En ese momento, Asthon entró apresurado a la oficina al escuchar sus quejidos. Al verlo en ese estado, alarmado, corrió hacia él.—Sebastian, ¿estás bien? —quiso saber preocupado, mientras lo sostenía para evitar que se cayera.El dolor seguía aumentando y la preocupación en los ojos del abogado, solo hacía que empeorara su estado. —Necesito... ayuda —logró articular con dificultad antes de que la debilidad lo venciera y perdiera la conciencia.El hombre, desesperado, llamó rápidamente a una ambulancia y se quedó a su lado, haciendo todo lo posible por mantenerlo despierto hasta que llegara la ayuda médica.Después de unos eternos minutos, la ambulancia llegó y los paramédicos se apresuraron a atender a Sebastian. Lo colocaron en una camilla y lo llevaron hasta la ambulancia, mientras su amigo seguía angustiada y asustado. No estaba seguro si debía avisarle a Verónika, pero supo que sería lo correcto después de todo. Chasqueó la lengua, sintiéndose en un aprieto. En el trayecto ha
Verónika estaba tremendamente nerviosa en ese consultorio. Apenas podía estudiar el lugar mientras permanecía sentada en la silla que el doctor le había indicado que podía usar. Todavía esperaba que el médico comenzara una explicación más detallada sobre lo que estaba sucediendo con su esposo, pero la falta de una respuesta clara la ponía aún más nerviosa. Cada célula de su cuerpo se estremecía al imaginar lo peor.—Según tengo entendido, Sebastián siempre ha sido una persona bastante saludable. No entiendo cómo le pudo pasar algo así —expresó Verónika preocupada.—Entiendo su preocupación. Probablemente su esposo no le haya hablado acerca de lo que está padeciendo. Sufre de angina, que es una enfermedad que pertenece a la cardiopatía isquémica. Esto se debe al estrechamiento y bloqueo de las arterias del corazón debido a la acumulación de placas de colesterol, lípidos y células inflamatorias. Como resultado, se produce una reducción del flujo sanguíneo hacia el corazón, lo que provoc
Verónika no sabía qué hacer para cambiar la expresión y aparentar que realmente no estaba preocupada por el estado de salud de Sebastian estaba a poco de entrar a la habitación. Pero quería mostrarse, serena... calmada, para dejarle saber que no tenía nada de qué preocuparse, pero le estaba costando más de lo que imaginó, ella se tardó más de cinco minutos parada afuera de la habitación en medio del pasillo desolado.Suspiró hondo. Finalmente se armó de valor y entró a la habitación, en poco tiempo sus ojos ubicaron al millonario postrado en esa cama, era tan extraño verlo sin hacer nada, pero viéndolo así le rompió el corazón. Solo quería terminar de llegar y abrazarlo con todas sus fuerzas, dejarle saber que estaba allí para él, que no se apartaría jamás y también prometió que iba a disculparse apropiadamente por el hecho de haberle quitado el trato de un momento a otro. Ahora lo más importante era él. Inspiró profundo, antes de hacerlo, era como si pasaron mil años sin verle. S
Un silencio se apoderó de la habitación mientras Vanessa esperaba la respuesta de su madre. Sabía que estaba arriesgando su vida al hacer aquella llamada, pero también sabía que no tenía otra opción. Su única esperanza era ella. Finalmente, un suspiro angustiado emergió del otro lado de la línea. Su madre no podría dar crédito a lo que decía. —Vanessa, hija, al fin escucho tu voz, ¿dónde estás? —soltó después de mucho —. ¿Por qué no has tomado mis llamadas? —Mamá, estoy secuestrada por Arthur —repitió —. Es la verdad, no bromeó. Ella abrió los ojos como platos, comprendiendo la situación, entonces supo que no fue solo un mal presagio lo que Verónika tuvo, que detrás de todo ese tiempo su ausencia tenía un motivo. —¡Voy a llamar a la policía de inmediato! —aseguró dejando escapar la angustia en su voz.Pero en ese momento escuchó la voz de Arthur y el teléfono se salió de sus manos. El corazón casi se le sale del pecho de solo saber que estaba a punto de ser descubierta. —Mamá,
