Capítulo 59 —¿Qué fue eso?Narrador:Roman le dio un pellizco en una de sus nalgas.—Tienes un cu*lito hermoso, suave, bien formado, muy tentador, no sé como voy a hacer para resistirme y no mordertelo a cada rato.Aylin le dio un empujón en el pecho, haciéndolo reír.—¡Ponte serio, Roman!—Lo estoy. —Se cruzó de brazos, fingiendo que lo meditaba—. Aunque, ahora que lo pienso, si no quieres que nadie sospeche, creo que hay un problema con tu plan.—¿Cuál?Roman esbozó una media sonrisa letal.—Eres mi esposa. Estamos recién casados. Jóvenes. ¿Cómo crees que se ve que durmamos en cuartos separados?Aylin parpadeó.—No tenemos que…—Vamos, Aylin, sé lógica. —Se incorporó, acercándose más a ella—. Todo el mundo nos ve como una pareja que se ama tanto que atravesó el mundo para casarse. Lo natural sería que no pudiéramos despegarnos ni un segundo.Aylin sintió un escalofrío treparle por la espalda.—Eso no significa que…—Oh, sí que lo significa. —Roman deslizó los dedos por su antebrazo,
Capítulo 60 —PerfumesNarrador:La luz matinal se filtraba entre las cortinas, bañando la habitación con un resplandor suave, cálido. Roman parpadeó un par de veces antes de enfocarse en la realidad.Y la realidad era que tenía el cuerpo de Aylin prácticamente encima.Su pierna estaba enredada con la suya. Su brazo descansaba sobre su pecho. Su aliento cálido acariciaba su clavícula con cada respiración tranquila. Roman se tensó.—Mie*rda. —La última vez que despertó así con una mujer fue… Nunca. Suspiró, deslizando una mano por su rostro y acomodándose para alejarla con cuidado. Aylin gruñó entre sueños y se aferró más a él. Roman soltó una risa seca. —Por supuesto —murmuró.No tenía paciencia para esto. No después de la noche anterior.Así que simplemente deslizó sus manos sobre su cintura y la apartó sin más contemplaciones.Aylin gruñó otra vez, se removió y, aún medio dormida, masculló con voz pastosa:—Déjame dormir…Roman rodó los ojos.—Si no te quito de encima, voy a follarte
Capítulo 61 —La señora del InframundoNarrador:Dominic la llevó hasta la casa de su abuela, manejando en silencio, hasta que, finalmente, rompió el mutismo cuando estaban cerca.—Señora Adler, llegamos.Aylin parpadeó. Su estómago se revolvió con incomodidad.—No me llames así.Dominic arqueó una ceja, deteniéndose frente a la casa.—¿Perdón?Aylin soltó un suspiro, girando la cabeza hacia él.—Sabes la verdad. No hay necesidad de formalidades conmigo. Llámame como siempre. —Dominic la observó por un instante, evaluándola con una mirada perspicaz. —Nada cambió —agregó Aylin, con firmeza —No para ti, ni para mí.Él dejó escapar una risa baja, llena de ironía.—Claro que no —musitó, pero había algo divertido en su tono—. Como digas, Aylin.Ella asintió y bajó del coche, sin notar la media sonrisa con la que Dominic la observaba mientras se alejaba. No había cambiado nada. Y, al mismo tiempo, lo había cambiado todo.Aylin entró a la casa y encontró a su abuela en la cocina, removiendo u
Capítulo 62 —De regresoNarrador:El viaje de regreso fue más largo de lo que Aylin hubiera querido.Desde el momento en que subieron al jet privado, notó el cambio. No fue solo la comodidad absurda en la que se encontraba de repente, ni el hecho de que Dominic y Roman actuaban con la misma tranquilidad de quien toma un autobús común y corriente.Fue la forma en que todos la miraban.—Bienvenida, señora Adler —le dijo el primer asistente de vuelo con una sonrisa profesional.Aylin parpadeó, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.—No es… pueden llamarme Aylin —corrigió con torpeza.El hombre apenas asintió antes de girarse y seguir con sus tareas.Minutos después, otra persona le ofreció una copa de vino.—Señora Adler, ¿desea algo más?Apretó los dientes.—Solo agua, gracias.El asistente se retiró, y Aylin no tardó en girarse hacia Roman, que estaba cómodamente sentado a su lado, revisando su teléfono con una expresión de absoluto desinterés.—Diles que no me llamen así.Roma
