Hola, hola, lamento mucho la demora de este capitulo, ya lo tenia hecho, pero no pude subirlo antes porque me dio una terrible infeccion en los ojos por culpa de un maquillaje feo :( y literal no veia nada, pero por fin ya puedo ver bien otra vez, el proximo capitulo estara aqui el lunes por la noche. Gracias por el apoyo a la novela <3 y entrare un poco en la relacion complicada entre Noah e Ilia, la hermana de Keith.
Mientras los reyes bailaban alegremente en el centro de la pista sin ser capaces de apartar la mirada el uno del otro, a sus espaldas había un elfo que los miraba con todo el rencor del mundo, de pie junto a uno de los pilares tramaba en su mente como podría acercarse a la reina, quería contarle tantas cosas y cada una de ellas dejaba en mal a su esposo, así como a la familia de la dama, debía recuperar lo que consideraba suyo.— Si tus ojos fueran navajas, podrías matar a todos aquí — comento Noah acercándose al elfo.— Sin duda lo haría — respondió Kilyan—, ella debería estar bailando conmigo, no con él.— No siempre se tiene lo que se desea, no dejes que ese dolor se apodere de ti — miro de reojo al contrario, se sentía intranquilo por su dura expresión.— ¿Qué sabes tú sobre eso, primo? — Kilyan llevo los ojos a su primo— Mas de lo que te imaginas, no porque tú hayas vivido ya mas años que yo quiere decir que lo sabes todo— de forma discreta Noah llevo sus ojos a I
Elarimil recorrió el bosque por toda la noche, no se encontró con Kilyan como lo había prometido, mas bien le mando un mensaje dentro de un cuervo donde le dijo que se encontraran en la cascada de los lamentos, llego primero, antes del amanecer, bajo del caballo acercándose a la orilla del rio, quería ver nuevamente a las criaturas que había divisado tiempo atrás con su esposo. — Volviste — un hada apareció justo detrás de ella. La mujer volteo asustada por no haber notado la presencia de la criatura, era la misma rubia de aquella vez, pero lo que mas le impresionaba era que estuviera de ese lado del rio, las hadas nunca dejaban sus territorios o eso era lo que se decía. — Yo…— Elarimil no sabía bien que decir. — Con nosotras estarás a salvo — el hada ofreció su mano—, los hombres que te rodean no son de fiar, uno es mas peligroso que el otro, hay un monstruo detrás de las esmeraldas. — ¿De que hablas? — no entendía sus últimas palabras. — Ven. La hada sujetó de p
La noche atrapo a Keith de nuevo en el trono, no había velas prendidas, estaba completamente solo en medio de la oscuridad, en sus manos reposaba el broche de su esposa, recorría con cuidado cada detalle del mismo, un pesado suspiro salió de sus labios, él sabía dónde estaba su esposa, no tenía que pensar demasiado, recordaba las palabras del hada meses atrás. — No te equivocaste, hada— dijo para sí mismo—, volveré ahí llorando, pero no me iré sin ella. Se levanto finalmente para cruza el salón en silencio, el broche estaba nuevamente sobre su pecho, justo sobre su corazón, condujo sus pasos hasta el aposento de su cuñado, toco la puerta esperando a que saliera, no quería interrumpir el sueño de su hermana, ya había tenido suficiente o eso pensaba al menos. — ¿Qué ocurre? — Quiero que vengas conmigo — pidió, el vampiro salió y lo acompaño. — Lamento que esto sea tan tarde pero es muy importante — entraron a otra habitación donde se encontraban los miembros del consejo
Isaak Phoenix siempre fue un hijo muy amado, era el mayor orgullo de su padre, era su primogénito, un excelente caballero, educado y amado por su gente, era lo que cualquier princesa desearía, en su reino las nobles se peleaban por tener una oportunidad con el príncipe heredero, pero él no miraba a nadie, desde que tenía memoria siempre pensó que su destino no se encontraba en el norte, no tenía interés tampoco por ser rey, solo quería ser libre. — Mañana nos iremos al Oeste — anuncio su madre— debes dar una buena impresión como el futuro rey — No te preocupes, madre. No salía mucho del norte, conocía los territorios de los vampiros únicamente y este viaje lo llenaba de emoción, había leído relatos sobre brujas y recordaba a algunas que llegaban con sus padres, pero no había nada más allá de ese poco conocimiento, así que estaba emocionado por conocer el lugar de donde venían. Estuvieron viajando por varios días hasta que los bosques de las brujas los envolvieron, el joven pr
