Bastian sabía que ver a Regina sentada en la silla de ruedas, mirando fijamente a través de las cristaleras al exterior, le producía una profunda tristeza. Desde atrás, la observaba en silencio, desearía poder aliviar su dolor, pero sabía que era imposible. El tiempo se había convertido en el enemigo implacable que les arrebataba poco a poco todo lo que amaban.Regina era una mujer fuerte, pero su cuerpo frágil estaba debilitado por una enfermedad que finalmente le arrebataría la vida. Sus ojos brillantes, una vez vivaces y llenos de alegría, ahora estaban cargados de melancolía. Bastian hubiera dado cualquier cosa por verla sonreír de nuevo, pero la tragedia y la enfermedad se habían entrelazado en sus vidas, extrayendo la felicidad que antes los acompañaba.En ese momento, Bastian recordó a Adam, su amado hijo que había fallecido en un atroz accidente de tránsito hace varios años. A Regina le dolía profundamente la pérdida de su hijo, la ausencia de aquel joven lleno de vida y sueño
Días después...Verónika se encontraba sentada en el sofá de su apartamento, con la mirada fija en Sebastian, quien estaba sentado frente a ella. A pesar de que todo parecía normal, ella podía sentir que algo no estaba bien.Sebastian había estado actuando de manera extraña durante los últimos días, y Verónika no podía evitar sentirse preocupada por él. Había intentado hablar con él acerca de lo que le sucedía, pero él simplemente se alejaba y evitaba el tema.Esa tarde, decidió que necesitaba hacer algo para descubrir qué era lo que estaba sucediendo. Se levantó del sofá y caminó hacia la cocina. Abrió la nevera y tomó una botella de agua fría. Regresó al sofá y se sentó junto a Sebastian.Ella había estado visitando al hombre, para asegurarse de que se encontrara todo en orden. Estaba más al pendiente del CEO, luego de su incidente en la oficina. —¿Te sientes bien? —preguntó Verónika con una sonrisa.—Sí, estoy bien —declaró Sebastian sin mucho entusiasmo —. El dolor de cabeza ha d
Verónika caminaba inquieta en círculos por la sala de su casa, con la cabeza llena de preocupaciones. El hecho de que Sebastian siguiera actuando de forma extraña la tenía inquieta. Sabía que algo estaba mal, pero no sabía cómo abordarlo ni qué decisión tomar. La idea de vivir juntos no le parecía mal, pero todo estaba sucediendo demasiado pronto y tenía miedo de arruinarlo todo debido a sus malas experiencias pasadas.La aparente calma que existía en ese momento estaba destinada a desaparecer en cualquier momento, convirtiéndose en una tempestad. Una cosa parecía entrelazarse con la otra.De repente, su mente divagó hacia el pasado y recordó la noche en que conoció a un hombre en un bar llamado Adam Walker. Pasaron la noche juntos, pero no podía recordar su rostro con claridad. Lo único que resonaba en su cabeza era su nombre. Aun seguía pensando en él, el hermano de Sebastian.En ese momento, su hija Sídney apareció corriendo hacia ella, interrumpiendo sus pensamientos.—¡Mamá, mamá!
