Capítulo 2
Punto de vista de Anaiah

Empiezo a toser, haciendo que me duelen las costillas. Mi loba intenta ayudarme a sanarme rápido, pero como no nos transformamos tan a menudo como los demás, mi curación no es tan buena como la de otros lobos.

Me esfuerzo por ponerme de pie, pero Eunice me patea las piernas y vuelvo a caer. Pone su tacón sobre mi cuello y cierro los ojos, esperándome lo peor.

“Con solo presionarte un poco más, podré sacarte de tu miseria”, me dice. Se me acelera el corazón y mi loba gruñe, aunque no puede pelear en esta situación. Chalo, mi loba, tiene un gran espíritu de lucha, ella me lo concedió, pero yo sé cuándo rendirme para poder sobrevivir, cosa que ella no.

Chalo toma el control, y usando su fuerza, pateo a Eunice en las piernas, haciéndola caer al suelo. Sus secuaces gritan asustadas, pero nadie se atreve a detenerme. La ira me consume, la adrenalina me impulsa, y me lanzo sobre ella, golpeando su rostro una y otra vez. Pronto, los hombres que estaban entrenando nos rodean. Algunos nos animan a seguir peleando mientras otros observan en silencio, pero Eunice, desde que éramos jóvenes, solo aúlla pero no muerde.

Siento un hormigueo en la piel mientras me levantan de encima de Eunice con fuerza, pero mi loba aún no ha terminado con ella, así que pataleo y grito.

“¡Suéltame, maldición!”, le grito a quien me lleva lejos de allí. Salto del hombro de quien me carga y estoy punto de darle un puñetazo, pero me detengo al ver que es Amos. Se ve tan atractivo con sus pantalones cortos de baloncesto, su cabello despeinado y, sobre todo, su impresionantes pectorales. No puedo evitar mirar su cuerpo musculoso y tragar saliva. Al notar que lo estoy mirando, él me sonríe y me sonrojo involuntariamente, apartando la mirada.

“¿Estás causando problemas, omega?”, me pregunta con voz enojada.

“¡Ella me atacó primero!”, le replico.

“Serás castigada por lo que hiciste. ¿Sabes quién es ella?”, me gruñe, empujándome contra un árbol. Gimo de dolor por el golpe en mi espalda. Me rodea el cuello con la mano y me lo agarra con fuerza.

“Ella es tu maldita Luna”, me grita con fuerza.

Intento golpearlo, pero es como golpear una pared. Finalmente, me suelta y caigo al suelo, inhalando todo el aire como puedo.

Se agacha junto a mí y me mira con una suavidad que nunca antes había visto mientras yo lo miro con furia. Sus ojos se vuelven oscuros, y me di cuenta de que está contactando con alguien. Se aclara la garganta y me dice: “Te encerrarán en el calabozo los próximos días”. Abro los ojos con horror.

“¡Pero ella fue la que empezó!”, le digo.

Me han encerrado en el calabozo algunas veces. Es un lugar desagradable, oscuro y aterrador. Los guardias allí son los más inmorales que hay, golpean a los delincuentes y agreden sexualmente a las mujeres que les gustan. Me golpearon unas veces, pero gracias a Dios, no me violaron.

Se levanta para irse, pero se gira y me dice: “Antes de que se me olvide, te diré que te rechazo como mi pareja y futura Luna”.

Me quedo en shock mientras sus palabras resuenan en mis oídos. No digo nada ni reacciono. Amos era mi pareja. Tiene veinticuatro años, así que sabía que estábamos emparejados, pero se quedó de brazos cruzados mientras cómo me golpeaban y abusaban de mí.

Amos está de pie delante de mí, sin remordimiento alguno.

“¡Guardias!”

Unos cuantos guardias corren hacia nosotros, inclinándose ante él. Detrás de ellos está Eunice, con los ojos rojos y su cabello rubio despeinado. Se quedó cortes en la cara y los labios. Ella se para junto al Alfa para susurrarle algo al oído, y después de pensarlo, él asiente con la cabeza.

“Enciérrenla, azótenla todos los días hasta que yo diga basta”, ella les ordena con voz suave, pero con los ojos fijos en Amos. Un pinchazo en mi mejilla me vuelve a la realidad, y me toco la mejilla. De repente, empiezo a llorar, sin tener ni siquiera tiempo para secarme las lágrimas, porque me agarran de los brazos y me arrastran unos metros lejos de los dos.

Una vez en el calabozo oscuro, me tiran al suelo como un saco de papas y salen de allí. Siento que se me aprieta el corazón y que en mi interior un fuego arde. Sollozo por primera vez en mucho tiempo. Lloro por la horrible vida que vivo desde que tenía trece años, por el abandono y el odio de mis padres, y por Amos, el que era mi pareja. Pensé que cuando encontrara a mi pareja, él me amaría y me protegería como debería hacerlo, pero hoy, él me hizo perder todas mis esperanzas, mi loba se retira a la parte oscura de mi mente, y aúllo, sintiéndome más sola que nunca.

Los días pasan muy rápido, y cada día los guardias vienen a azotarme ferozmente con sus látigos. Mi espalda está llena de cortes y desgarros de carne, por eso supongo que me veo repugnante. Solo me permiten una comida al día: pan y agua.

No sentía a Chalo desde que Amos nos rechazó. Ella está deprimida y triste, igual que yo. Me levanto del suelo frío y me llevo una mano al pecho mientras digo: “Yo, Anaiah Ross, acepto tu rechazo”. No siento que el vínculo se rompe de mi lado, sin embargo, Amos lo sentirá y experimentará un dolor sin igual.

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