A la mañana siguiente.Antonella ingresó a la cocina, envuelta en la bata de dormir de él, sacó una bolsa de pan de caja de la despensa, y los colocó sobre una sartén en la estufa.—¿Se le ofrece algo a la señorita? —cuestionó la joven cocinera, quien no pudo evitar mirarla de abajo hacia arriba, reconociendo aquella bata, presionó con fuerza sus dientes para no decir nada.—No, nada —respondió mientras seguía mirando un tutorial para preparar tostadas de pan con mantequilla y mermelada—, bueno sí, solo una cosa —solicitó.— ¿Qué desea? —la chica indagó con seriedad.—Déjame sola, no me gusta que nadie esté presente cuando cocino. —Señaló hacia la puerta.—Pero tengo que prepararle el desayuno al joven —se justificó.—De eso me encargo yo. —Sonrió con amplitud.—El señor es muy estricto con su dieta, no desayuna cualquier cosa —minimizó aquellas rebanadas de pan que calentaba—, es un hombre que se cuida mucho.Antonella arrugó el ceño, se dirigió hacia la nevera y sacó los contenedore
Sicilia, Italia.Lisandro caminaba por el sendero de grava, rodeado por inmensos árboles que tenía su propio bosque personal. Al llegar a la terraza, se sentó en uno de los mullidos sillones y sacó un puro.Disfrutaba de saber que su imperio había crecido como siempre lo había soñado, al haberse aliado con Rinaldi.—Solo me faltan herederos—. GianCarlo —gritó.—Sí señor —el hombre se acercó con rapidez. — Ya estoy más relajado dime que es lo que querías decirme hace un rato —ordenó.—Ya sabemos quien es el hombre que se llevó a su hija —informó.—No vuelvas a referirte a esa malparida como mi hija —gruñó con ferocidad—. Antonella Bianchi está muerta para mí —espetó con dureza.—Lo lamento —se disculpó.—¿Quién es ese desgraciad0? —cuestionó.El hombre se aclaró la garganta.—Es conocido como la bestia —pronunció con dificultad.Lisandro abrió los ojos de par en par.—He oído hablar de él —dijo con la voz endurecida—. Sé que es mexicano. —Presionó sus puños con fuerza.—Es más que eso
En cuanto Connor estacionó su camioneta, la ayudó a descender del auto, y se quedaron unos instantes charlando en el jardín.—Muchas gracias por acompañarme. —Ella sonrió con cariño—, espero que también puedas considerarme tu amiga.Connor ladeó los labios.—Estarás a prueba —bromeó e ingresaron a la casa.—Parece que vienen de muy buen humor —Ivanna expresó poniéndose de pie de uno de los sillones de la sala. — Acaso ustedes… Antonella rodó los ojos.—El león cree que todos son de su condición —bufó—, gracias por todo. —Miró con complicidad a Connor, me voy a descansar.—Fue un placer —expresó él con sinceridad.Momentos después Iñaki salió de su oficina.—Buenas tardes —dijo en tono seco.—Hola —Connor contestó.— ¿Qué tal su visita al centro comercial? —preguntó.—Interesante —contestó sonriente. —¿Qué tal tu día? ¿aburrido? —miró a Ivanna.La joven arrugó el ceño, sabiendo que no era del agrado de él y que tampoco lo fue de Jacob.—Voy por un poco de agua.Iñaki abrió la puerta d
Puerto Escondido, Oaxaca.Don Jerónimo abrió los ojos de par en par al observar a Connor ingresar solo.— ¿En dónde está Iñaki? —cuestionó con voz hosca.Connor suspiró profundo.—Tuvo que irse —respondió y se encogió de hombros.— ¿Justo en este momento? —Ivanna preguntó, sintiendo un tic nervioso en uno de sus párpados.—Sí —expresó Connor.— ¿Ocurrió algo grave? —cuestionó ella.—No, no es algo grave, pero sí… URGENTE, diría yo, de mucha importancia..— ¿Qué puede ser más importante que celebrar con quienes somos como su familia su cumpleaños? —manifestó don Jerónimo.— ¡Antonella Bianchi! —Ivanna exclamó.—Saben muy bien que a Iñaki nunca le ha gustado celebrar su cumpleaños, y menos si de fiestas se tratan —Connor miró a Ivanna a los ojos—. Me voy a descansar, te quedó muy lindo todo— Tomó un par de bocadillos y se retiró.Ivanna observó hacia donde se encontraban los invitados, su mirada se cristalizó.—Soy una tonta —se reprochó.—No, no lo eres, sigues enamorada de él. —Don Je
