— Traigan al sanador — pidió Elarimil una vez estuvo en su cama.— Si, su alteza— la mucama salió de prisa en busca del sanador que atendía a la reina.El sanador no tardo en llegar en menos de diez minutos ya estaba atendiendo a la reina que apenas podía lidiar con la noticia del nombramiento de Anne, su llanto no lograba detenerse, fue difícil atenderla en ese momento tan doloroso para ella.— Debe guardar reposo, su alteza, por la seguridad del niño— dijo el sanador una vez la logro tranquilizar—, el rey debería saber de su estado.— No, ya es demasiado tarde para eso, no quiero que lo sepa— respondió la reina— ¿Mis suegros volvieron de su viaje?— Si, su alteza.— Por favor llámenlos, quiero que vengan en cuanto estén libres.Sin poder hacerla cambiar de opinión, la reina se quedo en sus aposentos, el rey no pregunto por ella estaba demasiado ocupado atendiendo a su amante, la trataba como la mas preciosa criatura del mundo porque le estaba entregando la dicha de
Nombrar a Kilyan como su espada juramentada solo había sido un acto de rebeldía, quería pagarle a su esposo con la misma moneda aunque solo fuera ante los ojos de las personas, no tenia intenciones de entrar al mismo lecho con el elfo, eso él lo sabía y había aceptado las condiciones de Elarimil antes de ser nombrado ante la nobleza, la noticia y el rumoreo de las palabras que la reina le había dirigido a su esposo cuando se marchaba se esparcieron más rápido que el fuego, nadie podía juzgar las decisiones de su monarca, porque sabían que el rey se lo merecían, había dado su favoritismo a la mujer con la peor reputación de todo el reino.Pasando los días, Elarimil hizo varios cambios en el palacio, el primero de ellos fue mandar a la amante de su esposo a una torre donde fue encerrada, con comodidades, pero finalmente encerrada, Anne casi se volvió loca cuando la sacaron de la lujosa habitación para mandarla a una más pequeña.— Su esposo ha llegado, alteza— le avisaron, ella apena
Elarimil no pudo dormir, estaba preocupada por la salud de su esposo, constantemente revisaba la temperatura de su frente, pensaba que tal vez se estaba enfermando, aunque apenas la abrazo al estar en la cama quedo profundamente dormido, acaricio los cabellos de él, apartando los que le cubrían la frente, se sentía un poco extraña, como si compartiera la cama con un hombre diferente, suspiro agotada, lo mejor que podía hacer en ese momento era intentar dormir. En la mañana se retiro antes de que su esposo despertara, volvió a sus aposentos privados, tomo un baño para poder iniciar con sus tareas de cada mañana, eligió tonos negros para su vestido de esa mañana, hacían una combinación con el platinado de su cabello, lo mantuvo suelto, no le gustaba peinarlo en realidad, solo lo permitía cuando debía estar presente en alguna ceremonia formal. — Su esposo la espera para el desayuno— entro una de las mucamas. — ¿Ya se encuentra mejor? — pregunto la reina. — Parece ser que sí,
La presencia de los amantes era más notoria para Dorian quien tuvo que correr de vuelta al palacio, si salían completamente iba a ser un gran problema, como brujos él y su primo debían contenerlos hasta poder crear un entorno seguro para Keith y Elarimil, si permitían que sus segundas almas salieran sin ese entorno podrían matarlos en el intento, la magia que fue utilizada por la madre de Elena era de las mas oscuras y poderosas que existían, pero que desgraciadamente pocos conocían, eso limitaba los intentos de los primos. En la biblioteca los antiguos amantes seguían devorándose en necesitados besos, las manos de Isaak recorrían el cuerpo de su amada bruja, cegado por el deseo no eran capaces de ver que sus cuerpos no eran los mismos, lo único importante para ellos era disfrutar del reencuentro. — No pude vivir sin ti — decía el lobo a su amante—, no puedo hacerlo de nuevo… — Debías volver…— respondía ella—, mi vida se fue contigo. — No, no digas eso, mi amor— suplicaba—
