Capítulo 44
Juan no podía ignorarla y irse; estaba decidido a llevarse a Lina, independientemente de su voluntad.

Al llegar al piso superior, escuchó las noticias sobre la lesión de Andrés y, al ver la aparente despreocupación de Lina, se dio cuenta de que la había malinterpretado.

El corazón de Juan latía con dolor.

La mirada de desprecio de Lina desde el otro lado era como un látigo invisible, golpeándolo en la cara y haciéndole imposible reunir el coraje para acercarse, incluso para hacer preguntas fingidas.

¿Confianza? Parece que también fue algo que no pudo darle a Lina durante su matrimonio.

Lina salió del hotel, donde una ambulancia con médicos bajó una camilla corriendo hacia adentro.

Ella llamó al mayordomo para que enviara un auto y notó la expresión de Juan, que llevaba un traje.

—Te llevaré—dijo Juan con un tono tranquilo, mostrando un poco de disposición a negociar.

Lina frunció el ceño con frialdad, sus ojos brillaban con determinación. —No es necesario, no quiero ensuciar el
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