LENI —Leni, tienes que comerte el corazón de un lobo, o morirás —repitió mi hermano al ver que me rehusaba. —¿Qué has dicho? —pregunté, sintiéndome como si el suelo se abriera bajo mis pies. La mirada de Viktor, fría y calculadora, se mantuvo fija en la mía, mientras las palabras que acababa de pronunciar resonaban en mi mente. "Asesinar lobos y comerse su corazón" era una frase que no debería haber salido de su boca, y aún así, ahí estaba, en el aire, envenenando el ambiente con su significado. —Es un ritual, Leni —respondió Viktor, su voz carente de emoción—. Una forma de obtener poder. La fuerza de la manada. Náuseas subieron por mi garganta. La idea de hacer algo tan monstruoso me revolvía las entrañas. Aún recordaba el día en que vi a un lobo caer, herido, su mirada llena de dolor y desesperación. No podía imaginarme participando en la caza, mucho menos en un ritual como ese. —Eres un monstruo —logré susurrar, mi voz temblando bajo el peso de la incredulidad. Dax, mi mejor
LENI Observaba a Melisa desde la distancia, su figura aún tendida en el suelo, envuelta en una manta que apenas lograba ocultar las cicatrices de su reciente encuentro con la brutalidad. Habían pasado varias horas desde que Ardian y yo estuvimos a punto de compartir un momento que podría haber cambiado nuestras vidas, pero el destino, siempre caprichoso, decidió interrumpirnos con el grito desgarrador de Melisa, que apareció herida en medio del bosque. Las imágenes de su rostro pálido y de su respiración entrecortada resonaban en mi mente, como un eco que no me dejaba en paz. Mientras los demás miembros del grupo buscaban agua y comida, no podía deshacerme de la inquietud que se había apoderado de mí. La mirada de Melisa, llena de miedo y desesperación, me seguía persiguiendo. No podía evitar sentir desconfianza. Algo en la forma en que había llegado a nosotros me llenaba de desasosiego. "¿De verdad fue un ataque de los lobos Stardark?", me repetía en mi mente. "¿O hay algo más qu
LENISeguía pensando en todo. Mi hermano me repitió todo. No podía creer lo que acababa de escuchar. Las palabras de Viktor flotaban en el aire como un eco aterrador, y mi corazón latía desbocado. La idea de que la anciana Greta había orquestado toda la guerra y estaba detrás de la amenaza a mi bebé me dejó aturdida. Ellos seguían discutiendo sobre todo, llevaban horas haciéndolo. Sin poder contenerme más, salí de mi escondite, con la mente revuelta y el cuerpo tembloroso. Mirando a todos, les pregunté, con la voz entrecortada:—¿Qué acaba de pasar ahora?Al instante, noté que los gemelos estaban presentes. Sus rostros estaban marcados por la fatiga y las heridas, lo que me hizo sentir una punzada de preocupación. Nadav, el más expresivo de los dos, alzó la vista hacia mí.—Llegamos hace dos horas —explicó, su voz resonando con un tono grave—. Los lobos de Rihannon nos estuvieron siguiendo, pero logramos perderlos en el camino.La angustia se apoderó de mí, y la necesidad de saber más
LENI El aire en el bosque se volvía cada vez más denso a medida que seguía a Dax. Podía sentir la ansiedad apoderándose de mí, como una sombra acechante. La oscuridad parecía engullir todo, y el sonido de nuestras pisadas se perdía en el silencio abrumador. Dax avanzaba con firmeza, como si supiera exactamente a dónde iba. Yo, en cambio, me sentía perdida, como un reflejo de este lugar que llamaban "Almas Perdidas". —¿Por qué hemos parado aquí? —pregunté, tratando de mantener la voz firme, aunque mi corazón latía desbocado. La incertidumbre me consumía, y la idea de que no había lobos cerca para cazar me llenaba de inquietud. Dax se giró lentamente, sus ojos oscuros brillaban con una intensidad que nunca había visto antes. Había algo en su mirada que me puso en guardia. —Necesito que entiendas algo, Leni —dijo, y su tono era grave, como si estuviera a punto de revelarme un secreto oscuro—. Lo que llevas dentro no es un lobo. Es una abominación. Mi estómago se retorció. No podí
