Vanessa se levantó esa mañana decidida a pasar un día diferente. No estaba segura de poder olvidarse de todo por un momento, pero al menos lo intentaría. Empezó a sentirse mal durante el desayuno, cada cierto tiempo bajaba la mirada a su abdomen y se lo tocaba, sonreía imaginando que algún día lo tendría entre sus brazos. —Cariño, ven aquí —llamó la mujer a la niña que se estaba columpiando y la pasaba bien entre los demás pequeños —. ¿No tienes hambre? Vanessa observaba la escena de madre e hija. Aquello hizo que pensara en el futuro, en lo que ella algún día podría vivir. Pero, por una extraña razón se sintió vacía, como si aquello no resultara ser lo que ella deseaba vivir. —Mami, ¿por qué otra vez son emparedados? No me gusta —emitió la chiquilla haciendo un puchero. —¿Deberías empezar a comer un poco de todo? Será bueno para ti, al menos inténtalo. Entonces la niña dirigió sus ojos de pronto a Vanessa, la aludida se sintió cohibida ante la atención de la fémina. No sabía qué
Lali sonrió. —Por supuesto que puedo cuidar de la niña, además mis pendientes de hoy no son nada importantes. —De todas maneras, lo siento mucho, sé que tenías cosas por hacer, pero te pagaré muy bien, eh —prometió, la chica hizo un ademan restándole importancia. —No, nada de eso. Verónika no quiero un pago especial, que sea lo mismo de siempre, este es mi trabajo y no hago nada que no pueda. —Eres un amor. Me iré entoces. Durante todo el trayecto Verónika se preguntaba si estaba haciendo lo correcto, no quería darle a entender a su hermana que las cosas entre ellas habían mejorado, el hecho de que la había citado en esa cafetería no significaba que la relación de hermanas se restauró, todo lo contrario, solo quería buscar información sobre lo que Arthur estaba haciendo. Respiró hondo, antes de bajar del auto y dirigirse al interior de la cafetería, buscó por todos lados, en el sitio habían varios comensales pero no de
Verónika decidió que no permitiría que su hermana volviera a herir su corazón. A pesar de la aparente reconciliación en ese momento, Verónika sabía que Vanessa tenía una tendencia a ser egoísta y manipuladora. No podía permitirse volver a caer en su trampa.Con firmeza, la mujer decidió que se centraría en su propia vida y en protegerse a sí misma de cualquier daño externo. Aunque todavía tenía preguntas sin respuesta sobre lo que Arthur pretendía hacer, sabía que no podría confiar en la ayuda de Vanessa para averiguar la verdad.Al final, ella podría estar fingiendo ser buena. Decidió que se tomaría un tiempo para reflexionar y evaluar su situación. Necesitaba descubrir que era lo que realmente quería este tipo. No tenía remota idea. Mientras reflexionaba sobre su nueva realidad, Verónika se hizo una promesa a sí misma. No permitiría que ese tipo se saliera con la suya. No, no podría ganar jamás. Con su nuevo objetivo en mente y la fuerza necesaria para avanzar, Verónika decidió
Pasó algún tiempo antes de que el hombre viera el millar de llamadas pérdidas de parte de Verónika, fue allí cuando entendió la magnitud de su urgencia y la llamó. Volver a escuchar su voz resultaba ser como un aliciente, algo que siempre lograba surtir mucha serenidad a él. No sabía cómo describirlo, pero se fue la calma al tener que expresarle los hechos pasados y aquel desarreglo en sus vidas.—Al fin están llamando, ya estaba muy preocupada. ¿Qué es lo que exactamente pasa? Solo dime.—Mis padres lo saben todo, saben que nosotros comenzamos con una relación fingida. El hombre sintió un nudo en la garganta mientras pronunciaba esas palabras, temeroso de la reacción de Verónika al enterarse de lo que pasó.Verónika guardó silencio por un momento, asimilando la revelación. Luego, con voz entrecortada, respondió:—No puedo creerlo. ¿Cómo supieron? ¿Qué vamos a hacer ahora?El hombre suspiró. —No lo sé, Verónika. Pero él parecía sí saberlo, solo que era complejo explicarlo por teléf
