LENI El aire en el bosque se volvía cada vez más denso a medida que seguía a Dax. Podía sentir la ansiedad apoderándose de mí, como una sombra acechante. La oscuridad parecía engullir todo, y el sonido de nuestras pisadas se perdía en el silencio abrumador. Dax avanzaba con firmeza, como si supiera exactamente a dónde iba. Yo, en cambio, me sentía perdida, como un reflejo de este lugar que llamaban "Almas Perdidas". —¿Por qué hemos parado aquí? —pregunté, tratando de mantener la voz firme, aunque mi corazón latía desbocado. La incertidumbre me consumía, y la idea de que no había lobos cerca para cazar me llenaba de inquietud. Dax se giró lentamente, sus ojos oscuros brillaban con una intensidad que nunca había visto antes. Había algo en su mirada que me puso en guardia. —Necesito que entiendas algo, Leni —dijo, y su tono era grave, como si estuviera a punto de revelarme un secreto oscuro—. Lo que llevas dentro no es un lobo. Es una abominación. Mi estómago se retorció. No podí
ARDIAN La lluvia caía en torrentes, convirtiendo el suelo en un lodazal resbaladizo. Miraba cómo Reinhold y Nadav regresaban de la cacería, sus rostros empapados y la ropa cubierta de barro. En sus manos sostenían los corazones de los lobos que habían cazado, símbolos de su valentía y ferocidad. Pero en mi interior, la tormenta que se desataba era mucho más intensa que la que caía del cielo. Me preguntaba en cada instante qué había hecho sufrir a Leni. Las visiones de su angustia, de su dolor ante la locura de Dax, se repetían en mi mente. ¿Era esto lo que quería para ella? ¿Una vida marcada por el miedo y la desesperación? —Ardian —me llamó Viktor al acercarse, sosteniendo una taza de café humeante entre sus manos—. Toma esto. Necesitas estar alerta. Agradecí el gesto y tomé la taza, sintiendo el calor abrazador. —No es seguro lo que dijo Dax —continuó Viktor, su mirada fija en mí—. En el peor de los casos, Leni podría sobrevivir al parto. Ella es poderosa. No morirá tan fác
LENI La noche se cernía sobre nosotros como un manto oscuro, y el silencio del campamento era interrumpido solo por el crujir de las ramas y el susurro del viento. Me encontraba sentada en la orilla del fuego, absorta en mis pensamientos. Había decidido comer corazones de lobos, y aunque al principio me repugnaba, ahora me parecía casi normal. Mi salud había mejorado, como si cada bocado me hubiera devuelto un pedazo de vida. ¿Era eso lo que necesitaba para sobrevivir en este mundo? Mis ojos se posaron en Leysa, que hablaba en secreto con Nadav. Sus gestos eran nerviosos, y podía notar la tensión que emanaba de ellos. A lo lejos, Reinhold los observaba con una mirada fija, sus ojos oscuros reflejando la luz del fuego. Era extraño pensar que, en medio de este caos, había momentos de intimidad y conspiraciones. Pero, ¿qué era lo que realmente se tramaba? —Leni —me llamó mi hermano, Viktor. Me giré hacia él, aliviada de ver su rostro familiar. Había pasado horas desde la última vez
ARDIAN Cazaba lobos en el bosque, como lo había hecho tantas veces, persiguiendo sombras y ecos de un instinto primitivo que nunca me había fallado. Sin embargo, en medio de la cacería, algo cambió. El aire se volvió denso, y una inquietud se instaló en mi pecho. Mi lobo interno, esa parte salvaje y ancestral de mí, comenzó a gritarme que algo andaba mal. —¿Qué sucede? —me pregunté en voz alta, como si la naturaleza pudiera darme una respuesta. Pero no había respuesta, solo un silencio inquietante y el crujido de las hojas bajo mis pies. La cacería se tornó un juego peligroso, y mi instinto me decía que debía regresar. Las sombras danzaban entre los árboles, pero entre ellas vi una figura que me llenó de pavor: Leni. La imagen de ella me atravesó como un rayo, y comprendí que no podía quedarme ahí. Sin pensarlo dos veces, corrí hacia la casa. Cada paso resonaba con la urgencia de lo desconocido, y un mal presentimiento se apoderó de mí. Al llegar, el olor a sangre me golpeó com