El sonido de la puerta abriéndose hizo que Vanessa se sobresaltara y soltara un pequeño grito ahogado. Arthur entró en la habitación lentamente, con una sonrisa fría en el rostro, ella había podido poner de nuevo el móvil en su lugar. Sin embargo tenía miedo de que se le notara el nerviosismo potente dominando su sistema, no quería que se diera cuenta de lo que hizo. —¿Con quién estás hablando, eh? —averiguó exigente hasta la médula, mirando fijamente a Vanessa. Vanessa tragó saliva e intentó mantener la calma. Sabía que no podía mostrar señales de debilidad frente a Arthur, no si quería tener alguna posibilidad de escapar. —Nadie, estoy hablando sola. Me estaba volviendo loca encerrada aquí —respondió, forzando una sonrisa. Arthur se acercó a ella lentamente, sus ojos estaban llenos de una peligrosa combinación de furia. —No te atrevas a mentirme Vanessa. No soporto las mentiras. ¿A quién llamabas? —exigió, agarrando bruscamente su brazo. De pronto sintió el dolor agudo de los
Arthur aún seguía pensativo, luego de la conversación con Bastian. Pero una vez llegó a la casa de Verónika, optó por dejar todos esos pensamientos de lado. Finalmente bajó del auto y tocó la puerta con impaciencia, esperando que alguien le abriera lo más pronto posible. Después de unos segundos, la puerta se abrió y se encontró con la chica, se miraba jovial y tenía unos ojos atrapantes. Ambos se miraron fijamente a los ojos, y en ese momento, Lali sintió una extraña conexión con ese hombre desconocido. No sabía explicar ese sentimiento, pero algo en él la intrigaba. Asthton también percibió algo diferente en Lali, algo que lo hizo sentirse atraído hacia ella de una manera inexplicable.—¿Quién eres tú? ¿Qué haces aquí? —cuestionó la mujer un poco adormilada, rompiendo el silencio incómodo que se había formado entre ellos.El aludido frunció el ceño porque creía que Verónika le avisó sobre su llegada. Pero... ¿no fue así? —Soy Asthton, el abogado y amigo de Sebastian... Vine a bus
Esa mañana, Lali tuvo una buena idea para cambiar un poco el panorama y darle un poco de alegría a la pequeña que miraba alicaída desde que terminó diciéndole hace menos de media hora sobre la situación de Sebastian. Solo le dijo que estaba en el hospital, pero que estaría bien, que por eso Verónika se quedó con él. Aún así, se puso triste. —¿Aún no tienes hambre? —Quiero que mamá venga, quiero también a papá. —Vendrán en un momento, ten paciencia. Sídney, ¿qué te parece si preparamos una sorpresa para tu papá? —inquirió Lali emocionada.Los ojos de Sídney se iluminaron.—¿De verdad? ¡Sí! ¡Eso sería genial! —soltó la niña entusiasmada.Lali sonrió, pensando en las posibilidades.—Podemos decorar su habitación con globos, y hacer tarjetas de bienvenida para cuando llegue a casa. También podemos cocinarle su comida favorita y tener un pastel para celebrar su regreso. ¿Qué te parece?Sídney asintió con emoción.—Me gusta todo, ¡Vamos a hacerlo!Las dos se pusieron manos a la obra. Mi
Asthon caminaba por la calle, con la mirada perdida y un nudo en el estómago. No podía dejar de pensar en la enfermedad del padre su amigo y cliente, Bastian. En su rostro se dibujaba la tristeza. Mientras caminaba, Asthon intentaba encontrar respuestas a todas las preguntas que invadían su mente. ¿Cómo pudo ocurrir esto? ¿Por qué Bastian? ¿Qué podía hacer él para ayudar? Sentía impotencia ante la situación, no tenía control sobre lo que estaba sucediendo.De repente, Asthon escuchó una voz familiar llamándolo desde lejos. Levantó la cabeza y su expresión cambió por completo al divisar a Lali, su cita de aquella noche. Una sonrisa se dibujó en su rostro y todo su enfoque se desvió hacia ella.Lali se acercó corriendo. —Hola Asthon, me alegra verte —emitió con una sonrisa radiante en su rostro —. Tenía muchas ganas de salir contigo esta noche. Pero... ¿por qué te diriges tarde a nuestra salida? Ella parecía radiante y despreocupada, ajena a los pensamientos oscuros que habían plaga