Después de meditarlo durante muchos días, Bastián decidió que era hora de enfrentar a su hijo, Sebastian, y abordar el asunto que tanto le había angustiado. Aunque al principio no había querido creer en las acusaciones en su contra, Bastián había descubierto indicios que confirmaban las sospechas y ahora estaba seguro de la verdad.Sin embargo, Bastián también se preocupaba por el bienestar de su esposa, Regina. No quería que ella sufriera innecesariamente ni que su felicidad se viera opacada por lo que su hijo había hecho. A lo largo de su matrimonio, Bastián y Regina habían construido una relación sólida y sabía que tenía que resolver este problema sin causarle daño.Tras mucho reflexionar, Bastián decidió enfrentar a Sebastián en privado y sin la presencia de Regina. Quería tener una conversación franca y directa con su hijo, sin filtros ni intermediarios. Estaba decidido a hacerle entender la gravedad de sus acciones y a exigirle que asumiera las consecuencias de sus actos.El día
La sirvienta llamó de inmediato a una ambulancia. Entre tanto, también contactó Sebastian al médico de la familia, por órdenes de su padre. El médico, al llegar, evaluó rápidamente la situación y se arrodilló junto a Regina para examinarla.—¡Está inconsciente! —exclamó el médico—. Necesitamos trasladarla al hospital de inmediato.Bastian, angustiado, asintió y acompañó a Regina en la ambulancia, mientras el médico continuaba realizando las primeras evaluaciones médicas.Sebastian estaba destrozado, asustado por el desenlace. En el hospital, Regina fue ingresada de inmediato a la sala de emergencias. Los médicos realizaron diversos estudios e intentaron estabilizarla. Después de algunas horas, el equipo médico se acercó a Bastian y a su hijo con la noticia.—Lamentablemente, Regina ha sufrido un colapso emocional extremo que desencadenó una crisis de ansiedad y un desmayo. Su cuerpo no ha sufrido daños físicos significativos, pero su estado emocional es delicado. Necesitará reposo, t
El corazón de Verónika se aceleró al leer las primeras líneas de la carta. Arthur no se andaba con rodeos, iba directo al grano. Le dejaba bien claro que estaba dispuesto a ir contra todo y a usar cualquier recurso legal disponible para obtener la custodia completa de su hija, Sídney.¡Si hija! Sídney no era ni sería de él. No tenía ningún derecho sobre la niña. Los ojos de Verónika se llenaron de lágrimas mientras continuaba leyendo la carta. Arthur afirmaba que era capaz de cualquier cosa con tal de alejar a Verónika de su hija. Mencionaba sus contactos con abogados especializados en casos de custodia y su disposición para hacer lo que fuera necesario para ganar la batalla legal.Las manos de Verónika temblaban al sostener la carta. Estaba aterrorizada ante la posibilidad de perder a Sídney, la única luz en su vida. Desde que se separó de Arthur, había luchado con uñas y dientes para ofrecerle a su hija una vida estable y feliz, y no estaba dispuesta a dejar que ese idiota arruinar
Vanessa se levantó esa mañana decidida a pasar un día diferente. No estaba segura de poder olvidarse de todo por un momento, pero al menos lo intentaría. Empezó a sentirse mal durante el desayuno, cada cierto tiempo bajaba la mirada a su abdomen y se lo tocaba, sonreía imaginando que algún día lo tendría entre sus brazos. —Cariño, ven aquí —llamó la mujer a la niña que se estaba columpiando y la pasaba bien entre los demás pequeños —. ¿No tienes hambre? Vanessa observaba la escena de madre e hija. Aquello hizo que pensara en el futuro, en lo que ella algún día podría vivir. Pero, por una extraña razón se sintió vacía, como si aquello no resultara ser lo que ella deseaba vivir. —Mami, ¿por qué otra vez son emparedados? No me gusta —emitió la chiquilla haciendo un puchero. —¿Deberías empezar a comer un poco de todo? Será bueno para ti, al menos inténtalo. Entonces la niña dirigió sus ojos de pronto a Vanessa, la aludida se sintió cohibida ante la atención de la fémina. No sabía qué