LENI Cinco días. Cinco días de caminar sin parar, sintiendo cómo el peso del mundo recaía sobre mis hombros. Cada paso era un recordatorio del sacrificio que había hecho al dejarlo todo atrás. Mi hermano Viktor estaba a mi lado, vigilante, siempre atento. Me sentía agotada, no solo físicamente, sino también emocionalmente. Había dejado atrás a todos, a mis amigos, a Dax, a Ardian. Todo lo que una vez consideré seguro ahora se había desvanecido en la distancia. Mientras avanzábamos, la tensión en el aire crecía. Era una sensación extraña, como si el mundo estuviera observándonos, esperando a que cometiera un error. Y entonces, al llegar a las mediaciones del país, vi algo que me detuvo en seco: una barrera de magia. —Viktor, ¿qué es eso? —pregunté, sintiendo que la ansiedad se apoderaba de mí. —Es la barrera —respondió, su voz grave—. El único lugar donde no podrán encontrarte. Cruza esto y será muy difícil para ellos seguirte. —¿El mundo humano? —la idea me llenó de un extrañ
NARRADOR OMNISCIENTE La noche se cernía sobre el bosque como un manto oscuro y pesado, cuando Leysa, con su corazón latiendo desbocado, se lanzó hacia Dax, quien yacía tendido en el suelo, su vida desvaneciéndose lentamente. La magia que corría por sus venas vibraba con una intensidad que nunca había sentido antes. Era como si el mismo universo la empujara a actuar, a salvarlo. —¡Dax! —gritó, su voz resonando entre los árboles—. ¡No te vayas, por favor! Con determinación, extendió sus manos sobre su cuerpo herido, sintiendo el calor de su esencia fluir entre sus dedos. Un resplandor comenzó a emanar de ella, envolviendo a Dax en una luz dorada que parecía desafiar la oscuridad. —Devuélvele la vida —murmuró, su voz quebrándose—. Te lo suplico. La magia se concentró en la herida, y con un último esfuerzo, inyectó su energía en él. Dax respiró hondo, sus ojos se abrieron, brillando con una luz que hacía tiempo no veíamos. Sin embargo, el esfuerzo fue demasiado. Leysa sintió cómo s
LENI El vapor envolvía mi cuerpo mientras el agua caliente corría por mi piel, y por un momento, todo parecía estar bien. La casa de Annora, con su calidez y familiaridad, me daba una sensación de alivio que no había sentido en mucho tiempo. Sin embargo, el nerviosismo seguía acechando en mi interior, como un gato oculto en las sombras, listo para saltar en cualquier momento. «Respira profundo, Leni» me dijo mi loba interna, Cristal. —Necesito calmarme —me dije en voz baja, intentando alejar esos pensamientos oscuros que amenazaban con apoderarse de mí. Después de lo que había vivido, tener un momento de paz se sentía casi como una traición. Pero no podía dejar que el miedo me dominara. Decidí que una buena ducha sería lo que necesitaba. Al salir de la regadera, me sentí renovada, aunque aún temblando de nervios. Fue entonces cuando una oleada de náuseas me golpeó con toda su fuerza. Antes de que pudiera reaccionar, mi cuerpo se rindió, y me vi inclinada sobre el lavabo, vom
ARDIANLa lluvia empapaba cada rincón del bosque, creando una sinfonía de gotas que golpeaban el suelo y se mezclaban con el sonido de mi respiración agitada. La noche era oscura, y la única luz provenía de los destellos intermitentes de relámpagos que iluminaban brevemente los árboles altos y retorcidos. La frustración ardía dentro de mí como una llamarada inextinguible. Leni había escapado, llevándose consigo mis esperanzas y mis sueños, dejando solo un vacío que amenazaba con devorarme. —¿Por qué no me consultaste, Leni? —murmuré en voz baja, como si ella pudiera escucharme entre las sombras. —Eres la madre de nuestro hijo, y aún así tomaste decisiones sin mí. El eco de mis pensamientos resonaba en mi mente, y me sentía atrapado en un torbellino de emociones. No podía entender por qué había decidido huir. La imagen de su rostro, lleno de determinación y miedo, me perseguía. Cada paso que daba en este bosque era un recordatorio de que la vida a menudo tomaba giros inesperados y cr