Sebastian: Verónika, hablemos mañana, ven a mi oficina a primera hora, por favor. Debemos plantearnos cómo quedará definida nuestra relación. ¿Nuestra relación? Ella se quedó boquiabierta y abrió los ojos de par en par. ¡Por supuesto que sucedería! Ese momento llegaría. —Mamá, ¿puedes dormir conmigo? Su pequeña la sacó del ensimismamiento. —Vale, dormiré contigo —le sonrió, pero aún seguía nerviosa. ***La mañana siguiente llegó de volada. Vanessa se encontraba en su apartamento, ansiosa por hablar con su hermana, Verónika. Desde hacía tiempo, sentía una especie de vacío en su vida y pensó que tal vez Verónika podía ayudarla a llenarlo.Quería una segunda oportunidad, estar de su lado, y se lo dejaría saber.Sí, se arrepentía de todo el mal que hizo, aunque no dejaba de pensar que ella era una mentirosa también. Tomó una profunda bocanada de aire. Decidió tomar su teléfono y marcar el número de su hermana.El teléfono sonó varias veces antes de que Verónika contestara. Al ot
Durante la salida sintió como su cuerpo volvía a relajarse, aunque le había dicho a su hermana que no le interesaba nada respecto a ella y Arthur, en el fondo su cabeza se inclinaba a pensar en lo que le reveló. ¿Así que ese hombre también había usado a Vanessa?Tomó una bocanada de aire, antes de continuar el paso y negar con la cabeza, ese no era su problema, además de que su hermanita se lo había buscado, ella actuó de mala manera y ahora las cosas le salían mal, tal vez después de todo se lo merecía, pero ella no era así, por lo que tener ese tipo de pensamientos la hacía sentir un poco cruel.Dejó todo eso atrás, continuaría con su vida, igual, no era su problema. Ella tenía que solucionar las cosas por su cuenta. —¡Agh! Abordó su auto y condujo a la compañía con urgencia, no quería llegar tarde pero ella lo decidió así. Puso en primer lugar el encuentro con su hermana en vez de irse al trabajo. Aunque no creía que Sebastian se enfadara por su retraso. Pero con él nunca se sa
—Piensa, piensa, piensa... —se dijo a sí misma, asustada. Cerró los ojos y apretó con dureza los párpados, mientras que su mente dibujaba un escenario en el que Sebastian se tomaba aquello bien. "Verónika se acercó a Sebastian con el corazón latiendo fuerte. —Sebas, lo siento mucho, pero accidentalmente dejé caer su portarretrato y se rompió —se imaginó diciendo mientras mostraba los restos del marco. —No te preocupes, Verónika, estas cosas pasan —emitió Sebastian con una sonrisa calmada —. Pero si quieres puedo ayudarte a encontrar un reemplazo adecuado para la foto — agregó amablemente. Y ella se asintió agradecida por su comprensión y prometió encontrar un nuevo marco lo antes posible".La aludida salió de inmediato de su imaginación y sacudió la cabeza. Como si eso pasaría. El cuerpo entero le estaba temblando de solo ver el marco destrozado. Con cuidado se agachó y empezó a recoger las esquirlas, siendo cuidadosa, no fuera a ser que se hiciera daño. —Mierda —saltó en su luga
Verónika estaba preocupada por la salud de su pequeña. Ya que seguía con fiebre. Después de que el doctor se marchara, solo quería que su niña se pusiera bien. Así que siguió al pie de la letra la recomendación del doctor, de darle medicinas.—Mamá... Giró la cabeza con dirección a ella y le sonrío para que se quedara más tranquila, no quería que ella se pusiera en alerta o se preocupara demasiado, lo importante ahora era que se pusiera bien y para eso tenía que estar calmada. —Lali, lamento mucho quitarte más de tu tiempo, pero necesito que te quedes. Prometo que no me tardaré demasiado iré a la farmacia lo más rápido que pueda y volveré. —No te preocupes. Aquí estaré. Desesperada por aliviar la fiebre de su hija, Verónika corrió a la farmacia más cercana y compró el jarabe recetado. Siguiendo las instrucciones, le dio la dosis adecuada a su pequeña y esperó ansiosamente a que hiciera efecto.A medida que pasaban las horas, Verónika notó que la fiebre comenzaba a ceder lentamente
