El gran día había llegado, y David se encontraba más nervioso de lo que hubiera imaginado. A pesar de ser un hombre acostumbrado a controlar situaciones difíciles y a lidiar con tensiones empresariales y familiares, esta ocasión era diferente. Amira, su Luna, regresaba después de un mes y una semana de separación, y aunque había logrado mantenerse ocupado con el trabajo, la espera había sido casi insoportable para él y Zeus.David estaba en el hangar privado, esperando con un ramo de rosas rojas en una mano y algunos globos en la otra, algo fuera de lo común para él. Se reía por lo bajo, sintiendo que era un adolescente nervioso esperando a su cita por primera vez. Pero esta no era cualquier cita: era Amira, su bandida, la mujer que lo había puesto de cabeza durante las últimas semanas.—Dios, no sé cómo sobreviví todo este tiempo sin ella —murmuró mientras su sonrisa se hacía más amplia.Cuando finalmente el avión privado aterrizó y la puerta se abrió, David sintió su corazón acelera
Amira caminó lentamente, asombrada por la atención al detalle. Todo el espacio irradiaba serenidad y lujo sin pretensiones, pero lo que más la impresionaba era cómo ese lugar parecía estar hecho para ella, reflejando su estilo y personalidad.—Esto es... increíble —murmuró Amira, girándose hacia David, que la observaba desde la puerta del ascensor con una sonrisa de satisfacción.—Vanessa hizo un trabajo excelente, ¿no? —respondió David mientras se acercaba, deslizando sus manos por su cintura—. Quería que este lugar se sintiera como un hogar, nuestro hogar.Amira lo miró, conmovida por sus palabras. El lugar era perfecto, pero lo que realmente la hacía sentir en casa era estar con él.—Es hermoso, David. Es perfecto.David se inclinó para besarla suavemente en la frente.—Todo lo que necesito para que sea perfecto es a ti. —Su voz era baja, íntima, mientras la tomaba de la mano y la guiaba por la sala, mostrándole cada detalle que habían planeado con Vanessa.Sobre una mesita lateral
David ya no podía contenerse más. La necesidad que sentía por Amira se había vuelto imperiosa, un fuego que lo consumía desde dentro. Sin previo aviso, la giró bruscamente hacia él, rodeando su cintura con firmeza, atrayéndola hasta que no quedó ni un centímetro de espacio entre sus cuerpos. Sus ojos, intensos y dorados, la miraron con una mezcla de deseo y urgencia, y sin decir una palabra más, la besó. No fue un beso suave ni romántico, fue posesivo, hambriento, lleno de la pasión acumulada por el tiempo que habían pasado separados, transmitiendo toda su añoranza, su necesidad de tenerla cerca. Sus labios reclamaron los de ella, y Amira correspondió con la misma intensidad, como si hubiera estado perdida en el desierto, y él fuera su único oasis.Las manos de Amira se aferraron a su cuello, atrayéndolo aún más cerca, entre
David la miró a los ojos mientras la sostenía entre sus brazos, y en ese silencio cargado de significado, ambos comprendieron que ya no había vuelta atrás. Eran un todo, uno parte del otro, más allá de la carne, más allá del destino. Y aunque no había una marca visible que lo atestiguara, sabían que su vínculo era eterno.La noche fue mágica llena de momentos intensos y románticos. David, atento a su Luna, disfrutando de ella y haciéndola sentir plena y a la vez suya, muy suya, no pasó por alto que cada vez que Amira alcanzaba el éxtasis, sus ojos se encendían con un brillo dorado, como si algo más profundo despertara dentro de ella. Algo que lo intrigó, pero a la vez le fascinó. Zeus, su lobo, lo sentía también, inquieto pero emocionado, como si finalmente hubieran encontrado algo que siempre había estado destinado p
