Vanessa se encontraba sumida en un mar de emociones contradictorias. El peso de la culpa comenzaba a hacer mella en su conciencia mientras el embarazo avanzaba. A pesar de su furia inicial y su deseo de venganza, ahora se encontraba enfrentando la realidad de llevar en su vientre al hijo de ArthurAquella mañana, Vanessa decidió llamar a Arthur para que la acompañara a la cita médica. Necesitaba compartir ese momento con él y esperaba que su presencia pudiera calmar sus pensamientos turbios. Sin embargo, la respuesta fría y distante del hombre le dejó un nudo en el estómago.—No puedo, estoy ocupado en el trabajo.Arthur no podía acompañarla, dejándola nuevamente sola frente a la situación. A pesar de sentirse decepcionada y abandonada, Vanessa decidió seguir adelante y asistir a la cita médica por sí misma.—Bien, espero sí puedas la próxima vez —soltó ella con voz calmada.Sin embargo, en su interior deseó insultarlo. Tras finalizar la llamada, Vanessa lanzó con fuerza su teléfono
Ella se regañó a sí misma porque sabía que no debía ponerse de esa manera, no había razón para sentirse celosa, pero por dentro había algo encendido y no podía controlar el fuego. Ya la esbelta rubia se había marchado de la oficina, aún así no dejaba de pensar en eso. Suspiró, la mujer, ya se estaba hastiando de estar así. Maritza cada cierto tiempo pasaba por allí y se le quedaba mirando a Verónika, negaba con la cabeza, mientras una sonrisa aparecía en su rostro, le parecía un poco divertido que ella estuviera celosa, no se imaginaba cómo sería una vez estuviera casada con él. ¡Pobre de su jefe! —Verónika, te está llamado Sebastian.—¿A mí? No escuché —se encogió de hombros. —Sí, ve a su oficina. —Vale, ando distraída —batió la cabeza. Maritza sonrió. Al poco tiempo Verónika se encontraba de pie frente a la imponente figura de Sebastian en su amplia y lujosa oficina. Su sola presencia era suficiente para hacer que su corazón se acelerara y sus manos se volvieran sudorosas. A
Mientras el motor del deportivo rugía, Verónika no podía evitar preguntarse a dónde la estaba llevando Sebastian. ¿Sería un lugar desconocido? ¿Algo respecto al acuerdo? La curiosidad la consumía mientras él permanecía en silencio, concentrado en la carretera.Desde hace rato estaba conteniendo para no preguntar. Aunque, pensándolo bien, no tenía nada de malo inquirir. —Sebastian...Apenas se giró un poco y la miró. —¿Sucede algo? —¿A dónde vamos? —Ya verás —se limitó a decir. Ella aprovechó de admirar su perfil, el hombre tenía unos rasgos masculinos marcados, ese atractivo que la envolvía en un mar de emociones, sí, esas sensaciones recónditas que volvían a escalar dentro de ella y creyó no volver a sentir. Pero caía estrepitosamente en la idea de que todo era una farsa, así que... ¿por qué sentirse así? La tensión y la atracción entre ellos eran palpables, haciendo que cada minuto juntos fuera una montaña rusa de emociones para Verónika. A medida que avanzaban por la autopis
Finalmente, Sebastian llevó a Verónika de regreso a su coche y se pusieron en marcha. Ella no podía controlar la reacción que dejó el millonario en su fisonomía, el ardor que rebasaba el límite y la atrapaba al mismo tiempo. De pronto el espacio en el auto se volvió más pequeño, por eso fue un alivio llegar al fin. —Gracias por venir conmigo —emitió él antes de besarla suavemente en los labios.Un beso de despedida que no se esperaba. Verónika se quedó sin aliento mientras él se alejaba en su deportivo, sintiendo que su corazón latía desbocado. Sabía que había encontrado algo especial con Sebastian, que ya su relación no era solo un contrato. —¿En qué estás pensando? —si dijo a sí misma a modo de reproche, antes de entrar a casa y ser recibida por su pequeña. —¡Mamá! Has llegado al fin —exclamó con emoción, detrás suyo estaba Lali, con una tenue sonrisa. Antes de olvidarlo, le entregó el dinero a la niñera, quién al principio se opuso por el pago extra, pero acabó aceptándolo.
