A la mañana siguiente, Arthur se encontraba en su elegante oficina, rodeado de documentos y pendientes que requerían su atención. Sin embargo, su mente estaba constantemente invadida por pensamientos oscuros y ansiosos acerca de su situación financiera y su inminente herencia por cobrar.—¿Me vas a decir qué es eso que te tiene tan preocupado? — inquirió su abogado, Alex, con voz cargada de curiosidad. — No me digas que otra vez todo gira en torno a esa mujer.Arthur suspiró profundamente mientras apoyaba su codo en el escritorio, sumido en sus pensamientos. — ¿Para qué decirte que no? — respondió con pesar en su voz. — No puedo evitar que mi mente esté constantemente obsesionada con el tiempo que falta para obtener mi herencia. Parece como si los meses se arrastraran sin piedad. Desearía que todo esto terminara de una vez, no sé cómo mantener la paciencia en estos momentos tan desesperantes.Alex lo miró y asintió. — Entiendo tu frustración, Arthur, pero recuerda que la paciencia e
Vanessa se encontraba recostada en su cama, con la mirada perdida en el techo de su habitación. Apagada y triste, no podía evitar sentir una profunda melancolía invadir su ser. Sus pensamientos la llevaban una y otra vez a aquel fatídico momento en el que decidió robarle el marido a su propia hermana.Sí, la odiaba, pero ese sentimiento comenzaba a transformarse en algo más. No sabía qué nombre darle... Miró su mano y la posó sobre su abdomen abultado, sintiendo cómo su corazón se apretujaba en el pecho. A pesar de haber logrado su objetivo, de haber conquistado al hombre que tanto la hacía suspirar, Vanessa se sentía insatisfecha. El peso de la culpa la consumía día a día, y sabía que había destruido la confianza y la relación con su hermana para siempre.¿Lo peor? Que ese hombre solo estaba interesado en su bebé. Perdió la cuenta de las veces en las que se puso a pensar en ello. ¿Huir? No¿Quedarse? No quería eso tampoco. Pero marcharse no ayudaría en nada. ¡No tenía dinero prop
Sebastian por fin salió del trabajo aquel día, por la tarde con una sonrisa en el rostro se despedía de los empleados. Maritza se había quedado pensativa, ya se preguntaba en dónde estaba Verónika, la razón por la que no había ido a laborar. Chasqueó la lengua. Aunque tenía su número telefónico le podía llamar para preguntarle cómo estaba no se atrevía a hacerle la llamada tal vez porque sería un poco atrevida. El CEO dirigió sus pasos al estacionamiento subterráneo. Para él, había sido una semana larga y agotadora, pero finalmente llegaba el momento de relajarse y visitar a Verónika. También quería saber cómo ella ya se encontraba de salud. Subió a su coche y condujo a toda velocidad hacia la casa de Verónika. Durante el trayecto, su mente se llenaba de recuerdos sobre esa conversación que había tenido con su abogado y tenía una duda al respecto, no sabía si debía comentárselo a Verónika o si eso podría ser un poco precipitado. Además, ya tenía una conversación que girana en to
—¿Mejoró tu dolor de cabeza? —Siendo sincera, el dolor de cabeza sigue ahí, pero estoy intentando no dejar que arruine mi ánimo. Tengo algo de té preparado para nosotros, ¿te gustaría tomarlo en el jardín? —convidó —. Por supuesto, comeremos la cena después de eso. Sebastian aceptó encantado y se adentró en la casa. Al abrir la puerta, la encontró impecable, diferente a lo que estaba acostumbrado, el ambiente era cálido, distinto a su piso, que pese a estar lleno de lujo y distinción, carecía de vida en realidad. A pesar de que Verónika tenía un malestar. Era evidente que no dejaba los quehaceres del hogar y se esmeraba por hacerlo lo mejor posible. Se sentaron en el jardín mientras disfrutaban del té recién hecho. Para entonces la pequeña Sídney no estaba allí, sino en su habitación. Solo estaban ellos dos. Sebastian tomó la mano de Verónika suavemente y la miró a los ojos. —Quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti, incluso en los días en que no te encuentres del todo
