Alek VólkovMoscú, Rusia / 1992Miré con recelo el arma entre mis manos y comencé a temblar al sentir lo fría que estaba y todo su peso entre mis manos. —Dispara —ordenó papá con voz firme. Volteé a verlo con miedo y tragué grueso al comprender que no tenía salida; debía disparar sí o sí. Volví a mirar al frente y comencé a sudar cuando noté como aquel joven de cabello negro y tez morena se retorcía en la silla donde se encontraba amarrado. Tenía una mordaza en su boca por lo que sus gritos se escuchaban estrangulados. Si no estaba equivocado, no debía de tener ni unos veinte años, pues parecía muy joven a simple vista. Aunque claro, no lo era tanto como yo, que apenas tenía doce años y ya me encontraba apuntando con un arma a mi primera víctima. La primera de muchas. —Te vuelvo a repetir lo que debes hacer y te juro que la segunda bala que saldrá de esa pistola irá directamente hasta tus partes nobles, y no me importa que seas mi hijo. Mis manos comenzaron a temblar al oírlo y
Dasha Petrov—Puedo ir sola, Faddei —murmuré con desdén al notar como el susodicho me seguía los pasos por toda la mansión. —Lo sé, señorita. Pero se me ha dado la orden de que esté con usted en todo momento, yo solo hago mi trabajo. Entré a la cocina y lo miré venir detrás de mí también, cerré los ojos, respiré hondo y le pedí paciencia a Dios en silencio. Saludé a varios de los empleados que allí se encontraban y me puse manos a la obra con mi desayuno. Faddei por su lado se quedó de pie en una esquina de la cocina, observando todos mis movimientos. Desde la discusión que había tenido con Alek hacía días atrás, Faddei no dejaba de seguirme los pasos y no podía salir sola para ningún lado porque ahí estaba él. —En vista de que no me dejaras sola ni para ir al baño, siéntate mientras preparo el desayuno para los dos —le señalé el taburete de la cocina, donde los empleados a veces comían y él sonrió antes de sentarse a verme cocinar. Las muchachas de servicio me miraban pero aún
Dasha Petrov Luego de la maravillosa bienvenida con la que Alek había recibido a Sergei, logré calmarlo y convencerlo de que lo dejara entrar, y bueno, fue así como accedió a regaña dientes y gracias a ello nos encontramos sentados en la biblioteca como cual comadres conversado. Algo que se cuenta y no de cree. Alek se sentó a mi lado mientras que Sergei lo hizo en uno de los muebles que se encontraba frente a nosotros. —¿Nos puedes dejar solos? Necesito hablar a solas con mi amiga —dijo Sergei mirando a Alek con cara de pocos amigos. —De aquí no me voy hasta que tú te largues de mi casa, y lo que tengas que hablar con mi mujer lo haces frente a mí. Y si no te gusta, te largas por donde viniste —respondió Alek con desdén. —¡Ya basta, por favor! —pedí ya cansada de la situación —. Sergei, lo que quieras hablar lo puedes hacer con Alek presente, no hay problema —sabía que iba a ser demasiado incómodo, pero no tenía opción. Alek no se iba a ceder y menos sabiendo que al hacer
Dasha Petrov—Sigue la luz, por favor —pidió el médico con cautela y le obedecí al instante. Luego de que Sergei se fuera de la mansión, Alek había mandando a llamar a un médico para que el mismo me revisara, pues luego de unos minutos acostada en el sofá de la biblioteca, el dolor en mi cabeza se volvió más fuerte y se me hizo imposible seguir fingiendo que todo estaba bien. Así que, Alek molesto conmigo por no decirle lo que estaba pasando, llamó al médico de la familia y este llegó en tiempo record. Me trajeron a la habitación y aquí me hicieron esperar a que llegara, que no se tardó más de 20 minutos en aparecer por la puerta de la habitación con un maletín negro, su característica bata blanca y una sonrisa amable en el rostro. Era un hombre ya mayor, era realmente alto, se veía ya conservado y lo que más llamaba la atención eran sus ojos azules, y, además, tenía las suficientes canas en su cabeza y barba como para calcularle unos 60 años o quizá más. Ya tenía algunos minutos