La casa estaba en silencio y una sensación de soledad comenzó a invadir su ser. El imbécil de Arthur la dejó peor de lo que estaba, aunque no era lo único. Después de haber tenido esa conversación con su hermana, supo que quería volver a verla, que anhelaba que las cosas entre ambas pudieran solucionarse. No podía dejar de pensar en ello, por más que lo intentara.Miró a su alrededor y se percató de lo vacío que se sentía allí. ¿Por qué ahora todo le afectaba? Era algo que no podía explicar. Era como si no tuviera familia. En ese preciso instante, sonó el teléfono. Ella se debatió internamente: ¿Debería contestar? ¿Estaba lista para enfrentarse a una conversación que podría empeorar aún más su estado de ánimo?Decidió no contestar. No quería hablar con nadie en ese momento, no quería escuchar ni a su madre. Quería estar sola, era lo mejor después de todo. Aunque al bajar la mirada y ver su abdomen, recordó que no estaba sola. Se levantó y decidió prepararse algo de comer. Casi arr
—Por favor, ambos tomen asiento. No quiero que continúen arrodillados frente a mí. Estoy bastante enfadada pero no tanto como aquel día que lo supe. Ahora entiendo que lo de ambos es verdadero, por supuesto será un poco difícil para mí volver a confiar en ustedes como solía, pero quiero perdonarlos. Quiero darte una segunda oportunidad Verónika —recalcó mirando a la mujer que lloraba desconsolada. Ella elevó la cabeza y clavó sus ojos llenos de lágrimas en Regina, apenas pudo deslizar una sonrisa temblorosa y con ayuda de Sebastián se levantó del suelo antes de volver a sentarse. Sabía que era el momento indicado de soltar la siguiente bomba, si bien todo parecía dejar de estar en una curva ahora volvería a torcerse con lo que diría a continuación, era inevitable que no fuera de aquel modo. Estaba tan nerviosa que su pecho se apretó. Regina entrecerró los ojos y la miró con desconcierto. No sabía la razón por la que ella parecía bastante asustada, como si todavía faltaban verdades p
Regina se quedó sin palabras ante las revelaciones de Verónika y Sebastian. Su mente estaba llena de pensamientos contradictorios y emociones encontradas. Por un lado, sentía una profunda decepción y traición por parte de su hijo y su nuera, quienes habían ocultado información tan importante durante tanto tiempo. Por otro lado, comprendía que todos cometían errores y que lo importante era aprender de ellos y seguir adelante.A pesar de su enfado y confusión, Regina sabía que no podía dejar que la ira y la decepción dominaran su corazón. Tenía que encontrar la forma de perdonar a Verónika y aceptar su papel como madre de la pequeña Sídney. Era consciente de que no sería fácil, pero estaba dispuesta a intentarlo por el bien de su hijo y su familia.Pero no lo haría tan fácil, no podría. Lo que ellos le hicieron, No dejaba de ser un vil engaño. Era una enorme contradicción lo que sentía. Mientras tanto, Verónika se sentía devastada por las consecuencias de sus acciones. Había esperado
Sebastian decidió que el bar sería el lugar ideal para ahogar sus penas y olvidarse, al menos por un momento, de los problemas con sus padres. Apenas cruzó la puerta, el ruido del bullicio y el aroma a alcohol le dio la bienvenida. Se adentró en el lugar, buscando un rincón tranquilo donde poder disfrutar de su soledad y de una buena bebida.El bar estaba lleno de gente, la música retumbaba en sus oídos y las risas se mezclaban con el tintineo de los vasos. Tomó asiento en la barra, mientras el camarero le preguntaba qué le gustaría beber. Sebastian pidió un whisky, sintiendo como el líquido dorado quemaba su garganta al caer por su sistema.Con cada sorbo, el peso de la discusión con su padre parecía aligerarse. La bebida le permitía sumergirse en una nube de desapego de la realidad. La calidez del alcohol lo envolvía, haciéndole sentir más valiente y menos vulnerable. Sin embargo, cada trago también le recordaba que nada estaría bien de ese modo. Pero... ¿Qué podía hacer? Estaba at