Verónika decidió que no permitiría que su hermana volviera a herir su corazón. A pesar de la aparente reconciliación en ese momento, Verónika sabía que Vanessa tenía una tendencia a ser egoísta y manipuladora. No podía permitirse volver a caer en su trampa.Con firmeza, la mujer decidió que se centraría en su propia vida y en protegerse a sí misma de cualquier daño externo. Aunque todavía tenía preguntas sin respuesta sobre lo que Arthur pretendía hacer, sabía que no podría confiar en la ayuda de Vanessa para averiguar la verdad.Al final, ella podría estar fingiendo ser buena. Decidió que se tomaría un tiempo para reflexionar y evaluar su situación. Necesitaba descubrir que era lo que realmente quería este tipo. No tenía remota idea. Mientras reflexionaba sobre su nueva realidad, Verónika se hizo una promesa a sí misma. No permitiría que ese tipo se saliera con la suya. No, no podría ganar jamás. Con su nuevo objetivo en mente y la fuerza necesaria para avanzar, Verónika decidió
Pasó algún tiempo antes de que el hombre viera el millar de llamadas pérdidas de parte de Verónika, fue allí cuando entendió la magnitud de su urgencia y la llamó. Volver a escuchar su voz resultaba ser como un aliciente, algo que siempre lograba surtir mucha serenidad a él. No sabía cómo describirlo, pero se fue la calma al tener que expresarle los hechos pasados y aquel desarreglo en sus vidas.—Al fin están llamando, ya estaba muy preocupada. ¿Qué es lo que exactamente pasa? Solo dime.—Mis padres lo saben todo, saben que nosotros comenzamos con una relación fingida. El hombre sintió un nudo en la garganta mientras pronunciaba esas palabras, temeroso de la reacción de Verónika al enterarse de lo que pasó.Verónika guardó silencio por un momento, asimilando la revelación. Luego, con voz entrecortada, respondió:—No puedo creerlo. ¿Cómo supieron? ¿Qué vamos a hacer ahora?El hombre suspiró. —No lo sé, Verónika. Pero él parecía sí saberlo, solo que era complejo explicarlo por teléf
La casa estaba en silencio y una sensación de soledad comenzó a invadir su ser. El imbécil de Arthur la dejó peor de lo que estaba, aunque no era lo único. Después de haber tenido esa conversación con su hermana, supo que quería volver a verla, que anhelaba que las cosas entre ambas pudieran solucionarse. No podía dejar de pensar en ello, por más que lo intentara.Miró a su alrededor y se percató de lo vacío que se sentía allí. ¿Por qué ahora todo le afectaba? Era algo que no podía explicar. Era como si no tuviera familia. En ese preciso instante, sonó el teléfono. Ella se debatió internamente: ¿Debería contestar? ¿Estaba lista para enfrentarse a una conversación que podría empeorar aún más su estado de ánimo?Decidió no contestar. No quería hablar con nadie en ese momento, no quería escuchar ni a su madre. Quería estar sola, era lo mejor después de todo. Aunque al bajar la mirada y ver su abdomen, recordó que no estaba sola. Se levantó y decidió prepararse algo de comer. Casi arr
—Por favor, ambos tomen asiento. No quiero que continúen arrodillados frente a mí. Estoy bastante enfadada pero no tanto como aquel día que lo supe. Ahora entiendo que lo de ambos es verdadero, por supuesto será un poco difícil para mí volver a confiar en ustedes como solía, pero quiero perdonarlos. Quiero darte una segunda oportunidad Verónika —recalcó mirando a la mujer que lloraba desconsolada. Ella elevó la cabeza y clavó sus ojos llenos de lágrimas en Regina, apenas pudo deslizar una sonrisa temblorosa y con ayuda de Sebastián se levantó del suelo antes de volver a sentarse. Sabía que era el momento indicado de soltar la siguiente bomba, si bien todo parecía dejar de estar en una curva ahora volvería a torcerse con lo que diría a continuación, era inevitable que no fuera de aquel modo. Estaba tan nerviosa que su pecho se apretó. Regina entrecerró los ojos y la miró con desconcierto. No sabía la razón por la que ella parecía bastante asustada, como si todavía faltaban verdades p