Capítulo 63 —Los amo a los dosNarrador:Aylin estaba en el dormitorio, deshaciendo el bolso con movimientos automáticos. El agua caliente de la ducha había relajado sus músculos, pero su mente seguía atrapada en la intensidad de todo lo que había ocurrido desde que puso un pie en la mansión.Se había vestido con lo primero que encontró en la maleta: unos jeans cómodos y una camiseta sencilla. Nada de vestidos ni atuendos que sugirieran que ahora era la señora Adler. No; Aylin era Aylin, y punto.Suspiró mientras sacaba un par de prendas más y las doblaba sobre la cama, cuando escuchó tres suaves golpecitos en la puerta. Se giró con el ceño levemente fruncido.Por un instante, pensó que podía ser Roman, pero descartó la idea. Él no tocaba.Dejó la ropa a un lado y caminó hacia la puerta, abriéndola sin pensar demasiado.Y ahí estaba. Sasha. La ni*ña la miró con sus ojos grandes y oscuros, esos mismos que tantas veces había visto brillar con rebeldía, con picardía, con dulzura, con tan
Capítulo 64 — El cuento de hadas...Narrador:La cena transcurría con una extraña normalidad, algo que Aylin aún no terminaba de asimilar. No había tensión, no había peleas, solo calma… una calma que la inquietaba.Sasha hablaba sin parar, contando anécdotas de la escuela y que su profesor de matemáticas tenía un gusto horrible para los suéteres. Aylin la escuchaba con una sonrisa sincera, saboreando cada palabra después de haber estado separadas por tanto tiempo.Roman, por otro lado, la miraba. No con arrogancia, no con burla. Solo la miraba. Era inquietante. Como si la estuviera descifrando. Entonces, Sasha soltó la bomba.—Quiero que me cuenten cosas.Aylin arqueó una ceja.—¿Qué cosas?Sasha sonrió con emoción, dejando los cubiertos a un lado.—Sobre ustedes. Sobre cómo se enamoraron. —El corazón de Aylin se detuvo un segundo. Pero Sasha no le dio tiempo a reaccionar. —Por ejemplo… —Sus ojos brillaban con absoluta fascinación —Quiero saber cómo te pidió matrimonio.Mier*da. La ni
Capítulo 65 —¡Me estás volviendo loca!Narrador:Cuando la cena terminó, Sasha los abrazó a ambos con una sonrisa de satisfacción absoluta antes de irse a su habitación.Aylin y Roman caminaron en silencio hacia su dormitorio, cada uno sumido en sus propios pensamientos, aunque ella podía sentir la mal*dita energía de su mirada quemándole la espalda.Cuando la puerta del dormitorio se cerró tras ellos, Aylin giró sobre sus talones con el ceño fruncido, la mandíbula apretada y los brazos cruzados con firmeza.—No puedo creer la historia que contaste.Roman se apoyó contra la puerta, relajado, con esa sonrisa burlona que siempre la sacaba de quicio.—¿Yo? Tú fuiste la que empezó con el cuento de hadas.Aylin resopló.—Yo solo estaba arreglando la situación.Roman soltó una carcajada grave, oscura.—¿Arreglando? Dijiste que te llevé flores y que me puse de rodillas en una plaza.Aylin se cruzó aún más de brazos.—Sonaba convincente.Roman avanzó lentamente, su presencia llenando cada rin
Capítulo 66 —La CorbataNarrador:Roman no le dio tregua. Ni tiempo para pensar, ni oportunidad para resistirse.Solo la tomó. Con la brutalidad de un hombre que había contenido el deseo demasiado tiempo, con la precisión de alguien que sabía exactamente cómo hacerla quebrarse.Las manos de Aylin se tensaron contra la corbata que ataba sus muñecas, su espalda pegada al pecho sólido de Roman, su aliento desbocado mientras él la mantenía firmemente inmovilizada.—Sabía que esto te volvería loca.La voz de Roman rozó su oído como una promesa oscura, su boca dejando un camino de besos húmedos y mordidas crueles por su cuello, por la curva de su mandíbula, por cada punto sensible que la hacía estremecerse. Aylin se arqueó contra él. No porque quisiera. Sino porque no podía evitarlo.—Mal*dición, Roman…Él sonrió contra su piel, mal*dito y peligroso.—¿Ves lo que me obligas a hacer? —Su mano descendió por su vientre, sus dedos deslizándose con una lentitud tortuosa por la tela de sus jeans,