ARDIAN La lluvia caía en torrentes, convirtiendo el suelo en un lodazal resbaladizo. Miraba cómo Reinhold y Nadav regresaban de la cacería, sus rostros empapados y la ropa cubierta de barro. En sus manos sostenían los corazones de los lobos que habían cazado, símbolos de su valentía y ferocidad. Pero en mi interior, la tormenta que se desataba era mucho más intensa que la que caía del cielo. Me preguntaba en cada instante qué había hecho sufrir a Leni. Las visiones de su angustia, de su dolor ante la locura de Dax, se repetían en mi mente. ¿Era esto lo que quería para ella? ¿Una vida marcada por el miedo y la desesperación? —Ardian —me llamó Viktor al acercarse, sosteniendo una taza de café humeante entre sus manos—. Toma esto. Necesitas estar alerta. Agradecí el gesto y tomé la taza, sintiendo el calor abrazador. —No es seguro lo que dijo Dax —continuó Viktor, su mirada fija en mí—. En el peor de los casos, Leni podría sobrevivir al parto. Ella es poderosa. No morirá tan fác
LENI La noche se cernía sobre nosotros como un manto oscuro, y el silencio del campamento era interrumpido solo por el crujir de las ramas y el susurro del viento. Me encontraba sentada en la orilla del fuego, absorta en mis pensamientos. Había decidido comer corazones de lobos, y aunque al principio me repugnaba, ahora me parecía casi normal. Mi salud había mejorado, como si cada bocado me hubiera devuelto un pedazo de vida. ¿Era eso lo que necesitaba para sobrevivir en este mundo? Mis ojos se posaron en Leysa, que hablaba en secreto con Nadav. Sus gestos eran nerviosos, y podía notar la tensión que emanaba de ellos. A lo lejos, Reinhold los observaba con una mirada fija, sus ojos oscuros reflejando la luz del fuego. Era extraño pensar que, en medio de este caos, había momentos de intimidad y conspiraciones. Pero, ¿qué era lo que realmente se tramaba? —Leni —me llamó mi hermano, Viktor. Me giré hacia él, aliviada de ver su rostro familiar. Había pasado horas desde la última vez
ARDIAN Cazaba lobos en el bosque, como lo había hecho tantas veces, persiguiendo sombras y ecos de un instinto primitivo que nunca me había fallado. Sin embargo, en medio de la cacería, algo cambió. El aire se volvió denso, y una inquietud se instaló en mi pecho. Mi lobo interno, esa parte salvaje y ancestral de mí, comenzó a gritarme que algo andaba mal. —¿Qué sucede? —me pregunté en voz alta, como si la naturaleza pudiera darme una respuesta. Pero no había respuesta, solo un silencio inquietante y el crujido de las hojas bajo mis pies. La cacería se tornó un juego peligroso, y mi instinto me decía que debía regresar. Las sombras danzaban entre los árboles, pero entre ellas vi una figura que me llenó de pavor: Leni. La imagen de ella me atravesó como un rayo, y comprendí que no podía quedarme ahí. Sin pensarlo dos veces, corrí hacia la casa. Cada paso resonaba con la urgencia de lo desconocido, y un mal presentimiento se apoderó de mí. Al llegar, el olor a sangre me golpeó com
LENI Cinco días. Cinco días de caminar sin parar, sintiendo cómo el peso del mundo recaía sobre mis hombros. Cada paso era un recordatorio del sacrificio que había hecho al dejarlo todo atrás. Mi hermano Viktor estaba a mi lado, vigilante, siempre atento. Me sentía agotada, no solo físicamente, sino también emocionalmente. Había dejado atrás a todos, a mis amigos, a Dax, a Ardian. Todo lo que una vez consideré seguro ahora se había desvanecido en la distancia. Mientras avanzábamos, la tensión en el aire crecía. Era una sensación extraña, como si el mundo estuviera observándonos, esperando a que cometiera un error. Y entonces, al llegar a las mediaciones del país, vi algo que me detuvo en seco: una barrera de magia. —Viktor, ¿qué es eso? —pregunté, sintiendo que la ansiedad se apoderaba de mí. —Es la barrera —respondió, su voz grave—. El único lugar donde no podrán encontrarte. Cruza esto y será muy difícil para ellos seguirte. —¿El mundo humano? —la idea me llenó de un extrañ