El largo cabello de Isaak se movía con el aire, estaba de pie frente a las costas de sirenas, observaba el mar como si fuese la primera vez que se encontraba en el lugar, había una enorme melancolía pintada en su rostro, camino lentamente hasta unas rocas cercanas al agua donde parecía buscar algo con insistencia, cuando finalmente encontró lo que quería paseo sus dedos por aquella zona con los ojos infestados de lágrimas. — Aquí nos casamos — hablaba sabiendo que Keith podía oírlo en su interior—, ella tomo mi daga y puso esta marca— sonrió entre su llanto— “Nuestra boda, Isaak y Elena Phoenix”… ella decía que cuando tuviéramos hijos los traeríamos aquí para que conocieran donde sus padres se habían jurado amor eterno…las cosas pudieron haber sido tan diferentes si hubiéramos huido como le pedí, yo no quería regresar…no debimos regresar. — Estuvimos esperándote — una dulce voz lo saco de sus pensamientos Volteo de inmediato y observo en la orilla del mar a una mujer sentada,
Elarimil se encontraba de pie en el balcón observando el paisaje frente a sus ojos, había sentido un dolor en su pecho minutos antes y se preocupo por el bienestar de su esposo, pensaba que era una señal de que podía estar en peligro, no podía calmar su preocupación, solo fue sacada de sus pensamientos cuando Flora ingreso a la habitación. — Mi señora reina esta esperando por usted en el salón subterráneo. — Ya mismo voy. Ingreso de nuevo a la habitación y antes de salir toco su vientre, su hijo estaba provocándole algunas molestias, estaba tranquila por lo menos sabiendo que se encontraba bien, pero imaginaba que aquellas molestias se derivaban de todas sus preocupaciones. — ¿También lo extrañas? — pregunto a su vientre—, tú padre pronto vendrá por nosotros, te lo prometo, hijo mío. Bajo al salón subterráneo, donde la monarca de las hadas realizaba su antigua magia de dragón, lo primero que noto al entrar al salón fue que el espejo mágico estaba ahí, tendría que hablar c
El dragón hizo acto de presencia en el cielo sobre el reino de las brujas que incrédulas observaron a la mítica criatura descender hacia el palacio, algunos cuernos sonaron ante la amenaza porque no tenían idea alguna si el dragón venia con la intención de atacarlos o no, los reyes salieron de inmediato, pero antes de que pudieran lanzar algún hechizo de defensa, la reina los detuvo. — ¡Keith viene en su lomo! — grito en advertencia al notar al lobo. — ¡¿Qué demonios hace ahí?! — exclamo Nathan. El enorme dragón aterrizo el jardín del palacio, Keith bajo del lomo del mismo para poder ir con las brujas que admiraban la belleza del dragón, el color de sus escamas y como gruñía estirando las alas, como si le hablara de esta forma al pelinegro que se volteo a verlo alzando su mano en señal de que estaban en un lugar seguro. — Él viene conmigo — fue lo primero que dijo Keith al ver como estaban las brujas. — ¡¿De donde sacaste un maldito dragón?! — Nathan aun no salía de su
El invierno había llegado, el clima frio se hacia presente en todos los reinos, la nieve por igual hacia acto de presencia, por la mañana cuando Keith despertó se encontró con un hermoso paisaje afuera de su ventana, le gustaba mucho la nieve, era de sus temporadas favoritas, no tardo en vestirse para poder salir al jardín, vestía ropa abrigadora acompañada de una capa negra. — Los lobos se sienten felices con este clima ¿No es así? — Hydra interrumpió sus pensamientos. — Bastante, normalmente es en climas así cuando hacemos más expediciones, buscamos pieles para prendas y demás. — Debe ser una actividad muy entretenida — el dragón emitió una leve risa—, yo hace mucho no veía la nieve, casi había olvidado como era, en la cueva no cae nieve. — ¿Nunca habías salido de ahí? — Keith se acerco a su amigo que negaba con la cabeza. — No, tenia mucho miedo, hay imágenes que cuestan mucho eliminar — poso la mano sobre el hombro del lobo—. Solo investigue que mi hermana estuv