Buenos días mi amor, dormiste bien? Ven levántate vamos a desayunar, anoche no comimos, "comida" - señaló Amira haciendo comillas imaginarias con sus dedos con una sonrisa bella, -y ahora muero de hambre, por “comida de verdad”, - volvió aclarar muerta de la risa, ante la mirada picara de un David que justo se despertaba con la más hermosas de sus sonrisas.—Buenos días, preciosa —respondió con voz ronca y suave, estirándose mientras la miraba con esos ojos dorados llenos de cariño.Al escucharla mencionar lo de la "comida", David soltó una pequeña carcajada. Se incorporó lentamente, apoyándose en el respaldo de la cama, mientras observaba a Amira, quien seguía riéndose con esa alegría que lo volvía loco.—Bueno, lo admito —dijo, mirándola con picardía—. Anoche nos ocupamos de otras cosas... importantes. Pero creo que ahora sí podemos enfocarnos en algo más... sustancial —respondió, enfatizando la última palabra mientras sus ojos la recorrían con deseo, aunque claramente con una inten
—Significa que hay una dama llamada Zaira McKency, que está decidida a ser la elegida. Ella cree que es su derecho, y eso podría complicar las cosas. —David apretó su mano, sintiendo la tensión—. No quiero que te sientas insegura, pero tenía que protegerte. Cuando llegué, no podía decir que tú eras mi compañera, eso te expondría a un gran peligro. Porque, así como eres mi fuerza, cuando estamos juntos, te conviertes en mi mayor debilidad cuando no estas.Amira se acercó a él y lo miró a los ojos, buscando su sinceridad.—David, háblame claro, ¿Qué pasó con la tal Zaira McKency, por qué ella cree que tiene derecho? Una mujer no cree tener derechos si su hombre no se los da, o se los insinúa. —preguntó, con voz firme y con un rastro de celos y posesividad— Y dime, ¿qué hay de nosotros?Él sonrió levemente, sentir los celos de Amira, lo hacían sentir seguro, él ya no era el único en esa situación. Se acercó mas a ella y mirándole a los ojos le dijo—Quiero que estés conmigo en esa reunió
La sala de reuniones del Consejo estaba diseñada con elegancia y poder, con grandes ventanales que ofrecían vistas panorámicas de Seattle. Al entrar, la atmósfera cambió, y todos los ojos se posaron en David y Amira, que se movían con confianza, entrelazados de la mano.David, con su traje azul marino impecable, proyectaba una imagen de autoridad y determinación. A su lado, Amira brillaba con su traje sastre blanco, que resaltaba su figura y su aura de profesionalismo. Su blusa de seda azul marino complementaba perfectamente su look, y juntos parecían un dúo formidable.—Es hora de hacer sentir a todos eso viejos, qué Luna dorada no es un chiste y que nuestra Luna está aquí—murmuró Román, mientras Vanessa asentía, lista para respaldar a la pareja.Los cuatro se situaron en la mesa, ocupando sus lugares estratégicamente. David, a la cabeza, se sintió fortalecido por la presencia de su equipo a su alrededor. Sabía que enfrentar al Consejo no sería fácil, pero tener a Amira a su lado le
El ambiente en la sala cambió drásticamente con las palabras de Amira, su voz, aunque suave, resonó con una autoridad innegable que dejó a todos en silencio. David sintió cómo su corazón se llenaba de orgullo al verla enfrentarse los ancianos con una dignidad que pocos podrían igualar.El anciano Marcos, un hombre de cabello canoso y rasgos cansados, no pudo evitar sentirse abrumado por la energía de Amira. La mención de la palabra "Alfa" había impactado no sólo a él, sino a todos los presentes. Había algo en su presencia que hacía eco de poder y respeto, y él lo sintió de inmediato.—Mis disculpas, Srta. Gutiérrez, —respondió Marcos, con una voz más baja—. No era mi intención faltarle al respeto.David no pudo evitar sonreír al ver cómo el anciano se retractaba ante su compañera. Era un giro inesperado que le daba más peso a la posición de Amira en la reunión, pero lo hacía pensar si lo del brillo dorado en los ojos de ella tenía algo que ver.—Agradezco su comprensión, anciano, —dij