Puerto Escondido, Oaxaca. — ¡Alexia! —exclamó—. Tranquilízate por favor —solicitó. —No quise hacerlo —expresó al mirar al médico—, lo lamento tanto —murmuró con voz trémula. Connor frunció el ceño. — ¿A qué te refieres? —cuestionó con voz tranquila—, estoy para escucharte —expresó al darse cuenta que aquella chica hablaba con mucho dolor—. Mírame a los ojos —solicitó, al ver como comenzaba a cambiar su postura, buscando ocultarse como si tuviera un caparazón. —No puedo —hipó—, siento que me ahogo —dijo con dificultad la chica. —Respira profundo —Connor estiró su mano y acercó un aceite esencial, que guardaba en su reluciente bata blanca, eso hizo que la joven enfocara su mirada en él, al percibir el aroma lavanda, cedro y manzanilla—. Cierra los ojos —solicitó. Alexia hizo lo que le solicitó, sintiendo cómo le iba aplicando un poco de ese aceite en la sien, las muñecas y detrás de los oídos. —Inhala profundo —pidió al colocar el pequeño roll on frente a su nariz. Luego de perm
Después que el aire les faltó, ambos se separaron sintiendo como sus torsos subían y bajaban ante aquella demostración de afecto que acababan de darse.Iñaki se reflejó en la mirada color avellana de ella, y ladeó los labios.—Luces hermosa —refirió sin ocultar un brillo en su mirada.—Gracias, el vestido es perfecto, no comprendo cómo es que lo organizaste todo tan rápido.—Ya lo venía planeando, desde hace un par de días —confesó—, había hablado con el juez, por lo que ya tenía todo listo, deseaba sorprenderte, que mejor momento que este. —Acarició su mejilla con ternura.—Vaya que lo hiciste. —Sonrió con dulzura.Iñaki la estrechó por la cintura, entonces «Più bella cosa by Eros Ramazzotti», se escuchó en el idioma natal de Antonella, italiano.«… Com'è cominciata io non saprei, La storia infinita con te, Che sei diventata la mia lei, Di tutta una vita per me.».Antonella se estremeció, al instante ancló sus brazos a su cuello y comenzó a balancear con delicadeza su cuerpo, dejándo
Puerto Escondido, Oaxaca.Un estruendoso ruido, al caerse una charola metálica con material de curación, hizo que Alexia quien estaba durmiendo, abriera los ojos de golpe, con el corazón latiendo desbocado.— Tranquila —las manos de Connor la tomaron por sus hombros—, se cayeron algunos objetos por accidente —manifestó.Giró su cabeza, observando el cubículo en el que se encontraba.— ¿Qué hora es? —cuestionó confundida.—Cerca de media noche —contestó el jóven médico.— Dormí mucho tiempo —refirió, sentándose sobre la camilla en la que reposaba.—Necesitabas descansar —externó él—. Ya tengo tu alta, lista —expresó—, la aseguradora del vehículo se hizo cargo —mencionó—, te van a traer unos papeles para que los firmes y ya podrás retirarte.—Así lo haré. —La chica se intentó poner de pie, y de inmediato Connor la ayudó.—Despacio —solicitó.— ¿Cuánto tiempo tengo que usar este collarín?—Dos semanas —Connor contestó y sonrió al verla hacer una mueca.Luego de firmar la documentación, t
Puerto Escondido, Oaxaca.Dos días después.Iñaki y Antonella ingresaron a su residencia con los dedos entrelazados, en ese instante el ambiente se tensó entre los hombres que trabajaban para él.Se detuvo en medio del gran jardín y observó que su gente se acercó hacia ellos.—Llamen a todo el personal —ordenó.—Enseguida, Boss —respondió uno de ellos.A los pocos minutos todos se reunieron en la terraza.—Les presento a Antonella Bianchi, mi mujer. —Alzó su mano junto a la de ella—. Le deben tanta obediencia como a mí, por ser mi esposa —indicó con voz ronca—. Aquel que no lo desee hacer, se puede largar en este momento de mi casa.Entonces todos se quedaron callados.—Debió ser la señorita Ivanna y no ésta… mujer —un hombre se acercó y escupió hacia el suelo, cerca de ella.— ¿Cómo te atreves? —cuestionó lleno de furia y de inmediato se interpuso cubriéndola con su cuerpo.Antonella se sorprendió ante la forma en la que el sujeto estaba retando a Iñaki, además que la estaba amenazan