Las palabras de la mujer llamaron la atención del hombre, quien levantó la cabeza y suspiró, ella tenía bastante razón en lo que estaba diciendo, después de todo tenía que pensar en la pequeña y en cómo ella reaccionaría. —¿Se lo has contado? —Sí, por supuesto. Sídney se dio cuenta que ambos estamos en una relación. Sebastian se quedó en silencio unos segundos, procesando la información. No podía negar que se sentía aprehensivo ante la idea de convertirse en una figura paterna para Sídney, pero al mismo tiempo, el amor que sentía por Verónika era innegable.—Entiendo tus preocupaciones y aprecio tu sinceridad— dijo Sebastian finalmente—. No quiero causarle confusión a Sídney ni hacerte sentir presionada. Tal vez sea mejor que tomemos las cosas con calma y veamos cómo se desarrolla nuestra relación antes de tomar decisiones definitivas.Verónika suspiró aliviada al escuchar sus palabras. Sabía que era la opción más sensata y responsable. Al fin y al cabo, la felicidad y el bienest
—Mamá, ¿qué pasa? —preguntó Verónika con tono de irritación. Le molestaba que su madre la molestara constantemente, pero estaba acostumbrada a ello. Aun así, seguía enfadada de que la estuviera contactando, seguramente para pedirle algo sin importancia. Estaba de mal humor por adelantado.—Hija... —comenzó a decir la mujer al otro lado de la línea, interrumpida por cortes en la llamada. Verónika sabía que podría estar fingiendo o exagerando, como siempre, para conseguir lo que quería—. No te imaginas en el problema en el que me he metido. Necesito tu ayuda, por favor no me dejes sola. Sé que te he molestado mucho, pero esto es real. Además, no debería ser un problema para ti, ya que tienes a un hombre adinerado a tu lado.Verónika se hizo un lío con las palabras de su madre y ya estaba segura de que le pediría dinero.Sí, dinero. Eso era lo que quería.—Mamá, ¿por qué me dices todo esto? En lugar de andar con rodeos, ve al grano.—De acuerdo. Necesito treinta mil dólares. El dinero tie
A la mañana siguiente, Arthur se encontraba en su elegante oficina, rodeado de documentos y pendientes que requerían su atención. Sin embargo, su mente estaba constantemente invadida por pensamientos oscuros y ansiosos acerca de su situación financiera y su inminente herencia por cobrar.—¿Me vas a decir qué es eso que te tiene tan preocupado? — inquirió su abogado, Alex, con voz cargada de curiosidad. — No me digas que otra vez todo gira en torno a esa mujer.Arthur suspiró profundamente mientras apoyaba su codo en el escritorio, sumido en sus pensamientos. — ¿Para qué decirte que no? — respondió con pesar en su voz. — No puedo evitar que mi mente esté constantemente obsesionada con el tiempo que falta para obtener mi herencia. Parece como si los meses se arrastraran sin piedad. Desearía que todo esto terminara de una vez, no sé cómo mantener la paciencia en estos momentos tan desesperantes.Alex lo miró y asintió. — Entiendo tu frustración, Arthur, pero recuerda que la paciencia e
Vanessa se encontraba recostada en su cama, con la mirada perdida en el techo de su habitación. Apagada y triste, no podía evitar sentir una profunda melancolía invadir su ser. Sus pensamientos la llevaban una y otra vez a aquel fatídico momento en el que decidió robarle el marido a su propia hermana.Sí, la odiaba, pero ese sentimiento comenzaba a transformarse en algo más. No sabía qué nombre darle... Miró su mano y la posó sobre su abdomen abultado, sintiendo cómo su corazón se apretujaba en el pecho. A pesar de haber logrado su objetivo, de haber conquistado al hombre que tanto la hacía suspirar, Vanessa se sentía insatisfecha. El peso de la culpa la consumía día a día, y sabía que había destruido la confianza y la relación con su hermana para siempre.¿Lo peor? Que ese hombre solo estaba interesado en su bebé. Perdió la cuenta de las veces en las que se puso a pensar en ello. ¿Huir? No¿Quedarse? No quería eso tampoco. Pero marcharse no ayudaría en nada. ¡No tenía dinero prop
Sebastian por fin salió del trabajo aquel día, por la tarde con una sonrisa en el rostro se despedía de los empleados. Maritza se había quedado pensativa, ya se preguntaba en dónde estaba Verónika, la razón por la que no había ido a laborar. Chasqueó la lengua. Aunque tenía su número telefónico le podía llamar para preguntarle cómo estaba no se atrevía a hacerle la llamada tal vez porque sería un poco atrevida. El CEO dirigió sus pasos al estacionamiento subterráneo. Para él, había sido una semana larga y agotadora, pero finalmente llegaba el momento de relajarse y visitar a Verónika. También quería saber cómo ella ya se encontraba de salud. Subió a su coche y condujo a toda velocidad hacia la casa de Verónika. Durante el trayecto, su mente se llenaba de recuerdos sobre esa conversación que había tenido con su abogado y tenía una duda al respecto, no sabía si debía comentárselo a Verónika o si eso podría ser un poco precipitado. Además, ya tenía una conversación que girana en to