Verónika estaba preocupada por la salud de su pequeña. Ya que seguía con fiebre. Después de que el doctor se marchara, solo quería que su niña se pusiera bien. Así que siguió al pie de la letra la recomendación del doctor, de darle medicinas.—Mamá... Giró la cabeza con dirección a ella y le sonrío para que se quedara más tranquila, no quería que ella se pusiera en alerta o se preocupara demasiado, lo importante ahora era que se pusiera bien y para eso tenía que estar calmada. —Lali, lamento mucho quitarte más de tu tiempo, pero necesito que te quedes. Prometo que no me tardaré demasiado iré a la farmacia lo más rápido que pueda y volveré. —No te preocupes. Aquí estaré. Desesperada por aliviar la fiebre de su hija, Verónika corrió a la farmacia más cercana y compró el jarabe recetado. Siguiendo las instrucciones, le dio la dosis adecuada a su pequeña y esperó ansiosamente a que hiciera efecto.A medida que pasaban las horas, Verónika notó que la fiebre comenzaba a ceder lentamente
Sebastián abrió los ojos y se encontró en una habitación de hospital. Su cabeza estaba vendada y se sentía aturdido. ¿Cómo había llegado allí? Se tocó el vendaje y sintió el dolor. Llamó a una enfermera y le preguntó qué había sucedido.—¿Por qué estoy aquí? Mierda, me duele mucho la cabeza —espetó. Ella se sobresaltó un poco en su lugar. Parecía cohibida no por lo que Sebastian podría hacer, sino por lo que era, sí, un hombre poderoso. —Señor Walker, me alegra verlo despierto. La enfermera le explicó que había sido admitido en el hospital después de sufrir un accidente. Sebastian no podía recordar nada de lo ocurrido, pero sabía que algo andaba mal. Luego, llamaron al doctor para que lo examinara.—¿Qué me ocurrió exactamente doctor? —quiso saber. El doctor le explicó que había sufrido una lesión en la cabeza y que había perdido el conocimiento. Le contó que había llegado al hospital por su cuenta, pero volvió a desmayarse cuando llegó. El doctor le dijo que necesitaba descansar
El hombre todavía seguía esperando respuesta. Ella vaciló un poco, sintiéndose cobarde. —Lo siento, he roto el marco de tu oficina. Entonces Maritza lo ha cambiado por mí. Sebastian intentó mantener la serenidad, no se trataba de un marco cualquiera, era el marco que le regaló una vez Adam. Pero prefirió quedarse en silencio. Absorto una vez en el asunto. —Sebas, lo siento mucho. Además, ella se veía realmente arrepentida. —No pasa nada. ***Por la noche, mientras los suspiros de la noche bailaban en la oscuridad, las garras de la pesadilla se aferraron a Sebastian y lo arrastraron hacia un recuerdo que se convirtió en una angustiante pesadilla.Sebastian se encontraba sumido en un sueño profundo, envuelto en la profundidad de los recuerdos que habitaban en su mente. Su ser descansaba tranquilo y suave, como una pluma flotando en una brisa nocturna. Sin embargo, la calma fue rota por la pesadilla repentina, sí y el súbito estruendo de un teléfono que sonaba insistentemente dent
En ese momento, mientras lo abrazaba, sintió algo especial. Sabía que lo suyo era sincero y que necesitaba estar a su lado, a pesar de no saber lo que le ocurría. Pero cuando Sebastian mencionó el nombre de aquel hombre, algo cambió en su interior. Experimentó una abrumadora sensación, como si ese nombre acuchillara su cabeza con recordatorios borrosos.¿Por qué su mente le hacía eso? Durante años, Verónika había intentado construir una idea clara sobre quién era ese hombre con quien había pasado la noche. Estaba aturdida.—Sebas, no te preocupes, no me iré. Por favor, intenta descansar —pidió inquieta.—¿Por qué no te has ido a casa? —preguntó él con los ojos entre cerrados y la voz exaltada.Con cariño, ella acarició su mentón y suspiró profundamente.—Debo quedarme y cuidar de ti. ¿Por qué insistes en que me vaya? —respondió, a lo que él expiró.—Agradezco mucho que te quedes, pero deberías ir a casa. Seguro que la pequeña Sídney te extraña. Estaré bien, te lo prometo —insistió.Sin
