Minutos después, Sebastian caminaba de un lado a otro, nervioso pero decidido a tener la conversación que llevaba tanto tiempo posponiendo. Suspiró profundamente y se sentó en el sofá antes de comenzar. —Mamá, hemos estado evitando esta conversación, sé que la última vez me fui enfadado, sé que las cosas no terminaron bien entre nosotros —mencionó liberando un suspiro —. Y creo que ha llegado el momento de que hablemos sobre todo lo que ha estado sucediendo. Ya no podemos seguir así, madre, todo debe solucionarse. Regina asintió y dejó el libro que había estado leyendo en la mesita de noche. Se acomodó en su lugar y prestó atención a su hijo, que sí, tenía razón en lo que expresaba. —Está bien, Sebastian —expresó suavemente —. Sé que nada está bien entre nosotros, que debemos tratar de solucionar todo. Pero no es fácil, aún así, adelante, estoy escuchando. Sebastian buscó las palabras adecuadas, tratando de expresar sus pensamientos y sentimientos sin causar más daño del necesari
Sebastian entró a la casa de Verónika experimentando un poco de nerviosismo y entusiasmo. Desde que había hablado con su madre, Regina, y ella le había dado su aprobación de alguna forma para seguir adelante con la relación con Verónika y su hija, se había sentido como si un gran peso se hubiera levantado de sus hombros.Verónika estaba en la sala, jugando con su hija, Sídney. Al ver a Sebastian entrar, levantó la vista y notó la expresión en su rostro.—Sebastian, ¿qué te pasa? —inquirió la mujer, preocupada.Sebastian caminó hacia ella y la abrazó con cariño.—Verónika, necesito hablar contigo —mencionó, soltándola pero manteniendo su mirada.Verónika se apartó un poco y lo miró a los ojos, esperando a que continuara. No sin antes decirle a Sídney que jugara un poco, lo hizo para entretenerla. —He hablado con mi madre hoy —comenzó diciendo, dejando escapar una sonrisa juguetona.—¿Con Regina? ¿Qué te dijo? —lanzó Verónika, confundida pero al mismo tiempo curiosa.—Hablamos y ya s
Al día siguiente, Sebastian decidió visitar a su padre en su lugar de trabajo. Bastian era un hombre bastante difícil y Sebastian no estaba seguro de lograr algo con él, pero tenía que intentarlo, a pesar de que su progenitor tenía una fuerte personalidad y carácter que resultaban difíciles de ignorar. Sabía que sería un desafío abordar el tema con él, pero ya no podía postergarlo más.En cuanto entró en el despacho de su padre que tenía en casa, Bastian levantó la mirada y frunció el ceño con una expresión de sorpresa.—¿Qué haces aquí? —fue lo primero que dijo al verlo, en su cara estaba impreso el desagrado, era obvio que no quería ver a su hijo allí. Sebastian se aclaró la garganta y se armó de coraje.—Papá, necesitamos hablar. No quiero que sigamos separados. Quiero arreglar nuestra relación y ser parte de la vida del otro. Sé que cometí un error, tal vez demasiados, aún así... Me gustaría que pudieras aceptarla, que la veas como tu nieta, deseo de todo corazón que la quieras
Sebastian se encontraba parado frente a la puerta de la nueva casa, ansioso por encontrarse con su esposa Verónika y con la pequeña. Habían pasado meses desde que habían tomado la decisión de mudarse a este nuevo lugar y finalmente llegaba el momento de compartirlo con su familia.Abrió la puerta y las esperó con una gran sonrisa en el rostro. No pasó mucho tiempo antes de escuchar a sus espaldas la risa melodiosa de Sídney y el suave murmullo de Verónika acercándose. En cuanto las vio, su corazón se llenó de alegría.—Sídney, cariño, ven a ver la casa nueva —llamó Sebastian a la niña, mientras caminaba hacia ellas. Sídney saltó emocionada y se dirigió rápidamente hacia el CEO.—Sebas, estoy tan emocionada por ver nuestra nueva casa. Me contaste que tiene un patio enorme, ¿verdad? — preguntó Sídney, que días atrás había cumplido seis años, ella tenía los ojos llenos de curiosidad.—Así es, mi pequeña ya vas a ver lo enorme y hermoso es —le aseguró con una gran sonrisa, mientras la tom
