Mientras Curthwulf suplica que su esposa despierte, el veneno que había entrado en su cuerpo por medio de su boca que ya había contaminado su garganta y estómago, se expandía de tal forma que su cuerpo sufría el dolor de ser contaminado por tercera vez.

Sin embargo, a diferencia de las veces anteriores, el cuerpo estaba tan deteriorado, que no podían transformarse completamente sin arreglar las heridas que los bebés habían causado internamente. 

Por ello, el silencio se extendió tanto que nadie notaba como dentro de su cuerpo, el veneno avanzaba a paso lento, pero, seguro. Ni siquiera Curthwulf que debía sentirlo, podía hacerlo. Después de todo, aunque era el alfa de su manada, no tenía la conexión que le hacía sentir todo justamente como ella lo sentía.

— Papá, ¿Por qué todo quedó otra vez en silencio? — pregunta