Días después... Arthur estaba sentado en su oficina, con los puños apretados y el ceño fruncido. La frustración y el enojo se habían apoderado por completo de él. Sentía como si el mundo entero estuviera en su contra, como si nada saliera según sus planes.Las malas noticias habían llegado una tras otra. El trato multimillonario en el que había estado trabajando durante esos días se había caído en el último momento. Su rival, Olson, había sacado una carta bajo la manga y había ganado la oportunidad por la que tanto había luchado. Era simplemente inaceptable.Tomó el vaso de cristal que se encontraba sobre su escritorio y lo lanzó con fuerza contra la pared, viendo cómo se despedazaba en mil pedazos. El sonido de cristales rotos resonó en toda la oficina, pero Arthur no se detuvo ahí. Comenzó a golpear con furia todo lo que veía a su paso: papeles, lápices, incluso el ordenador, que parecía haber sido víctima de su propia ira descontrolada.La adrenalina corría por sus venas mientras
Jasmine decidió hacer una visita sorpresa a la casa de su hija aquel día por la tarde. La fémina no se esperaba su llegada, pero sabía exactamente cómo sería este encuentro. No se había visto con su madre en varios días, pero las visitas eran siempre iguales: Jasmine alardeando de su vida y mostrándose interesada únicamente en lo material.Vanessa abrió la puerta y se sorprendió al ver a su madre parada en el umbral, luciendo un conjunto caro y ostentoso que dejaba en claro sus prioridades. No era ninguna sorpresa, ya que Jasmine siempre había estado obsesionada con su apariencia y en impresionar a los demás con su estilo de vida.—¡Hola, cariño! ¿No me dejarás entrar? —saludó Jasmine con una sonrisa que no llegaba a los ojos.Vanessa suspiró y dio un paso atrás para permitir la entrada de su madre. A medida que se adentraban en la sala de estar, los ojos de Vanessa se posaron en los nuevos zapatos de diseñador que Jasmine llevaba puestos.—Mamá, ¿no te cansa siempre andar presumiend
Vanessa cenó temprano esa noche. Cuando su teléfono sonó, desvió su atención del plato casi terminado. Con cierta aprehensión, abrió el mensaje y leyó las primeras líneas con sorpresa. "Vanessa, he decidido desbloquear tu cuenta bancaria", decía el mensaje de Arthur. En ese momento se sintió noqueada. Por un lado, estaba ansiosa por descubrir qué había llevado a Arthur a tomar esa decisión tan repentina, pero por otro lado, también se sentía molesta por su actitud manipuladora.Solo quería que cayera, apostaba a qué deseaba seguir jugando con ella. Vanessa sabía exactamente por qué Arthur había desbloqueado su cuenta bancaria. Sabía que podía solo depender de él, que estaba en una situación difícil. Aunque en un principio Vanessa lo vio como una ventaja, ella con el tiempo se había dado cuenta de que no podía seguir así. Nada había cambiado, ella sabía que si le daba una oportunidad, él simplemente la volvería a decepcionar.Vanessa: Arthur, entiendo que estés buscando una oportun
Minutos después, Sebastian caminaba de un lado a otro, nervioso pero decidido a tener la conversación que llevaba tanto tiempo posponiendo. Suspiró profundamente y se sentó en el sofá antes de comenzar. —Mamá, hemos estado evitando esta conversación, sé que la última vez me fui enfadado, sé que las cosas no terminaron bien entre nosotros —mencionó liberando un suspiro —. Y creo que ha llegado el momento de que hablemos sobre todo lo que ha estado sucediendo. Ya no podemos seguir así, madre, todo debe solucionarse. Regina asintió y dejó el libro que había estado leyendo en la mesita de noche. Se acomodó en su lugar y prestó atención a su hijo, que sí, tenía razón en lo que expresaba. —Está bien, Sebastian —expresó suavemente —. Sé que nada está bien entre nosotros, que debemos tratar de solucionar todo. Pero no es fácil, aún así, adelante, estoy escuchando. Sebastian buscó las palabras adecuadas, tratando de expresar sus pensamientos y sentimientos sin causar más daño del necesari
