Los dioses debían ser bastante crueles con ella, Elarimil pensaba en eso muy a menudo, siempre que algo empezaba a ir bien en su matrimonio llegaba algo que abruptamente terminaba con todas sus esperanzas y esta no sería la excepción. Había disfrutado en sobremanera los encuentros con Keith, ya no peleaban e incluso comenzaba a ser amorosos el uno con el otro, todo comenzó de una forma muy extraña, solían verse en la biblioteca para discutir sobre asuntos del reino, luego iban a dormir, aunque nuevamente compartían el lecho, no se tocaban en lo absoluto, pero esa noche mientras hablaban, Keith elogio el vestido que usaba, ella sonrió sinceramente y cuando se dieron cuenta ya estaban besándose. Ahora le pedía huir juntos, dejar atrás todo para ser libres y permanecer uno cerca del otro, iba a decirle que sí, que se fueran muy lejos a las tierras libres de las montañas del corazón de los Dioses, pero antes de poder pronunciar palabra alguna, su esposo soltó su mano saliendo a prisa en
No hubo luto alguno, Keith prefirió que todo fuese mas privado, solo la nobleza sabia del deceso del primogénito del rey, vistió de negro solo dos días, su concubina fue enviada a otro palacio para que pudiera pasar el luto lejos del reino, la criatura fue incinerada al día siguiente del deceso, ninguna campana sonó, el rey aunque a su manera sentía tristeza, no quería darle a su mujer un trago amargo obligándola a participar en las ceremonias de incineración, se preocupo mas por ella que por Anne. Después de aquel evento, Keith se refugio demasiado en su esposa, pasaba todo el tiempo a su lado, mayormente en silencio, ella se daba cuenta de que sentía tristeza, pero no quiso atormentarlo con ello, por lo que decidió no hablar del tema; estaban en los jardines por la tarde, había sido un día muy frio, el invierno estaba cada vez más cerca.— Había comentado con mi hermano, que me gustaría hacer un baile por el invierno— decía Elarimil acariciando el cabello de su esposo, tenia la
Los preparativos del baile por el invierno mantuvieron a la reina sumamente ocupada, su esposo se ocupaba de los demás asuntos ya que había notado lo mucho que emocionaba a Elarimil la organización del baile, acompañada de sus cuñadas se encargaron de decorar todo de una manera perfecta, tanto que hacia una bella combinación con el paisaje nevado que se hacia presente en todo el reino. Muchos de los pobladores comparaban el invierno con su reina, por su color blanco les recordaba a sus cabellos, así como al azul de sus ojos, solían llamarla su flor de hielo por la comparación, eso le gustaba a la propia Elarimil que recibía feliz los elogios cuando viajaba al pueblo, una vez mas las ciudades del norte se veían llenas de prosperidad gracias a sus gobernantes que se preocupaban por ellos. Las invitaciones volaron a todos los demás reinos en cuervos, invitaron a los reyes de los demás lugares para que pasaran dicha festividad con los norteños, así que unos días antes del gran baile, los
Mientras los reyes bailaban alegremente en el centro de la pista sin ser capaces de apartar la mirada el uno del otro, a sus espaldas había un elfo que los miraba con todo el rencor del mundo, de pie junto a uno de los pilares tramaba en su mente como podría acercarse a la reina, quería contarle tantas cosas y cada una de ellas dejaba en mal a su esposo, así como a la familia de la dama, debía recuperar lo que consideraba suyo.— Si tus ojos fueran navajas, podrías matar a todos aquí — comento Noah acercándose al elfo.— Sin duda lo haría — respondió Kilyan—, ella debería estar bailando conmigo, no con él.— No siempre se tiene lo que se desea, no dejes que ese dolor se apodere de ti — miro de reojo al contrario, se sentía intranquilo por su dura expresión.— ¿Qué sabes tú sobre eso, primo? — Kilyan llevo los ojos a su primo— Mas de lo que te imaginas, no porque tú hayas vivido ya mas años que yo quiere decir que lo sabes todo— de forma discreta Noah llevo sus ojos a I