Regina se quedó sin palabras ante las revelaciones de Verónika y Sebastian. Su mente estaba llena de pensamientos contradictorios y emociones encontradas. Por un lado, sentía una profunda decepción y traición por parte de su hijo y su nuera, quienes habían ocultado información tan importante durante tanto tiempo. Por otro lado, comprendía que todos cometían errores y que lo importante era aprender de ellos y seguir adelante.A pesar de su enfado y confusión, Regina sabía que no podía dejar que la ira y la decepción dominaran su corazón. Tenía que encontrar la forma de perdonar a Verónika y aceptar su papel como madre de la pequeña Sídney. Era consciente de que no sería fácil, pero estaba dispuesta a intentarlo por el bien de su hijo y su familia.Pero no lo haría tan fácil, no podría. Lo que ellos le hicieron, No dejaba de ser un vil engaño. Era una enorme contradicción lo que sentía. Mientras tanto, Verónika se sentía devastada por las consecuencias de sus acciones. Había esperado
Sebastian decidió que el bar sería el lugar ideal para ahogar sus penas y olvidarse, al menos por un momento, de los problemas con sus padres. Apenas cruzó la puerta, el ruido del bullicio y el aroma a alcohol le dio la bienvenida. Se adentró en el lugar, buscando un rincón tranquilo donde poder disfrutar de su soledad y de una buena bebida.El bar estaba lleno de gente, la música retumbaba en sus oídos y las risas se mezclaban con el tintineo de los vasos. Tomó asiento en la barra, mientras el camarero le preguntaba qué le gustaría beber. Sebastian pidió un whisky, sintiendo como el líquido dorado quemaba su garganta al caer por su sistema.Con cada sorbo, el peso de la discusión con su padre parecía aligerarse. La bebida le permitía sumergirse en una nube de desapego de la realidad. La calidez del alcohol lo envolvía, haciéndole sentir más valiente y menos vulnerable. Sin embargo, cada trago también le recordaba que nada estaría bien de ese modo. Pero... ¿Qué podía hacer? Estaba at
Sebastian despertó con un dolor punzante en la cabeza y un malestar en el estómago. Lentamente, abrió sus ojos y se encontró con una intensa luz que solo hizo aumentar su jaqueca. Se frotó las sienes, tratando de recordar qué había sucedido la noche anterior. Y entonces, como si un rayo de luz atravesara su memoria nublada, recordó su estadía en el bar. Bebió mucho alcohol, demasiado, para ser exactos.—Maldita sea —se quejó, liberando un bostezo. A duras penas, Sebastian logró levantarse de la cama. Cada movimiento era como si golpeara un bombo en su cabeza. Con una mano en la pared para sostenerse, caminó por el pasillo hasta llegar a la cocina. Necesitaba algo de comida para aliviar el malestar de su resaca.Abrió la nevera y de inmediato fue golpeado por la realidad. No había comida. Decidió que lo mejor sería pedir algo de comida para llevar. Tomó su teléfono y luchó por enfocar la pantalla. Después de varios intentos fallidos, finalmente pudo encontrar el número de su restaura
Como había prometido, Sebastian la pasó buscando. Estacionó el auto y bajó. Al poco tiempo Sídney, llena de alegría al ver a Sebastian, se precipitó corriendo hacia él y se lanzó en sus brazos con una expresión de felicidad deslumbrante. Sebastian, con ternura, estrechó a la pequeña en un abrazo cálido y envolvente, transmitiéndole su amor y cariño. En aquel instante lo supo una vez más, no podía dejar de sentirse afortunado de convertirse en lo que la niña necesitaba.—¿Estás bien? —¡Sí! Feliz de verte —admitió con aquella sonrisa que rasgaban los ojos y la volvía la niña más dulce y adorable del universo.—Me pone contento verte también. ¿Está tu mamá ocupada? Pero la niña solo se encogió de hombros sin saber. Al poco tiempo, Sebastian ingresó y la llamó. Le avisó de su llegada. Verónika lo alcanzó a oír desde la habitación. Pronto hizo acto de presencia. Sebastian pudo ver que ella seguía triste, se notaba en su rostro lo apagada que se encontraba. Aún así, se esforzaba por sonr