Sebastian entró a la casa de Verónika experimentando un poco de nerviosismo y entusiasmo. Desde que había hablado con su madre, Regina, y ella le había dado su aprobación de alguna forma para seguir adelante con la relación con Verónika y su hija, se había sentido como si un gran peso se hubiera levantado de sus hombros.Verónika estaba en la sala, jugando con su hija, Sídney. Al ver a Sebastian entrar, levantó la vista y notó la expresión en su rostro.—Sebastian, ¿qué te pasa? —inquirió la mujer, preocupada.Sebastian caminó hacia ella y la abrazó con cariño.—Verónika, necesito hablar contigo —mencionó, soltándola pero manteniendo su mirada.Verónika se apartó un poco y lo miró a los ojos, esperando a que continuara. No sin antes decirle a Sídney que jugara un poco, lo hizo para entretenerla. —He hablado con mi madre hoy —comenzó diciendo, dejando escapar una sonrisa juguetona.—¿Con Regina? ¿Qué te dijo? —lanzó Verónika, confundida pero al mismo tiempo curiosa.—Hablamos y ya s
Al día siguiente, Sebastian decidió visitar a su padre en su lugar de trabajo. Bastian era un hombre bastante difícil y Sebastian no estaba seguro de lograr algo con él, pero tenía que intentarlo, a pesar de que su progenitor tenía una fuerte personalidad y carácter que resultaban difíciles de ignorar. Sabía que sería un desafío abordar el tema con él, pero ya no podía postergarlo más.En cuanto entró en el despacho de su padre que tenía en casa, Bastian levantó la mirada y frunció el ceño con una expresión de sorpresa.—¿Qué haces aquí? —fue lo primero que dijo al verlo, en su cara estaba impreso el desagrado, era obvio que no quería ver a su hijo allí. Sebastian se aclaró la garganta y se armó de coraje.—Papá, necesitamos hablar. No quiero que sigamos separados. Quiero arreglar nuestra relación y ser parte de la vida del otro. Sé que cometí un error, tal vez demasiados, aún así... Me gustaría que pudieras aceptarla, que la veas como tu nieta, deseo de todo corazón que la quieras
Sebastian se encontraba parado frente a la puerta de la nueva casa, ansioso por encontrarse con su esposa Verónika y con la pequeña. Habían pasado meses desde que habían tomado la decisión de mudarse a este nuevo lugar y finalmente llegaba el momento de compartirlo con su familia.Abrió la puerta y las esperó con una gran sonrisa en el rostro. No pasó mucho tiempo antes de escuchar a sus espaldas la risa melodiosa de Sídney y el suave murmullo de Verónika acercándose. En cuanto las vio, su corazón se llenó de alegría.—Sídney, cariño, ven a ver la casa nueva —llamó Sebastian a la niña, mientras caminaba hacia ellas. Sídney saltó emocionada y se dirigió rápidamente hacia el CEO.—Sebas, estoy tan emocionada por ver nuestra nueva casa. Me contaste que tiene un patio enorme, ¿verdad? — preguntó Sídney, que días atrás había cumplido seis años, ella tenía los ojos llenos de curiosidad.—Así es, mi pequeña ya vas a ver lo enorme y hermoso es —le aseguró con una gran sonrisa, mientras la tom
Maritza y Verónika se encontraron en un café concurrido, un lugar acogedor y tranquilo donde solían reunirse para charlar. Maritza estaba especialmente curiosa sobre la vida de Verónika, una mujer enigmática que siempre parecía llevar un aire de misterio consigo.Se sentaron en una mesa cercana a la ventana, el sol brillaba y se filtraba a través de los cristales, creando un ambiente cálido en el café. Maritza tomó un sorbo de su café humeante y rompió el hielo.—Verónika, siempre me has intrigado. Parece que hay muchos secretos en tu vida que no compartes con nadie. ¿Qué te parece si hoy nos contamos un poco más?Verónika miró a Maritza con una sonrisa, parecía haber previsto esta conversación. —Maritza, todos llevamos nuestros secretos, ¿verdad? Pero es cierto que siempre he tratado de guardar cierta distancia. No porque tenga algo que ocultar, sino porque a veces es difícil para mí abrirme por completo —fue lo que se le ocurrió decir, creyó que le había aclarado sobre no meterse m