Dasha Petrov Miré mi reflejo en el gran espejo del baño de la universidad y sonreí al recordar las escenas de la noche anterior con Alek, como luego de una larga sesión de besos me había dejado en mi casa, prometiendo que al día siguiente mandaría a alguien de confianza por mí. Y, así fue como Faddei, su chofer, pasó por mí y me trajo a la universidad en tiempo record. Todo ha pasado tan rápido que la verdad no sé qué pensar. Jamás imaginé que al salvarle la vida a uno de los narcotraficantes más importantes del país, dos meses después estaría con él compartiendo una escena romántica y permitiendo que conociera más de mí y mis demonios. No negaba que sentía muchísimo miedo al saber con qué tipo de persona me estaba relacionando, pero aún así no podía negar que me gustaba más de lo normal y al tenerlo cerca se me olvidaba hasta la hora. Y lo que más me mantenía entusiasmada al respecto era su visible interés en mí, como me miraba, sus gestos y manera de tratarme. El día anterior
Dasha Petrov Abrí los ojos ligeramente al notar como los rayos del sol comenzaban a colarse por la pequeña ventana de la habitación, recordando al instante que a primera hora tenía un compromiso con Sergei; uno de mis clientes con respecto a las clases y que no podía faltar ya que recibiría un pago extra por explicarle algunas ecuaciones. Teniendo esto en mente y en contra de mi voluntad, intenté levantarme rápidamente, pero unos gruesos brazos sujetando mi cuerpo me lo impidieron, por lo que al instante mi cerebro se puso a trabajar y casi al instante llegaron a mí escenas de la noche anterior. Joder. Aún dándole la espalda a Alek, toqué sus manos ligeramente para asegurarme de que no había sido solo un sueño y solo para estar aún más segura, bajé la mirada hasta donde se encontraba su agarre y casi muero de la emoción al corroborar que si era real, que habíamos dormido juntos y que él aún dormido, seguía sujetando mi cuerpo con posesividad. Respiré tan hondo como mis pulmones me
Alek VólkovTerminé de abotonar mi camisa con impaciencia y por enésima vez miré el reloj en mi muñeca izquierda comprobando que solo faltaban pocas horas para que Dasha llegara a casa.Salí de mi habitación rápidamente y fui hasta la cocina, encontrándome en el trayecto con varios de mis empleados corriendo de un lado a otro, preparando la cena y, a su vez, dejando todo en perfecto orden. Cuando me vieron, me saludaron con educación y siguieron en lo suyo, yo por mi parte, solo los miré con cara de pocos amigos y posteriormente subí mi mano izquierda a la altura de mi cara señalandoles el reloj.Si Dasha llegaba a casa y los encontraba en la cocina preparando la sorpresa que tenía para ella, los despediría a todos sin pagarles ni un solo centavo.Se suponía que a esa hora ya todo debía estar listo y aún estaban en mi cocina terminando de preparar la jodida comida con la que pensaba sorprenderla.¡Joder!Caminé hasta el comedor y sonreí al notar como la mesa se encontraba perfectamente
Dasha PetrovTomé con delicadeza el cubierto, pinché un poco de la comida que tenía el elegante plato y lo llevé a mi boca, degustando el exquisito caviar rojo que Alek había mandado a preparar para esta noche. Las velas encendidas encima de la mesa le daban un toque elegante y único a la velada, sin mencionar los pétalos de rosas esparcidos por doquier y el increíble olor a canela que había en todo el ambiente. Se notaba que quién había decorado todo lo había hecho con mucha dedicación y paciencia, pues a simple vista no podía encontrar defecto alguno. Alek tomó mi mano derecha por encima de la mesa y se la llevó a sus labios, besándola con una lentitud increíble y, todo esto, sin dejar de mirarme. —¿Te gustó la comida, pequeña? Asentí lentamente. En ese preciso momento me sentía incapaz de hablar, mis mejillas debían estar más rojas que un tómate y la timidez había ocupado el lugar de mi valentía. Él se levantó de la mesa ante mi atenta mirada, se posó a mi lado y me tendió la
