Vanessa se quedó mirando el contenido de su taza, no le provocaba beber ni una sola gota de la bebida caliente. Miraba a su alrededor y enfocaba la vista en todos aquellos que llegaban en la cafetería en pareja sonriendo. Al parecer todos la estaban pasando bien y ella era la única con una mueca en lugar de una sonrisa en la cara. —¿Mamá? Era la llamada repentina que recibió su madre, quién sabe dónde estaba, se atrevía a llamarla después de lo que había hecho, era una descarada en todo el sentido de la palabra, no tenía vergüenza alguna, actuaba como si no hizo nada malo. —Hija —chilló, ¿por qué tanta emoción? Se preguntó la muchacha —. No te imaginas todo lo bueno que me ha pasado por estos lares, te voy a devolver el dinero, lo haré en este preciso instante. —¿Qué? —bufó —. ¿debería creerte? Además, ¿por qué le has pedido 30 mil dólares a Verónika? —¿Cómo lo sabes? No me digas que ustedes se hablan. ¡Vaya milagro! —No, deja de decir tonterías que nosotras seguimos distantes.
Ese otro día también estuvo pensando en la conversación que tuvo con su padre no salía de su cabeza las mismas palabras, ves tras vez estaba repitiendo dentro de su cabeza el cuestionamiento y todo el señalamiento que lo puso en a caminar sobre la cuerda floja. Sin embargo cambió la expresión para que su madre no se diera cuenta de sus preocupaciones, en su lugar se obligó a forzar una sonrisa mientras le tendía una bebida humeante. Regina sonrió, siempre lo hacía cuando estaba cerca de él. —¿Le has dado el collar a Verónika? No creí que podría regalarlo, pero ella es la indicada. —Lo hice. A esas alturas, Sebastian sabía que se apresuró demasiado al darle el collar a Verónika. Pero, su madre quería que lo usara para el enlace matrimonial. —Se lo dí. Me comentó que le ha gustado bastante —expresó —. Verónika es una mujer llena de sencillez y habría preferido cualquier otra cosa, pero el collar le ha gustado de todos modos. —Mira nada más como hablas de ella, se te iluminan los
Verónika estaba sentada en su habitación, sumergida en un mar de lágrimas y sollozos. El dolor, tan terrible como siempre, parecía haber encontrado un hogar en su corazón destrozado. Los recuerdos de lo que una vez fue una relación amigable con su hermana Vanessa la invadían, aumentando su tormento.De repente, sus gemidos llegaron a oídos de su pequeña hija, que jugaba en el cuarto contiguo. Intrigada por los sonidos de la tristeza materna, dio unos pasos tímidos hasta la puerta y escuchó atentamente. No entendía por qué su mamá estaba llorando sin control, pero podía sentir la desolación en cada uno de los sollozos que se escapaban de sus labios.Verónika se preguntaba cómo había llegado a este punto. Un nudo de tristeza se formaba en su garganta mientras reflexionaba sobre los eventos que habían llevado a la ruptura de su relación con su hermana.La traición seguía atormentándola, perforando sus pensamientos como una daga afilada.A pesar de que Verónika intentaba encontrar la mane
Sebastian caminaba con pasos decididos hacia la casa de Verónika, llegó a la puerta de la mujer y respiró profundamente antes de tocar el timbre. La puerta se abrió y Verónika apareció frente a él con una sonrisa cálida en su rostro.A pesar de que Verónika había estado bastante decaída por la aparición de su hermana y todo lo demás, ya se miraba más animada, por supuesto nada de eso lo sabía Sebastian, tampoco se pondría al tanto porque ella no lo iba a contar. —¡Sebastian! —Saludó al verlo, estaba emocionada de mirarlo en realidad —. Me alegra verte. Sé que siempre estás trabajando, por cierto, siento mucho si no te avisé que no iría a la compañía. —Yo tampoco he ido, ¿me meteré en problemas con el jefe? —inquirió en broma y ella sonrió. Sebastian le devolvió la sonrisa y la tomó de la mano. —Verónika, necesito decirte algo importante. ¿Podemos sentarnos?Sin esperar respuesta, entraron a la casa y se sentaron en el sofá. Sebastian tomó una de las manos de Verónika entre las su