Alek Vólkov Apreté la pistola entre mis manos mientras observaba como la madre de Sergei regaba las plantas del jardín de su casa, ese idiota parecía no querer salir, por lo que mi paciencia se estaba acabando, pero aún así debía seguir esperando si quería que mi plan saliera a la perfección. Después de haberlo corrido de la mansión, tuvo los santos huevos de ir a la delegación a formular una denuncia en mi contra por daños y perjuicios en su contra. Afortunadamente dentro de la policía tenemos agentes infiltrados y miembros de la misma que gracias a una gran suma de dinero, nos informan de absolutamente todo y nos dan luz verde a la hora de pasar mercancía de un estado a otro. Gracias a ello pude detener su jugada a tiempo y no verme envuelto en un escándalo. Ese imbécil me las pagaría una a una. Vlad se encontraba a mi lado sin decir una sola palabra. Desde que lo había llamado para que me ayudara en esto no dudó mi un segundo en aceptar. Sabía que más que un favor, lo hací
¡Holaa! ¿Cómo están? Me alegra muchísimo poder saludarlxs y, además, saber que les está gustando la historia de Dasha y Alek. He leído por ahí que quisieran un maratón, y créanme que estoy trabajando en ello, pero justo ahora me encuentro en proceso de mudanza y ha sido un completo estrés el escribir y cumplir con mis responsabilidades diarias. Pero, aún así, les prometo que muy pronto tendremos doble maratón. Esto en agradecimiento por todo su apoyo, puesto que ya el libro tiene 10k de leídas y la verdad es que me encuentro muy feliz y agradecida con todos ustedes, de verdad. Pd: No olviden dejar sus opiniones en cada capítulo, leerlos me anima a seguir. Y por último, recuerden tomar awita, los tqm. 💙
Dasha Petrov Miré por última vez a los alrededores de la casa y cuando me aseguré de que no había ningún guardia de seguridad cerca, corrí tan fuerte como mis piernas me lo permitieron hasta el área trasera de la mansión. Me escondí al lado de una columna de la casa cuando sentí la presencia de alguien cerca y traté de respirar de manera normal intentando que mi frenético corazón dejara de latir tan rápido, algo completamente imposible teniendo en cuenta que había corrido más kilómetros de los que podía resistir. Para mi desgracia, la mansión tenía demasiadas hectáreas de terreno y áreas verdes, por lo que mi plan de querer escapar de la misma se estaba haciendo algo difícil, pero no imposible. Aún así, decidí no rendirme y cuando volví a confirmar que los guardias que estaban cerca ya se habían ido, volví a correr nuevamente hasta el portón de la salida. Luego de que Alek saliera de la mansión como alma que lleva el Diablo, me quedé en la habitación con los nervios de punta y sin
Dasha PetrovLas crudas palabras de Drew aún resonaban en mi cabeza, logrando que las lágrimas brotaran de mis ojos sin sesar. —Sabes que te considero parte de mi familia, Dasha. Eres como la hermana menor que nunca tuve y créeme que lo que te digo no es por maldad, al contrario —tomó mi rostro entre sus manos, como también tenía por costumbre hacer Alek, y me obligó a mirarlo—. Cuando me enteré de que estabas saliendo con alguien, te juro que me alegré demasiado por tí, hasta fui a tu antiguo departamento a buscarte para que me contarás todo, pero Vladimir me comentó que ya no estabas viviendo ahí. —Luego de una fuerte discusión que tuve con él, me corrió y desde ese día estoy viviendo con Alek —expliqué luego de unos segundos. —¿Y ese tal Alek te trata bien? —Acarició mis mejillas con sus pulgares y cerré los ojos por unos segundos al disfrutar la sensación. —Como nadie nunca lo había hecho —admití por primera vez en voz alta. —¿Y siempre supiste que era un mafioso? ¿O te enter