Sebastián abrió los ojos y se encontró en una habitación de hospital. Su cabeza estaba vendada y se sentía aturdido. ¿Cómo había llegado allí? Se tocó el vendaje y sintió el dolor. Llamó a una enfermera y le preguntó qué había sucedido.—¿Por qué estoy aquí? Mierda, me duele mucho la cabeza —espetó. Ella se sobresaltó un poco en su lugar. Parecía cohibida no por lo que Sebastian podría hacer, sino por lo que era, sí, un hombre poderoso. —Señor Walker, me alegra verlo despierto. La enfermera le explicó que había sido admitido en el hospital después de sufrir un accidente. Sebastian no podía recordar nada de lo ocurrido, pero sabía que algo andaba mal. Luego, llamaron al doctor para que lo examinara.—¿Qué me ocurrió exactamente doctor? —quiso saber. El doctor le explicó que había sufrido una lesión en la cabeza y que había perdido el conocimiento. Le contó que había llegado al hospital por su cuenta, pero volvió a desmayarse cuando llegó. El doctor le dijo que necesitaba descansar
El hombre todavía seguía esperando respuesta. Ella vaciló un poco, sintiéndose cobarde. —Lo siento, he roto el marco de tu oficina. Entonces Maritza lo ha cambiado por mí. Sebastian intentó mantener la serenidad, no se trataba de un marco cualquiera, era el marco que le regaló una vez Adam. Pero prefirió quedarse en silencio. Absorto una vez en el asunto. —Sebas, lo siento mucho. Además, ella se veía realmente arrepentida. —No pasa nada. ***Por la noche, mientras los suspiros de la noche bailaban en la oscuridad, las garras de la pesadilla se aferraron a Sebastian y lo arrastraron hacia un recuerdo que se convirtió en una angustiante pesadilla.Sebastian se encontraba sumido en un sueño profundo, envuelto en la profundidad de los recuerdos que habitaban en su mente. Su ser descansaba tranquilo y suave, como una pluma flotando en una brisa nocturna. Sin embargo, la calma fue rota por la pesadilla repentina, sí y el súbito estruendo de un teléfono que sonaba insistentemente dent
En ese momento, mientras lo abrazaba, sintió algo especial. Sabía que lo suyo era sincero y que necesitaba estar a su lado, a pesar de no saber lo que le ocurría. Pero cuando Sebastian mencionó el nombre de aquel hombre, algo cambió en su interior. Experimentó una abrumadora sensación, como si ese nombre acuchillara su cabeza con recordatorios borrosos.¿Por qué su mente le hacía eso? Durante años, Verónika había intentado construir una idea clara sobre quién era ese hombre con quien había pasado la noche. Estaba aturdida.—Sebas, no te preocupes, no me iré. Por favor, intenta descansar —pidió inquieta.—¿Por qué no te has ido a casa? —preguntó él con los ojos entre cerrados y la voz exaltada.Con cariño, ella acarició su mentón y suspiró profundamente.—Debo quedarme y cuidar de ti. ¿Por qué insistes en que me vaya? —respondió, a lo que él expiró.—Agradezco mucho que te quedes, pero deberías ir a casa. Seguro que la pequeña Sídney te extraña. Estaré bien, te lo prometo —insistió.Sin
Bastian sabía que ver a Regina sentada en la silla de ruedas, mirando fijamente a través de las cristaleras al exterior, le producía una profunda tristeza. Desde atrás, la observaba en silencio, desearía poder aliviar su dolor, pero sabía que era imposible. El tiempo se había convertido en el enemigo implacable que les arrebataba poco a poco todo lo que amaban.Regina era una mujer fuerte, pero su cuerpo frágil estaba debilitado por una enfermedad que finalmente le arrebataría la vida. Sus ojos brillantes, una vez vivaces y llenos de alegría, ahora estaban cargados de melancolía. Bastian hubiera dado cualquier cosa por verla sonreír de nuevo, pero la tragedia y la enfermedad se habían entrelazado en sus vidas, extrayendo la felicidad que antes los acompañaba.En ese momento, Bastian recordó a Adam, su amado hijo que había fallecido en un atroz accidente de tránsito hace varios años. A Regina le dolía profundamente la pérdida de su hijo, la ausencia de aquel joven lleno de vida y sueño