el estómago, su risa contagió a la chica que se unió a sus estridentes carcajadas.—¿De dónde sacas tantas ocurrencias? —emitió luego de cesar las risas d
Después de cenar, Warrick se retiró con Madelaine alegando que estaban cansados e iban a descansar. Pero realmente fue una excusa para escaparse juntos fuera de la mansión del señor Fischer. —¿No vamos a cambiarnos de ropa? —inquirió la joven viendo que Warrick se dirigía a la puerta de la entrada.El aludido se giró y repasó su vestimenta.—¿Es por el calzado? —señaló los altos zapatos de tacón que llevaba la chica.—Sí, no sé a qué lugar me llevarás. Y caminar con esto es incómodo —hizo una mohín. —Descuida, eso es lo de menos —le aseguró tomando su mano y arrastrándolos fuera de la casa. Subieron al auto y salieron del aparcamiento. Ambos sonrieron cómplices, habían logrado escabullirse de la mansión sin ser descubiertos. Aunque quizás el señor Fisher lo notaría, pero eso sería lo de menos, Warrick y Madelaine no temían ocultar lo que tenían. Que se querían mutuamente. Es más, lo quería gritar a los cuatro vientos para que se enteraran de lo suyo.Aunque era algo difícil de proc
—Demasiado, no hay ni un minuto que no lo extrañe —bajó la vista a la mesa.—Me imagino. Sé lo que se siente —musitó bajo la chica—. Pero, no se puede devolver el tiempo atrás. —Tristemente no —concordó tragando el nudo que se había formado en su garganta—. Bueno, ¿Te parece si ordenamos la comida?Preguntó dirigiendo la conversación a otra parte. —Vale, está bien. Muero de hambre.Warrick negó con la cabeza divertido. Al cabo de un rato, la pareja decidió caminar por la playa. Andaban descalzos sintiendo la arena fría bajo sus pies, tomados de la mano como dos enamorados que disfrutaban de la primera cita. —¿En qué piensas? —preguntó la joven viendo a Warrick.—La verdad es que en muchas cosas —dijo absorto en sus pensamientos—. Me cuesta asimilar que esto esté pasando, tú, yo. Me he negado a entregarle mi corazón a alguien más desde... hace años.Madelaine lo miró curiosa, quería preguntarte qué era eso que tanto lo estaba atormentando. Porque sin duda sucedió algo en su pasado
Aquella mañana fue la mejor para Warrick, despertó al lado de la joven que dormía plácidamente con la cabeza recostada en su pecho. Las sábanas blancas cubrían sus cuerpo, el de ella resaltaba, tenía una piel de porcelana que la hacían ver como una muñeca delicada, de esas que debe de ser tratada con cuidado, pues de lo contrario podría dañarla, romperla. La contempló en silencio, recorriendo su rostro angelical. Inmediatamente los dedos de Harrington acariciaron el precioso perfil de la joven, esta al sentir el suave tacto se removió. Abrió los ojos y parpadeó varias veces, acostumbrándose a la luz que se filtraba por las persianas. —Buenos días princesa —susurró Warrick con voz ronca. —Buenos días —imitó Madelaine sonriente, besando castamente los labios de él—. ¿Qué hora es?—Las doce del mediodía —respondió tranquilo. —¡¿Las qué?! —gritó la joven abriendo los ojos desmesuradamente—. Olvidé llamar a Stephen, prometí que lo haría temprano y...—Hey, descuida —le dijo pegándola a
Madelaine se colgó de su cuello, temblando de pies a cabeza mientras el llanto se intensificó. Warrick consternado, la envolvió en sus brazos pegándola a su pecho. No entendía que sucedía pero guardó silencio y palmeando la espalda de la chica, la consoló susurrándole al oído.—Shh, desahógate cariño —besó la coronilla de su cabeza. Madelaine apretó entre sus puños la camisa de Warrick. Le dolía la garganta de tanto llorar. Después de unos minutos, el llanto cesó y poco a poco se fue reponiendo. —¿Puedo quedarme hoy en casa? —preguntó con voz pastosa. Harrington se separó unos centímetros para verla. Tenía las mejillas enrojecidas, igual que su nariz y sus ojos hinchados. —Sí, claro que puedes —dijo pasando su pulgar por el rostro de la joven, secándole las lágrimas—. ¿Qué ha pasado? Porque hay una razón para que te hayas puesto así, ¿No? Madelaine agachó la cabeza asistiendo.—Mañana es el aniversario de la muerte de Abby, mi mejor amiga —murmuró sorbiendo su nariz. —Oh, lo lam
—¿Qué tienes en mente? —preguntó Madelaine besándolo fugazmente en los labios. —Unos socios irán a un campamento que queda a las afuera de la ciudad, el lugar es increíble. Además te ayudará a despejarte de todo —explicó acunando la mejilla de la joven. —La verdad es que me vendría bien. Mañana será un día muy sentimental para mí y lo más seguro es que la pasaré encerrada en la habitación. Es hora de ir cambiando eso, ¿No? —No pienso dejarte sola, me duele verte sufrir. Si necesitas desahogarte, estaré para ti, nunca te guardes lo que sientas, expresarlo te ayudará a sanar —la acercó a su pecho y envolvió en sus brazos. —Te quiero —dijo Madelaine desde lo más profundo de su corazón. —Yo más cariño —imitó Warrick.(...)La noche era fresca, así que la pareja decidió salir a caminar un rato por la bulliciosa ciudad. Iban tomados de la mano mientras bebían el chocolate caliente que compraron en la cafetería. Madelaine divisó a un hombre a lo lejos, su rostro le pareció familiar, pe
Cuando era una niña, Madelaine le encantaba ir a la montaña con su abuelo Malcolm. Solía llevarse su cámara, esa que Stephen le regaló y tenía colgada de su cuello día y noche sin soltarla. La jovencita amaba la naturaleza, captar momentos únicos de los animales que habían en aquel lugar tan maravilloso. Se sentía en un paraíso, y a la hora de marcharse de allí le costaba mucho a la pequeña, hasta el punto de lloriquear. Su abuelo debía darle un dulce para que la niña no estuviera triste, él no soportaba ver sus ojitos llenos de lágrimas. Malcom hacía lo que fuera por su pequeña saltamontes, como le llamaba a la joven Madelaine, pues no estaba quieta ni por un segundo. Brincaba de aquí para allá sin parar. Madelaine sonrió nostálgica, recordando a su abuelo. Lo extrañaba demasiado, su sonrisa espontánea, esa mirada de un azul intenso que con el tiempo se opacó. Sin embargo, brillaban cada vez que sus nietos pasaban tiempo junto a él. La joven no sabía que hubiera