Al día siguiente, Sebastian decidió visitar a su padre en su lugar de trabajo. Bastian era un hombre bastante difícil y Sebastian no estaba seguro de lograr algo con él, pero tenía que intentarlo, a pesar de que su progenitor tenía una fuerte personalidad y carácter que resultaban difíciles de ignorar. Sabía que sería un desafío abordar el tema con él, pero ya no podía postergarlo más.En cuanto entró en el despacho de su padre que tenía en casa, Bastian levantó la mirada y frunció el ceño con una expresión de sorpresa.—¿Qué haces aquí? —fue lo primero que dijo al verlo, en su cara estaba impreso el desagrado, era obvio que no quería ver a su hijo allí. Sebastian se aclaró la garganta y se armó de coraje.—Papá, necesitamos hablar. No quiero que sigamos separados. Quiero arreglar nuestra relación y ser parte de la vida del otro. Sé que cometí un error, tal vez demasiados, aún así... Me gustaría que pudieras aceptarla, que la veas como tu nieta, deseo de todo corazón que la quieras
Sebastian se encontraba parado frente a la puerta de la nueva casa, ansioso por encontrarse con su esposa Verónika y con la pequeña. Habían pasado meses desde que habían tomado la decisión de mudarse a este nuevo lugar y finalmente llegaba el momento de compartirlo con su familia.Abrió la puerta y las esperó con una gran sonrisa en el rostro. No pasó mucho tiempo antes de escuchar a sus espaldas la risa melodiosa de Sídney y el suave murmullo de Verónika acercándose. En cuanto las vio, su corazón se llenó de alegría.—Sídney, cariño, ven a ver la casa nueva —llamó Sebastian a la niña, mientras caminaba hacia ellas. Sídney saltó emocionada y se dirigió rápidamente hacia el CEO.—Sebas, estoy tan emocionada por ver nuestra nueva casa. Me contaste que tiene un patio enorme, ¿verdad? — preguntó Sídney, que días atrás había cumplido seis años, ella tenía los ojos llenos de curiosidad.—Así es, mi pequeña ya vas a ver lo enorme y hermoso es —le aseguró con una gran sonrisa, mientras la tom
Maritza y Verónika se encontraron en un café concurrido, un lugar acogedor y tranquilo donde solían reunirse para charlar. Maritza estaba especialmente curiosa sobre la vida de Verónika, una mujer enigmática que siempre parecía llevar un aire de misterio consigo.Se sentaron en una mesa cercana a la ventana, el sol brillaba y se filtraba a través de los cristales, creando un ambiente cálido en el café. Maritza tomó un sorbo de su café humeante y rompió el hielo.—Verónika, siempre me has intrigado. Parece que hay muchos secretos en tu vida que no compartes con nadie. ¿Qué te parece si hoy nos contamos un poco más?Verónika miró a Maritza con una sonrisa, parecía haber previsto esta conversación. —Maritza, todos llevamos nuestros secretos, ¿verdad? Pero es cierto que siempre he tratado de guardar cierta distancia. No porque tenga algo que ocultar, sino porque a veces es difícil para mí abrirme por completo —fue lo que se le ocurrió decir, creyó que le había aclarado sobre no meterse m
Vanessa se sintió confundida por las palabras de Verónika. Se puso de pie y comenzó a caminar de un lado a otro de la habitación, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. A pesar de todo lo que había hecho, Verónika seguía siendo amable con ella, algo que Vanessa no podía comprender.Se acercó a la ventana y miró hacia afuera, tratando de encontrar respuestas en el paisaje que se extendía frente a ella. Se sentía culpable por sus acciones pasadas, pero al mismo tiempo no podía evitar sentir cierta angustia. —¿Cómo puede ser tan compasiva? —se preguntó Vanessa en voz alta, mirando fijamente su reflejo en el cristal de la ventana —. No merezco que sea así de buena conmigo. Suspiró. Antes de irse de la habitación, ella se prometió a sí misma que haría todo lo que pudiera para ganarse la confianza de Verónika. No podía cambiar lo que había pasado, pero estaba decidida a mostrarle que podía ser una mejor persona. Con ese pensamiento en mente, salió de la habitación, tal vez le c