Sebastian: Verónika, hablemos mañana, ven a mi oficina a primera hora, por favor. Debemos plantearnos cómo quedará definida nuestra relación. ¿Nuestra relación? Ella se quedó boquiabierta y abrió los ojos de par en par. ¡Por supuesto que sucedería! Ese momento llegaría. —Mamá, ¿puedes dormir conmigo? Su pequeña la sacó del ensimismamiento. —Vale, dormiré contigo —le sonrió, pero aún seguía nerviosa. ***La mañana siguiente llegó de volada. Vanessa se encontraba en su apartamento, ansiosa por hablar con su hermana, Verónika. Desde hacía tiempo, sentía una especie de vacío en su vida y pensó que tal vez Verónika podía ayudarla a llenarlo.Quería una segunda oportunidad, estar de su lado, y se lo dejaría saber.Sí, se arrepentía de todo el mal que hizo, aunque no dejaba de pensar que ella era una mentirosa también. Tomó una profunda bocanada de aire. Decidió tomar su teléfono y marcar el número de su hermana.El teléfono sonó varias veces antes de que Verónika contestara. Al ot
Durante la salida sintió como su cuerpo volvía a relajarse, aunque le había dicho a su hermana que no le interesaba nada respecto a ella y Arthur, en el fondo su cabeza se inclinaba a pensar en lo que le reveló. ¿Así que ese hombre también había usado a Vanessa?Tomó una bocanada de aire, antes de continuar el paso y negar con la cabeza, ese no era su problema, además de que su hermanita se lo había buscado, ella actuó de mala manera y ahora las cosas le salían mal, tal vez después de todo se lo merecía, pero ella no era así, por lo que tener ese tipo de pensamientos la hacía sentir un poco cruel.Dejó todo eso atrás, continuaría con su vida, igual, no era su problema. Ella tenía que solucionar las cosas por su cuenta. —¡Agh! Abordó su auto y condujo a la compañía con urgencia, no quería llegar tarde pero ella lo decidió así. Puso en primer lugar el encuentro con su hermana en vez de irse al trabajo. Aunque no creía que Sebastian se enfadara por su retraso. Pero con él nunca se sa
—Piensa, piensa, piensa... —se dijo a sí misma, asustada. Cerró los ojos y apretó con dureza los párpados, mientras que su mente dibujaba un escenario en el que Sebastian se tomaba aquello bien. "Verónika se acercó a Sebastian con el corazón latiendo fuerte. —Sebas, lo siento mucho, pero accidentalmente dejé caer su portarretrato y se rompió —se imaginó diciendo mientras mostraba los restos del marco. —No te preocupes, Verónika, estas cosas pasan —emitió Sebastian con una sonrisa calmada —. Pero si quieres puedo ayudarte a encontrar un reemplazo adecuado para la foto — agregó amablemente. Y ella se asintió agradecida por su comprensión y prometió encontrar un nuevo marco lo antes posible".La aludida salió de inmediato de su imaginación y sacudió la cabeza. Como si eso pasaría. El cuerpo entero le estaba temblando de solo ver el marco destrozado. Con cuidado se agachó y empezó a recoger las esquirlas, siendo cuidadosa, no fuera a ser que se hiciera daño. —Mierda —saltó en su luga
Verónika estaba preocupada por la salud de su pequeña. Ya que seguía con fiebre. Después de que el doctor se marchara, solo quería que su niña se pusiera bien. Así que siguió al pie de la letra la recomendación del doctor, de darle medicinas.—Mamá... Giró la cabeza con dirección a ella y le sonrío para que se quedara más tranquila, no quería que ella se pusiera en alerta o se preocupara demasiado, lo importante ahora era que se pusiera bien y para eso tenía que estar calmada. —Lali, lamento mucho quitarte más de tu tiempo, pero necesito que te quedes. Prometo que no me tardaré demasiado iré a la farmacia lo más rápido que pueda y volveré. —No te preocupes. Aquí estaré. Desesperada por aliviar la fiebre de su hija, Verónika corrió a la farmacia más cercana y compró el jarabe recetado. Siguiendo las instrucciones, le dio la dosis adecuada a su pequeña y esperó ansiosamente a que hiciera efecto.A medida que pasaban las horas, Verónika notó que la fiebre comenzaba a ceder lentamente