Dasha Petrov Me encontraba en una de las clases que más odiaba y con el profesor más estricto de la facultad, por lo que la incomodidad en el ambiente se podía notar a kilómetros. Dejé de prestarle atención en cuanto noté como comenzó a hablar de un tema que la verdad no tenía nada que ver con la clase. Así que para distraerme, miré por la ventana lo nublado que se encontraba el tiempo y no pude evitar pensar en lo mucho que amaba ese tipo de clima. Coloqué la palma de mi mano encima de mi quijada y me quedé embelesada mirando el paisaje pensando en Alek. Despertar por segunda vez junto a él fue verdaderamente mágico, y aún más al dormir en una cama tan espaciosa como la suya y con aire acondicionado. Sonreí al recordar lo mucho que me había costado salir de la cama debido a sus infinitas muestras de cariño. Pero para ser sincera, se me hacía imposible poder resistirme a un beso suyo y aún más al notar cómo reaccionaba mi cuerpo ante su toque. Era algo automático y que no podía cont
Dasha PetrovBajé del auto en cuanto el mismo se estacionó en la casa de Alek y sin esperar demasiado comencé a caminar nuevamente hasta la salida sin mirar atrás a pesar de que sabía que el recién nombrado seguía mis pasos. —¡Dasha, detente ahora mismo! —gritó a mis espaldas con voz dura pero aún así lo ignoré y continúe con mi camino. Varios de sus hombres se encontraban de pie en sitios estratégicos haciendo su trabajo y al notar la escena me miraron sorprendidos, pero aún así no me dirigieron la palabra en ningún momento ni se interpusieron en mi camino. Continúe caminando hasta que visualicé el enorme portón negro de la entrada. Quise voltear para confirmar si Alek aún venía detrás de mí, pero a los pocos segundos no me hizo falta hacerlo, ya que sus pasos se seguían escuchando pero esta vez con más fuerza y más cerca. Luego de la escena que habíamos protagonizado en la universidad, Alek me había obligado a venir con él a su casa, pues desde un principio me había rehusado a ha
Dasha Petrov —Y-yo nunca he estado con nadie, Alek —confesé avergonzada y bajando la mirada. Él tomó nuevamente mi rostro entre sus manos y me hizo mirarlo, y, al hacerlo, me perdí en el azul de sus ojos. —Eso lo sé, y créeme que más feliz no puedo estar al saber que serás completamente mía en cuerpo y alma. —Acortó la poca distancia que había entre nosotros y me besó con pasión, robándome el aliento. Le seguí el beso permitiéndole la entrada de su lengua a mi boca, posé mis manos en su nuca y lo acerqué más a mí. Él tomó mis caderas entre sus manos y me pegó más a él —si es que eso era posible—, y al instante sentí el gran bulto entre sus pantalones, ruborizándome al instante. En definitiva, su amigo era demasiado grande. Se separó y me miró nuevamente a los ojos. —Desnúdate para mí, ángel. —pidió contra mis labios. —¿Y si no te gusta lo que ves? —Desde muy pequeña me sentía acomplejada con mi cuerpo, por lo que tener algo de seguridad conmigo misma a estas alturas era algo ca
Dasha PetrovBusqué con la mirada a Sergei por toda la cafetería pero no lo encontré, por lo que decidí darme la vuelta para buscarlo en la biblioteca o los salones de clases, pero eso no hizo falta ya que al voltear vi como venía caminando con paciencia.Puse mi mejor sonrisa y sujeté fuerte entre mis manos la cajita con el regalo que había preparado para él —a escondidas de Alek— para pedirle disculpas por lo sucedido días anteriores. Él al verme me sonrió de vuelta y agradecí internamente al saber que no se encontraba molesto conmigo por lo ocurrido. —Hola, cara de papa —lo saludé en cuanto estuvo frente a mí. Levantó una ceja sorprendido por mi comentario.—Mi cara es demasiado hermosa como para que la compares con la de una papa, chica chicle —solté una carcajada al oír el apodo que tenía para mí. Cuando nos conocimos nos caímos súper mal, pues él quería que yo le hiciera todas sus asignaciones pendientes de gratis, y, además, que le explicara todo lo que no entendía en clases