Sabía que pasaría el día en el zoológico con su niñera Lali. Desde que se levantó, Sídney no podía dejar de pensar en todos los animales que iba a ver. Se imaginaba a los leones rugiendo, a los monos saltando de rama en rama y a los elefantes chupando agua con su trompa.Finalmente, después de desayunar y prepararse, Sídney y Lali se montaron en el auto para dirigirse al zoológico. Sídney no podía quedarse quieta en su asiento, la emoción la llenaba por completo. Lali sonrió al ver la emoción desbordante de la niña. —Vamos a tener un día inolvidable en el zoológico, Sídney. Cuando llegaron, Sídney y Lali entraron emocionadas al zoológico. Lo primero que vieron fue un cartel enorme con un mapa del lugar. Rápidamente, Sídney tomó el mapa y comenzó a señalar todos los animales que querían visitar. —¡Quiero ver a los tigres, Lali! ¡Y a los pingüinos también! —exclamó la niña. Decidieron comenzar por los tigres, que estaban en el otro extremo del zoológico. Mientras caminaban por los s
Lali se sentía devastada. Sus lágrimas seguían fluyendo mientras se encontraba de rodillas en el suelo. El nudo en su garganta solo se volvía más apretado a medida que pedía perdón una y otra vez por su descuido. Sabía que había sido su error y no podía perdonarse a sí misma por lo sucedido.Miró a Verónika buscando comprensión y consuelo, pero solo encontró indiferencia en su mirada. La rabia y la frustración se arremolinaban dentro de Lali, sin embargo ¿Cómo podía simplemente ignorarla y seguir su camino? Así que se marchó. Era evidente que la tensión había tomado control de la situación. Se sintió mal por la niñera que no tuvo nunca la intención de que Sídney pasara por todo eso. —Verónika, debemos hablar — murmuró Sebastian. Ella asintió y se sentó a su lado, preparada para escucharle.—Lali... no tenía malas intencionesSoltó de manera sincera, buscando que sus palabras calaran hondo en el alma de su esposa. —Sebastian...—Ella realmente ama a la niña y lo sabes. Lo que pas
Sebastian se encontraba sentado en un cómodo asiento de la sala de espera de la clínica, acompañado por su madre, Regina. Verónika seguía en la habitación con la niña. Su mente estaba llena de inquietud y ansiedad por el estado de salud de Sídney. Regina, con una mirada cálida y preocupada, acariciaba suavemente el brazo de Sebastian en un gesto de apoyo. El hombre agradecido por el apoyo de su madre, suspiró por enésima vez. —Gracias por estar aquí, mamá. Significa mucho para mí. Regina le devolvió una sonrisa amorosa. —Siempre estaré aquí para ti, mi querido Sebastian. Somos una familia, y en los momentos difíciles es cuando más debemos apoyarnos mutuamente. Esto que le ocurrió a la niña me resulta tan terrible, pero es bueno que ya el doctor aclaró el panorama. El ambiente en la sala de espera era tenso, repleto de personas preocupadas por sus seres queridos. Pero en medio de esa atmósfera cargada de ansiedad, ambos encontraron consuelo en la cercanía del otro.Después de un
Sídney abrió lentamente los ojos y parpadeó varias veces para acostumbrarse a la luz de la habitación. Todo a su alrededor era blanco y esterilizado. Entonces, recordó lo que había ocurrido, cómo había sido atropellada por un auto y lo último que recordaba era el dolor agudo que recorría su cuerpo.Intentando incorporarse, se dio cuenta de que aún sentía un gran dolor en su pierna y notó que estaba vendada. A su lado, vio a su madre, quien la observaba con preocupación.—Mamá —susurró Sídney con voz débil.—Oh, mi pequeña Sídney, al fin estás despierta—expresó su madre entre sollozos mientras acariciaba suavemente su rostro.—Mamá, ¿qué pasó? —inquirió a pesar de recordar, ella estaba confundida.—Fuiste atropellada por un auto, cariño. Pero estás en la clínica ahora, los médicos te atendieron y estás a salvo —le explicó su madre, tratando de contener las lágrimas.Sídney miró a su alrededor y vio a los médicos y enfermeras que iban y venían, ocupados en sus quehaceres. Se sentía asus