Elarimil recorrió el bosque por toda la noche, no se encontró con Kilyan como lo había prometido, mas bien le mando un mensaje dentro de un cuervo donde le dijo que se encontraran en la cascada de los lamentos, llego primero, antes del amanecer, bajo del caballo acercándose a la orilla del rio, quería ver nuevamente a las criaturas que había divisado tiempo atrás con su esposo. — Volviste — un hada apareció justo detrás de ella. La mujer volteo asustada por no haber notado la presencia de la criatura, era la misma rubia de aquella vez, pero lo que mas le impresionaba era que estuviera de ese lado del rio, las hadas nunca dejaban sus territorios o eso era lo que se decía. — Yo…— Elarimil no sabía bien que decir. — Con nosotras estarás a salvo — el hada ofreció su mano—, los hombres que te rodean no son de fiar, uno es mas peligroso que el otro, hay un monstruo detrás de las esmeraldas. — ¿De que hablas? — no entendía sus últimas palabras. — Ven. La hada sujetó de p
La noche atrapo a Keith de nuevo en el trono, no había velas prendidas, estaba completamente solo en medio de la oscuridad, en sus manos reposaba el broche de su esposa, recorría con cuidado cada detalle del mismo, un pesado suspiro salió de sus labios, él sabía dónde estaba su esposa, no tenía que pensar demasiado, recordaba las palabras del hada meses atrás. — No te equivocaste, hada— dijo para sí mismo—, volveré ahí llorando, pero no me iré sin ella. Se levanto finalmente para cruza el salón en silencio, el broche estaba nuevamente sobre su pecho, justo sobre su corazón, condujo sus pasos hasta el aposento de su cuñado, toco la puerta esperando a que saliera, no quería interrumpir el sueño de su hermana, ya había tenido suficiente o eso pensaba al menos. — ¿Qué ocurre? — Quiero que vengas conmigo — pidió, el vampiro salió y lo acompaño. — Lamento que esto sea tan tarde pero es muy importante — entraron a otra habitación donde se encontraban los miembros del consejo
Isaak Phoenix siempre fue un hijo muy amado, era el mayor orgullo de su padre, era su primogénito, un excelente caballero, educado y amado por su gente, era lo que cualquier princesa desearía, en su reino las nobles se peleaban por tener una oportunidad con el príncipe heredero, pero él no miraba a nadie, desde que tenía memoria siempre pensó que su destino no se encontraba en el norte, no tenía interés tampoco por ser rey, solo quería ser libre. — Mañana nos iremos al Oeste — anuncio su madre— debes dar una buena impresión como el futuro rey — No te preocupes, madre. No salía mucho del norte, conocía los territorios de los vampiros únicamente y este viaje lo llenaba de emoción, había leído relatos sobre brujas y recordaba a algunas que llegaban con sus padres, pero no había nada más allá de ese poco conocimiento, así que estaba emocionado por conocer el lugar de donde venían. Estuvieron viajando por varios días hasta que los bosques de las brujas los envolvieron, el joven pr
El largo cabello de Isaak se movía con el aire, estaba de pie frente a las costas de sirenas, observaba el mar como si fuese la primera vez que se encontraba en el lugar, había una enorme melancolía pintada en su rostro, camino lentamente hasta unas rocas cercanas al agua donde parecía buscar algo con insistencia, cuando finalmente encontró lo que quería paseo sus dedos por aquella zona con los ojos infestados de lágrimas. — Aquí nos casamos — hablaba sabiendo que Keith podía oírlo en su interior—, ella tomo mi daga y puso esta marca— sonrió entre su llanto— “Nuestra boda, Isaak y Elena Phoenix”… ella decía que cuando tuviéramos hijos los traeríamos aquí para que conocieran donde sus padres se habían jurado amor eterno…las cosas pudieron haber sido tan diferentes si hubiéramos huido como le pedí, yo no quería regresar…no debimos regresar. — Estuvimos esperándote — una dulce voz lo saco de sus pensamientos Volteo de inmediato y observo en la orilla del mar a una mujer sentada,