Más temprano de lo acostumbrado,se levantó, así le daría tiempo de hacerle el desayuno a Sídney, antes de irse al trabajo. Revisando el armario se dio cuenta de que no sabía qué ponerse ese día, ella no solía encontrarse con un dilema pero ahora con la mente nublado de tantas cosas, ni siquiera sabía que elección hacer. Al final escogió algo sencillo y se apresuró. —¡Lali! Agradezco que hayas llegado más temprano de lo acostumbrado, incluso cuando me desperté temprano, el tiempo se me ha ido de volada. La Niña todavía sigue en la habitación durmiendo, también dejé desayuno listo para ambas y te doy permiso de llevarla al centro comercial. Ten, dinero para que le compres algo. —Vale, espero que tengas un buen día. —¡Gracias! *** Mientras avanzaba lentamente por las calles abarrotadas, Verónika se sentía cada vez más frustrada. El reloj en el tablero del auto marcaba inevitablemente los minutos que se iban agotando para llegar puntual a la compañía. Las luces rojas parecían interm
Maritza se preguntaba qué había llevado a Verónika y al misterioso sujeto, llamado Tony, a tener esa airada discusión en plena calle. No entendía por qué Verónika parecía tan segura de sí misma y por qué Sebastian la frenaba de hablar o actuar de manera impulsiva. El ambiente se volvía más tenso conforme pasaban los segundos.La curiosidad de Maritza empezaba a consumirla, pero al mismo tiempo, el temor de meterse en problemas la frenaba. ¿Qué podría hacer en esta situación? ¿Cómo podría ayudar a su amiga si no sabía en qué se había metido?***Minutos después... Se encontraban todos reunidos en la oficina, ella ni siquiera podía elevar la cabeza y mirar a ese hombre, ahora sabiendo que era el socio de Sebastian, sentía que debía demostrar respeto, pero en el fondo de su ser todavía quería decirle todas sus verdades a ese hombre. —¿Ustedes dos se conocen? Tony se aclaró la garganta antes de comenzar a hablar, no podía demostrarse altivo o que tenía la razón, menos cuando sabía que
La idea de tener que socializar y mostrar una versión idealizada de sí misma ante sus nuevos familiares la ponía a temblar. Lo que ocultaba era la razón principal por la que estaba tan asustada, prefería quedarse en casa, pero no podía hacer eso. Verónika salió de la habitación con paso lento y titubeante. A pesar de que había tomado tiempo en arreglarse y lucía un vestido elegante y sofisticado, se sentía incómoda. Su mente estaba inundada de pensamientos negativos y preocupaciones sobre cómo podría manejarse como si nada en la celebración.Sus suegros, Regina Y bastian, habían insistido en organizar una pequeña celebración en honor a su reciente boda con Sebastian. Aunque Verónika apreciaba el gesto, sentía que esta fiesta solo sería un instante que acabaría por hacerla flaquear. Suspiró hondo, aún faltaba mucho para poder llegar al sitio. ***Verónika se encontraba sentada en el asiento del copiloto, mientras el CEO conducía el auto por un camino desconocido. Estaba nerviosa y s
Al llegar a casa, Verónika se dejó caer en el sofá, exhausta pero aliviada de haber superado la fiesta. Sebastian, que la había acompañado en silencio durante todo el trayecto de regreso, se sentó a su lado y le tomó las manos. Sus ojos reflejaban un poco de preocupación. —Lo has hecho muy bien, Verónika. Has sido bastante convincente, no tienes de qué preocuparte —mencionó sinceramente.Verónika sonrió débilmente, agradecida por sus palabras y por su apoyo incondicional. Sabía que tenía a alguien en quien confiar y eso le daba fuerzas para seguir adelante, pero no era motivo para felicitarla. —Gracias, Sebastian. Ha sido difícil en realidad, lo sabes. No me cansaré de decirlo, yo... no quiero que la mentira siga separándonos de los demás. Es hora de que todos sepan la verdad sobre Sídney. No vamos a contarlo después, no dejemos que pase demasiado tiempo. Sebastian la miró fijamente durante un momento, procesando sus palabras. Sabía que era el momento de enfrentar las consecuencias