Nada puede separarnos

Los tres seguimos bajando las escaleras para llegar a los sótanos. El aura de Zack también era imponente, no tanto como la de Seth ni la de Athius, pero era fuerte.

Tener que ir de su brazo me parecía un fastidio. El miró a Sam.

—¿Cómo te llamas tú? —preguntó él, con un tono diferente. —Eres la chica de Astrid y de Mina.

Omitió la palabra esclava. Tal parecía que le daba pena o algo así. O quizás solo se burlara de nosotras.

—Sam. —respondió ella, con vergüenza, no quería mirarlo siquiera a los ojos por el miedo.

—Eres linda, pelirroja. —le dijo, de una manera tan audaz que me sorprendió. —Es una lástima que te hayan asignado con Astrid, yo te pedí para mí.

Sam no sabía que decir, seguíamos bajando las escaleras. Yo lo miré con una ira asesina. Él se dio cuenta y le pareció divertido. Maldita sea, él tenía el mismo carácter que Seth.

—Ellas no estarán muy felices con su presencia. Todas se pondrán celosas, no ha habido chicas tan lindas nunca. —Zack señaló con la cabeza a otro grupo d
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