Capítulo 396
Leandro sonrió suavemente y apretó la mano de Lina en silencio.

—También estoy intrigado por esa pregunta... Pero, tarde o temprano, el zorro siempre muestra su cola.

Mientras tanto, en el país, en Santiago.

Sara estaba tumbada junto a la playa disfrutando del sol, con un vaso alto en la mano agitando el líquido rojo en su interior, entre sorbo y sorbo, completamente relajada.

—Señor Ramírez, ¿por qué poner esa cara tan seria? ¿Por qué no te sientas y tomamos algo juntos?— Juan la miraba desde arriba, esta mujer, con un rostro extrañamente desconocido, de alguna manera le transmitía una sensación de familiaridad.

—Señorita Díaz, ¿cuál es su precio?— Juan preguntó directamente, sin un ápice de calidez en su tono.

Sara sonrió irónicamente, arqueando una ceja.

—Señor Ramírez, eres muy directo. Pero me pregunto, ¿con qué identidad y posición estás aquí hoy para verme? Recuerdo... que tú y Lina ya se habían divorciado.

Juan no quería perder el tiempo. Venía a ver a Sara solo para
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