Sebastian se despertó bruscamente en medio de la noche, empapado de sudor y con el corazón latiendo desbocado en su pecho. Estaba totalmente agitado, sintiendo una intensa ansiedad que le comprimía el pecho. No podía recordar con claridad lo que había soñado, pero sabía que había sido una pesadilla aterradora.Trató de controlar su respiración mientras luchaba por recuperar la calma. Sin embargo, su ritmo cardíaco seguía siendo anormalmente rápido, y sus manos temblaban incontrolablemente. Sabía que necesitaba hacer algo para calmar su angustia, así que decidió tomar una de las pastillas que tenía guardadas para situaciones como esta.Había tenido episodios similares en el pasado, aunque no con tanta frecuencia. La ansiedad y las pesadillas parecían desencadenarse por algún motivo desconocido, y esa noche no había sido la excepción. Aunque no entendía por qué su mente le jugaba esas malas pasadas, estaba agradecido por haber encontrado una solución momentánea en las pastillas para la
Ella comenzó a realizar sus pendientes en la compañía. Aunque no tenía mucho trabajo acumulado, se sumergió en sus labores para acabar con todo lo más rápido posible. En un momento, Verónika dejó de lado lo que estaba haciendo y pensó en Maritza.Sabía que ella no estaría por ahí contándoles a los demás acerca de su hija. No es que desconfiara de ella, pero sentía que debía guardar eso para sí misma.Sebastian se encontraba en su oficina y encontró interesante el informe que Verónika le entregó. Siempre había confiado en ella para hacer informes sin errores, pero esta vez no fue así. Tal vez aún tenía dolor de cabeza y no se sentía del todo bien, pensó. Aunque se sorprendió de sí mismo por buscar excusas para ella.Decidió que era necesario llamar a Verónika a su oficina para hablar sobre el informe erróneo. Sin embargo, Sebastian optó por abordar la situación de manera amable. Sabía que Verónika siempre había sido confiable y eficiente en su trabajo, así que algo debía estar pasando.
Jasmine saltaba de alegría mientras tiraba su ropa sobre la cama. Estaba emocionada porque finalmente había llegado el día en que se iría de viaje. Desde hace meses, había estado planeando aquel viaje y ahora estaba a punto de convertirse en realidadTodavía seguía alardeando ella misma, por haber sido tan inteligente, porque supo cómo hacer las cosas y al final su hija le creyó. El destino era una hermosa ciudad costera a la que Jasmine siempre había querido ir. Había estado investigando durante semanas sobre los lugares turísticos, la cultura local y las actividades que quería hacer. Finalmente, tenía todo organizado y estaba lista para vivir la mejor aventura de su vida.Jasmine empezó a recoger todas sus prendas favoritas y a guardarlas en una enorme maleta. Su ropa de baño estaba llena de colores vivos y estampados tropicales, mientras que sus atuendos para pasear por la ciudad eran elegantes y cómodos. No podía esperar para lucir estos conjuntos en las fotos que tomaría durant
Sebastian, Verónika y Sídney subieron al auto y se dirigieron al bullicioso parque de diversiones. El lugar estaba lleno de risas y emoción. Mientras caminaban por los senderos, Sídney corría de un lado a otro, saltando de alegría y tirando de la mano de Sebastián.—¡Estoy tan emocionada, Sebastián! ¡Nunca he estado en un parque tan grande antes! —exclamó Sídney con entusiasmo.Sebastian sonrió y asintió. —Estoy feliz de estar aquí contigo, Sídney. Va a ser un día lleno de diversión —le aseguró.Verónika, por su parte, observaba a la pequeña Sídney y a Sebastián con una sonrisa de ternura. Le encantaba la conexión tan especial que tenían.Al llegar al parque de diversiones, Sídney estaba encantada al ver los juegos mecánicos, las atracciones y los puestos de comida coloridos. No sabía por dónde empezar.—¿Qué quieres hacer primero, Sídney? —preguntó Sebastián, divertido por la emoción de la niña.Sídney miró a su alrededor, con los ojos brillantes. —¡Quiero montar en la montaña rusa