Bastian sabía que ver a Regina sentada en la silla de ruedas, mirando fijamente a través de las cristaleras al exterior, le producía una profunda tristeza. Desde atrás, la observaba en silencio, desearía poder aliviar su dolor, pero sabía que era imposible. El tiempo se había convertido en el enemigo implacable que les arrebataba poco a poco todo lo que amaban.Regina era una mujer fuerte, pero su cuerpo frágil estaba debilitado por una enfermedad que finalmente le arrebataría la vida. Sus ojos brillantes, una vez vivaces y llenos de alegría, ahora estaban cargados de melancolía. Bastian hubiera dado cualquier cosa por verla sonreír de nuevo, pero la tragedia y la enfermedad se habían entrelazado en sus vidas, extrayendo la felicidad que antes los acompañaba.En ese momento, Bastian recordó a Adam, su amado hijo que había fallecido en un atroz accidente de tránsito hace varios años. A Regina le dolía profundamente la pérdida de su hijo, la ausencia de aquel joven lleno de vida y sueño
Días después...Verónika se encontraba sentada en el sofá de su apartamento, con la mirada fija en Sebastian, quien estaba sentado frente a ella. A pesar de que todo parecía normal, ella podía sentir que algo no estaba bien.Sebastian había estado actuando de manera extraña durante los últimos días, y Verónika no podía evitar sentirse preocupada por él. Había intentado hablar con él acerca de lo que le sucedía, pero él simplemente se alejaba y evitaba el tema.Esa tarde, decidió que necesitaba hacer algo para descubrir qué era lo que estaba sucediendo. Se levantó del sofá y caminó hacia la cocina. Abrió la nevera y tomó una botella de agua fría. Regresó al sofá y se sentó junto a Sebastian.Ella había estado visitando al hombre, para asegurarse de que se encontrara todo en orden. Estaba más al pendiente del CEO, luego de su incidente en la oficina. —¿Te sientes bien? —preguntó Verónika con una sonrisa.—Sí, estoy bien —declaró Sebastian sin mucho entusiasmo —. El dolor de cabeza ha d
Verónika caminaba inquieta en círculos por la sala de su casa, con la cabeza llena de preocupaciones. El hecho de que Sebastian siguiera actuando de forma extraña la tenía inquieta. Sabía que algo estaba mal, pero no sabía cómo abordarlo ni qué decisión tomar. La idea de vivir juntos no le parecía mal, pero todo estaba sucediendo demasiado pronto y tenía miedo de arruinarlo todo debido a sus malas experiencias pasadas.La aparente calma que existía en ese momento estaba destinada a desaparecer en cualquier momento, convirtiéndose en una tempestad. Una cosa parecía entrelazarse con la otra.De repente, su mente divagó hacia el pasado y recordó la noche en que conoció a un hombre en un bar llamado Adam Walker. Pasaron la noche juntos, pero no podía recordar su rostro con claridad. Lo único que resonaba en su cabeza era su nombre. Aun seguía pensando en él, el hermano de Sebastian.En ese momento, su hija Sídney apareció corriendo hacia ella, interrumpiendo sus pensamientos.—¡Mamá, mamá!
Las palabras de la mujer llamaron la atención del hombre, quien levantó la cabeza y suspiró, ella tenía bastante razón en lo que estaba diciendo, después de todo tenía que pensar en la pequeña y en cómo ella reaccionaría. —¿Se lo has contado? —Sí, por supuesto. Sídney se dio cuenta que ambos estamos en una relación. Sebastian se quedó en silencio unos segundos, procesando la información. No podía negar que se sentía aprehensivo ante la idea de convertirse en una figura paterna para Sídney, pero al mismo tiempo, el amor que sentía por Verónika era innegable.—Entiendo tus preocupaciones y aprecio tu sinceridad— dijo Sebastian finalmente—. No quiero causarle confusión a Sídney ni hacerte sentir presionada. Tal vez sea mejor que tomemos las cosas con calma y veamos cómo se desarrolla nuestra relación antes de tomar decisiones definitivas.Verónika suspiró aliviada al escuchar sus palabras. Sabía que era la opción más sensata y responsable. Al fin y al cabo, la felicidad y el bienest