Capítulo 38
—Antonio ya ha contactado con el hospital en Francia. Te enviarán al extranjero en tres días.—

Al escuchar la noticia de ser enviada al extranjero, ella suplicó suavemente, con los ojos llenos de renuencia. —Juan, no quiero irme. Quiero quedarme en Santiago contigo y nuestro hijo.—

La cara sombría de Juan no mostró signos de suavizarse y se mantuvo firme.

Elena se acercó, agarrando el brazo de Juan, sus ojos llorosos suplicaban:

—Incluso si no consideras a nuestro hijo, piensa en mi hermana Celeste. Ella murió debido a la relación con tu familia Los Ramírez. No puedes tratarme así...

—La situación de Celeste fue culpa nuestra como Los Ramírez, pero aún así debes irte.

Al escuchar las palabras de Juan, Elena perdió completamente su fuerza y se desplomó en el sofá.

La atmósfera en la habitación era pesada, y Juan se sentía sofocado quedándose en casa.

Coincidentemente, sonó la llamada de Daniel.

—¿Has visto las tendencias?— preguntó Daniel desde el otro lado del teléfono.

Juan
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