Connor salió tarde del hospital, luego de cubrir una emergencia fuera de su turno, caminó con rapidez hacia la SUV, bebió un sorbo del café que llevaba en un termo; sin poder evitarlo dio un largo bostezo, sintiendo gran fatiga.Tomó su móvil y comenzó a leer algunos mensajes de texto que tenía, entonces recordó que había quedado de reunirse con Iñaki en el bar. Presionó con fuerza sus párpados y colocó una de sus manos, al sentir como sus ojos estaban llorosos debido al sueño que tenía.—Creo que esta visita tendrá que posponerse —expresó y decidió llamarle para cancelar e irse a descansar.****—Espero que con esto aprendas, que no puedes hacerlo todo solo —Jackson lo sujetó por el cabello y lo miró con una siniestra mirada. Ladeó los labios al ver la manera en la que le escurría la sangre.—Eres un maldit0 cobarde —Ikañi respondió, sujetando con fuerza el pie del tipo que estaba por volver a golpearlo; sin embargo, fue imposible que no recibiera una patada proveniente de Jackson e
Sabina se echaba con ambas manos agua en el rostro, luego de que se tuvo que parar durante la madrugada en un par de ocasiones para volver el estómago. Al enderezar su cuerpo, la chica distinguió frente al espejo, las enormes ojeras que tenía, al no haber podido conciliar el sueño.—No puedo estar embarazada —susurró—, no puedo tener un hijo de ese asqueroso hombre. —Sus manos temblaron y a su mente llegaron algunos momentos cuando estaba a solas con él, de inmediato volvieron las náuseas. — ¿Qué voy a hacer? —se preguntó aterrada.Al salir del cuarto de baño, observó que Bernardo ingresaba a la habitación, luciendo la enorme bata de seda del pijama.—Vamos a salir de dudas de una vez —expresó—, mandé traer algunas pruebas de embarazo. —La tomó de la mano e ingresó con ella de nuevo al sanitario.El corazón de Sabina se estremeció, observó que tomó una silla y se sentó esperando a que ella comenzara a hacerlas.—Necesito privacidad —indicó ella.El hombre carcajeó.—Te conozco tan bie
En cuanto ingresaron a la habitación de su casa, Antonella le ayudó a quitarse la ropa a su esposo con mucho cuidado. No pudo evitar enfocar su mirada en su abdomen y su pectoral. Contuvo el aire al observar las grandes marcas rojizas, que comenzaban a teñirse de azul violáceo.—Estás tan golpeado. —Desvió su mirada.—He tenido peores momentos. —Ladeó los labios—. No te preocupes por mí, pequeña, estaré bien.Antonella enfocó sus ojos en los de él y se reflejó en aquellos misteriosos ojos color marrón.—Me preocupé mucho —confesó bajito.—Lo lamento —Iñaki colocó la palma de su mano, en su mejilla.—Es hora de acostarte —ella respondió, intentando ahogar un delicado suspiro el cual estaba a punto de llevarla al llanto… —No te preocupes por nada, estaré pendiente de ti.***Al día siguiente.—Necesito hablar con el señor Iñaki —el jefe de seguridad dijo al ama de llaves.—El señor está descansado —la mujer respondió.—Es importante que hable con él —intervino el hombre.La señora se
— ¿Se siente mal hermana? —Antonella preguntó al sentir como su cuerpo temblaba.—Disculpa, creo que se me bajó la presión —la hermana respondió.—Será mejor que tomes asiento —la hermana Maru solicitó.—Traiganle un vaso con agua —Miranda pidió.—Enseguida —Alexia se movilizó.—Me dio tanta emoción que alguien hiciera algo tan bonito para nuestros niños del colegio —la hermana Mary mencionó.Antonella frunció el ceño al escucharla hablar, y se quedó pensativa.—¿De dónde es hermana? —Llegó el agua —la hermana Maru intervino y se la entregó—, bébela para retirarnos y ya no entorpecer su trabajo, ya hablaremos con la señora Alondra para darle las gracias.Ambas hermanas se pusieron de pie y sacaron algunas botellas y se las entregaron.—Es nuestra forma de agradecerles, espero que les guste el rompope de piñón —Maru dijo, tomó del brazo a Mary y se despidieron—. Dios las bendiga —mencionaron.—Creo que nos mandaron a las monjitas más atolondradas —Miranda manifestó riendo.—Las pocas