La tormentosa mañana llego mucho antes de lo que hubieran querido, cuando Keith abrió los ojos ella ya se había marchado, se quedo mirando el techo un momento, emitió un largo suspiro, tenia que ponerse de pie en algún momento, aunque tenia mas ganas de quedarse en cama, no tenía ánimos para nada.— Su alteza— uno de sus guardias entro a la habitación—, la señora Anne solicita su presencia con urgencia.— ¿Para qué? — pregunto mirando apenas al soldado.— No me lo ha dicho, alteza— admitió el hombre—, solo me pidió que lo llamara de inmediato.— Tendrá que esperar, tengo algo que hacer antes— con esto el guardia se retiro no sin antes hacer una ligera reverencia al rey.Finalmente salió de la cama, fue vestido con prendas de colores apagados, representaba muy bien su estado de ánimo, pregunto por su esposa, le dijeron que había ido a sus aposentos a vestirse por igual que no había querido despertarlo, él afirmo con la cabeza y fue en su búsqueda una vez terminaron de arreg
Keith la tomo del brazo para llevarla a rastras a su habitación, aunque Elarimil se resistía, no podía hacer mucho ante la fuerza del lobo, su hermano quiso intervenir, pero ella finalmente lo detuvo, lo que menos quería era que ellos dos pelearan, porque sabia que no seria solo con palabras, la mano diestra de su hermano se había posado en la espada con toda la intención de atacar a Keith. Dentro de la habitación, fue lanzada sobre uno de los sofás, al menos no pretendería tener intimidad con ella, su enojo era mayor, las palabras de la reina habían superado por completo al lobo que no podía o más bien no quería creer que esas duras palabras de verdad habían sido pronunciadas por ella. — Tu crueldad ha sobrepasado los limites — Keith paseaba por la habitación hecho una furia—, pienso que ni siquiera comprendes lo que dijiste. — Lo hago — ella se quedó sentada mirándolo dar de vueltas— jamás le desharía buena fortuna a un bastardo — ¡Es mi hijo de quien hablas! — grito tir
No fueron capaces de dormir, Keith se sentía atormentado escuchando los gritos de Dorian que llegaban por todos los rincones del palacio, se levanto para salir en búsqueda de su cuñado, no podía más, necesitaba disculparse, Elarimil lo acompaño en silencio, al llegar al corredor donde se encontraba su dormitorio, encontraron a Carmilla esperando afuera, llevaba en sus brazos a su hija, la pequeña se encontraba asustada por los gritos de su padre, habían concebido a una niña a quien nombraron Jasmine, era idéntica a Dorian, con el cabello platinado por igual y con un par de ojos rojos, representaba la adoración total de sus padres.— Carmilla— Keith se acerco con un temor inmenso.— Lo ha perdido — mecía a la niña que lloraba en sus brazos, solo dedicándole una mirada fugaz a su hermano—, no se que hiciste, pero su cuerpo no ha sido capaz de regenerarse como lo hacía, he llamado Noah.— Él podría ayudarlo — dijo en voz bajita, Elarimil.— No fue mi intención, lo juro— tembl
Los dioses debían ser bastante crueles con ella, Elarimil pensaba en eso muy a menudo, siempre que algo empezaba a ir bien en su matrimonio llegaba algo que abruptamente terminaba con todas sus esperanzas y esta no sería la excepción. Había disfrutado en sobremanera los encuentros con Keith, ya no peleaban e incluso comenzaba a ser amorosos el uno con el otro, todo comenzó de una forma muy extraña, solían verse en la biblioteca para discutir sobre asuntos del reino, luego iban a dormir, aunque nuevamente compartían el lecho, no se tocaban en lo absoluto, pero esa noche mientras hablaban, Keith elogio el vestido que usaba, ella sonrió sinceramente y cuando se dieron cuenta ya estaban besándose. Ahora le pedía huir juntos, dejar atrás todo para ser libres y permanecer uno cerca del otro, iba a decirle que sí, que se fueran muy lejos a las tierras libres de las montañas del corazón de los Dioses, pero antes de poder pronunciar palabra alguna, su esposo soltó su mano saliendo a prisa en