—Me siento muy decepcionado de ti —Jerónimo manifestó al cerrar la puerta de su despacho—, jamás pensé en que diría estas palabras. —Su garganta picó.—Me duele escucharlo, pero no puedo hacer nada al respecto —respondió Iñaki—, yo no pedí tomar el lugar de… Benjamín Alvarado, yo no pedí ser su hijo, por mí, se hubiera ido al caraj0 todo esto —vociferó.—Era tu deber ocupar el lugar que dejó, además de corregir los errores que cometió por aquella maldit@ venganza, que no hizo más que llevar la organización al fracaso—, pero no es por eso que me decepcionas, sino porque veo que te estás tomando demasiadas atribuciones con la hija de Bianchi. A mi parecer, esa mujer se te está metiendo por los ojos. —Jerónimo frunció el ceño.Iñaki se giró y destapó una botella de agua.—No quiero que nadie se entrometa en mis asuntos —indicó—, sabes muy bien que te respeto como si fueras un padre para mí, pero yo soy quien decide lo que se hace y nadie más.—Espero que no te estés equivocando, porque s
Desde su residencia.—Necesito de tu ayuda —Iñaki solicitó desde su móvil.— ¿Qué ocurre? —cuestionó la otra voz del teléfono.—No logre nada con Jackson, está decidido a hacer lo que le plazca —Iñaki gruñó.—También estoy seguro que así será, hay que tomar precauciones —el hombre manifestó.—Por eso te llamó, requiero de tu ayuda, me preocupa la seguridad de Antonella.—A mí también, tomaré cartas en el asunto —el hombre dijo.—Te lo agradezco, acabo de llegar de viaje, voy a tener algunas reuniones, la nueva mercancía se está moviendo, necesito que lleguen bien a su destino —Lo comprendo, espero que todo salga bien, estaremos en contacto.Iñaki salió de su despacho, y caminó hacia la cocina.—¿Se le ofrece algo señor? —la cocinera se aclaró la garganta, al verlo.—Sí, estoy hambriento, ¿ya está la comida? —Estará en media hora, más o menos —la joven indicó.—Voy a buscar a Antonella —el joven sacó un bote de helado y tomó dos cucharas.—La señorita, no se encuentra —la encargada d
Los rayos de la luz del sol, comenzaron a colarse a través de los pequeños espacios que había entre las persianas. Antonella abrió los ojos, y se puso de pie para intentar cerrarlas por completo, deseando poder dormir más tiempo. Una fuerte punzada golpeó su cabeza, presionó los párpados con fuerza. — ¡Auch! —tocó su frente, luego de cerrar las persianas se volvió a acostar. Iñaki ladeó los labios al verla. —Esperaba que la luz te ayudara a despertar, y no que cerraras las persianas y te volvieras a dormir —refirió sentado sobre uno de los sillones. — ¿Por qué la prisa para que despierte? —cuestionó—, necesito dormir un poco más —gruñó. —Tengo que salir a atender unos negocios —mencionó—, deseaba desayunar contigo. —¿Qué te parece si mejor cenamos juntos? —solicitó cubriéndose el rostro las finas sábanas de seda. — Anda abre los ojos —pidió, descubriendola un poco.. —No, aún me siento mal —expresó, parpadeando con pesadez. Iñaki tomó la mesita de cama y se la llevó. —Come un
—No te atrevas a tocarme —gritó al ver como se acercaba a ella.—Pero por qué no, estás hermosa, siempre he admirado la suerte que tiene mi querido amigo con las mujeres —murmuró y la sujetó del cabello para llevarla hacia uno de los sillones y se recostó sobre ella—, te voy a decir un secreto, eres la hembra más hermosa que le he conocido. —Sus manos sujetaron sus muslos con firmeza.—Dije que no me toques —gritó y lo empujó con fuerza.Jackson ladeó los labios.—Shhh —vamos a pasarla muy bien —murmuró, cuando estaba por intentar despojarla de sus prendas, sintió una extraña desagradable sensación que lo hizo desistir.Antonella se puso de pie de inmediato al observar el rostro desconcertado de él y fue tomando distancia.—Tienes suerte. —Jackson ladeó los labios—, no eres lo suficiente mujer para mi amigo. —Señaló su entrepierna—, pero no te asustes que no muerdo —expresó divertido—, no pensaba hacerte nada, solo estaba jugando un poco —dijo divertido—, lárgate —gruñó. ****Iñaki i