Maritza y Verónika se encontraron en un café concurrido, un lugar acogedor y tranquilo donde solían reunirse para charlar. Maritza estaba especialmente curiosa sobre la vida de Verónika, una mujer enigmática que siempre parecía llevar un aire de misterio consigo.Se sentaron en una mesa cercana a la ventana, el sol brillaba y se filtraba a través de los cristales, creando un ambiente cálido en el café. Maritza tomó un sorbo de su café humeante y rompió el hielo.—Verónika, siempre me has intrigado. Parece que hay muchos secretos en tu vida que no compartes con nadie. ¿Qué te parece si hoy nos contamos un poco más?Verónika miró a Maritza con una sonrisa, parecía haber previsto esta conversación. —Maritza, todos llevamos nuestros secretos, ¿verdad? Pero es cierto que siempre he tratado de guardar cierta distancia. No porque tenga algo que ocultar, sino porque a veces es difícil para mí abrirme por completo —fue lo que se le ocurrió decir, creyó que le había aclarado sobre no meterse m
Vanessa se sintió confundida por las palabras de Verónika. Se puso de pie y comenzó a caminar de un lado a otro de la habitación, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. A pesar de todo lo que había hecho, Verónika seguía siendo amable con ella, algo que Vanessa no podía comprender.Se acercó a la ventana y miró hacia afuera, tratando de encontrar respuestas en el paisaje que se extendía frente a ella. Se sentía culpable por sus acciones pasadas, pero al mismo tiempo no podía evitar sentir cierta angustia. —¿Cómo puede ser tan compasiva? —se preguntó Vanessa en voz alta, mirando fijamente su reflejo en el cristal de la ventana —. No merezco que sea así de buena conmigo. Suspiró. Antes de irse de la habitación, ella se prometió a sí misma que haría todo lo que pudiera para ganarse la confianza de Verónika. No podía cambiar lo que había pasado, pero estaba decidida a mostrarle que podía ser una mejor persona. Con ese pensamiento en mente, salió de la habitación, tal vez le c
Sabía que pasaría el día en el zoológico con su niñera Lali. Desde que se levantó, Sídney no podía dejar de pensar en todos los animales que iba a ver. Se imaginaba a los leones rugiendo, a los monos saltando de rama en rama y a los elefantes chupando agua con su trompa.Finalmente, después de desayunar y prepararse, Sídney y Lali se montaron en el auto para dirigirse al zoológico. Sídney no podía quedarse quieta en su asiento, la emoción la llenaba por completo. Lali sonrió al ver la emoción desbordante de la niña. —Vamos a tener un día inolvidable en el zoológico, Sídney. Cuando llegaron, Sídney y Lali entraron emocionadas al zoológico. Lo primero que vieron fue un cartel enorme con un mapa del lugar. Rápidamente, Sídney tomó el mapa y comenzó a señalar todos los animales que querían visitar. —¡Quiero ver a los tigres, Lali! ¡Y a los pingüinos también! —exclamó la niña. Decidieron comenzar por los tigres, que estaban en el otro extremo del zoológico. Mientras caminaban por los s
Lali se sentía devastada. Sus lágrimas seguían fluyendo mientras se encontraba de rodillas en el suelo. El nudo en su garganta solo se volvía más apretado a medida que pedía perdón una y otra vez por su descuido. Sabía que había sido su error y no podía perdonarse a sí misma por lo sucedido.Miró a Verónika buscando comprensión y consuelo, pero solo encontró indiferencia en su mirada. La rabia y la frustración se arremolinaban dentro de Lali, sin embargo ¿Cómo podía simplemente ignorarla y seguir su camino? Así que se marchó. Era evidente que la tensión había tomado control de la situación. Se sintió mal por la niñera que no tuvo nunca la intención de que Sídney pasara por todo eso. —Verónika, debemos hablar — murmuró Sebastian. Ella asintió y se sentó a su lado, preparada para escucharle.—Lali... no tenía malas intencionesSoltó de manera sincera, buscando que sus palabras calaran hondo en el alma de su esposa. —Sebastian...—Ella realmente ama a la niña y lo sabes. Lo que pas