Lali sonrió. —Por supuesto que puedo cuidar de la niña, además mis pendientes de hoy no son nada importantes. —De todas maneras, lo siento mucho, sé que tenías cosas por hacer, pero te pagaré muy bien, eh —prometió, la chica hizo un ademan restándole importancia. —No, nada de eso. Verónika no quiero un pago especial, que sea lo mismo de siempre, este es mi trabajo y no hago nada que no pueda. —Eres un amor. Me iré entoces. Durante todo el trayecto Verónika se preguntaba si estaba haciendo lo correcto, no quería darle a entender a su hermana que las cosas entre ellas habían mejorado, el hecho de que la había citado en esa cafetería no significaba que la relación de hermanas se restauró, todo lo contrario, solo quería buscar información sobre lo que Arthur estaba haciendo. Respiró hondo, antes de bajar del auto y dirigirse al interior de la cafetería, buscó por todos lados, en el sitio habían varios comensales pero no de
Verónika decidió que no permitiría que su hermana volviera a herir su corazón. A pesar de la aparente reconciliación en ese momento, Verónika sabía que Vanessa tenía una tendencia a ser egoísta y manipuladora. No podía permitirse volver a caer en su trampa.Con firmeza, la mujer decidió que se centraría en su propia vida y en protegerse a sí misma de cualquier daño externo. Aunque todavía tenía preguntas sin respuesta sobre lo que Arthur pretendía hacer, sabía que no podría confiar en la ayuda de Vanessa para averiguar la verdad.Al final, ella podría estar fingiendo ser buena. Decidió que se tomaría un tiempo para reflexionar y evaluar su situación. Necesitaba descubrir que era lo que realmente quería este tipo. No tenía remota idea. Mientras reflexionaba sobre su nueva realidad, Verónika se hizo una promesa a sí misma. No permitiría que ese tipo se saliera con la suya. No, no podría ganar jamás. Con su nuevo objetivo en mente y la fuerza necesaria para avanzar, Verónika decidió
Pasó algún tiempo antes de que el hombre viera el millar de llamadas pérdidas de parte de Verónika, fue allí cuando entendió la magnitud de su urgencia y la llamó. Volver a escuchar su voz resultaba ser como un aliciente, algo que siempre lograba surtir mucha serenidad a él. No sabía cómo describirlo, pero se fue la calma al tener que expresarle los hechos pasados y aquel desarreglo en sus vidas.—Al fin están llamando, ya estaba muy preocupada. ¿Qué es lo que exactamente pasa? Solo dime.—Mis padres lo saben todo, saben que nosotros comenzamos con una relación fingida. El hombre sintió un nudo en la garganta mientras pronunciaba esas palabras, temeroso de la reacción de Verónika al enterarse de lo que pasó.Verónika guardó silencio por un momento, asimilando la revelación. Luego, con voz entrecortada, respondió:—No puedo creerlo. ¿Cómo supieron? ¿Qué vamos a hacer ahora?El hombre suspiró. —No lo sé, Verónika. Pero él parecía sí saberlo, solo que era complejo explicarlo por teléf
La casa estaba en silencio y una sensación de soledad comenzó a invadir su ser. El imbécil de Arthur la dejó peor de lo que estaba, aunque no era lo único. Después de haber tenido esa conversación con su hermana, supo que quería volver a verla, que anhelaba que las cosas entre ambas pudieran solucionarse. No podía dejar de pensar en ello, por más que lo intentara.Miró a su alrededor y se percató de lo vacío que se sentía allí. ¿Por qué ahora todo le afectaba? Era algo que no podía explicar. Era como si no tuviera familia. En ese preciso instante, sonó el teléfono. Ella se debatió internamente: ¿Debería contestar? ¿Estaba lista para enfrentarse a una conversación que podría empeorar aún más su estado de ánimo?Decidió no contestar. No quería hablar con nadie en ese momento, no quería escuchar ni a su madre. Quería estar sola, era lo mejor después de todo. Aunque al bajar la mirada y ver su abdomen, recordó que no estaba sola. Se levantó y decidió prepararse algo de comer. Casi arr