Capítulo 2
Thea corrió hacia la escuela, consciente de que no podía arriesgarse a encontrarse con los trillizos en la casa de la manada. Por lo tanto, decidió entrar al vestuario de las chicas para ducharse antes de que llegaran.

'¿Qué me pasó? Nunca me había excitado durante el entrenamiento; siempre he sido profesional', se preguntó a sí misma.

Desde que los trillizos llegaron a la pubertad, se estaban poniendo más musculosos, de hecho, ahora podían dominarla, algo que en secreto, le gustaba. Deseaba que sus futuros Alfas se volvieran más poderosos y al mismo tiempo, que la dominaran, esa era la verdadera razón por la que a veces les permitía que la sujetaran, sin embargo, no debían enterarse de eso, ni nadie en general.

Se suponía que ella sería la próxima Beta, su Beta. No podía complicar esa relación dejándose llevar por ellos. Una Beta no podía enamorarse de sus Alfas, nunca obtendría el puesto si actuaba como una perra enamorada o si olía a excitación cada vez que estaban cerca. Además, una vez que los trillizos encontraran a sus compañeras, las Lunas querrían sustituirla. Por eso la mayoría de los Betas eran hombres, sumado a que los hombres casi siempre solían ser más fuertes.

Sin embargo, ella tenía sangre Alfa. Aunque su padre era el Beta de la Manada Nuevo Amanecer, la más grande de la costa oeste, provenía de una familia de Alfas, pero siendo el cuarto hijo y dado que su propia manada no lo necesitaba, decidió trasladarse para ser útil como Beta. Además, la madre de Thea también era hija de un Alfa.

Thea destacaba por ser fuerte, alta y robusta, aunado a que entrenaba más duro que nadie. Desde el primer día, el Alfa Ulric, padre de los trillizos, la incluyó en el entrenamiento de sus hijos, con la expectativa de que, al igual que sus hijos heredarían el liderazgo de su padre, Thea asumiría eventualmente el papel de su propio padre.

Ahora todo eso estaba en peligro, acababa de demostrar por qué una mujer no debía ser Beta. Pensaba que podría controlar su atracción, pero algo se apoderaba de su cuerpo cuando todos la mordían. Al morderle el cuello, ese gemido fue tan involuntario como vergonzoso. Un segundo estaba luchando contra ellos, al siguiente, débil y rendida al deseo.

De hecho, estuvo a punto de inclinar sus caderas, lista para frotarse contra Kai, cuando todos se quedaron inmóviles. Seguramente estaban horrorizados por su gemido, entonces olfatearon el aire y percibieron lo excitada que estaba. ¿Cómo podría volver a mirarlos a los ojos? No debió detenerse; no tendría que haber corrido hacia la escuela, tenía que huir del pueblo, del estado, del país... ¿a quién quería engañar? Del planeta.

Salió de la ducha y se cambió a la ropa de repuesto que tenía allí, sabiendo que su vida en ese lugar había llegado a su fin. No podía ir a clases, ya que las compartía casi todas con los trillizos. Ahora, su única opción era irse y comenzar una nueva vida en otro lugar. Quizás su tío, cuya manada vivía en la costa este, la aceptaría. En ese momento, decidió que, una vez que estuviera instalada, llamaría a sus padres para disculparse por haber avergonzado a la familia.

Sin embargo, al salir del vestuario, se encontró de frente con los trillizos. Alaric llevaba la mochila de Thea en su hombro y un durazno en la mano. Sin pensarlo dos veces, ella giró bruscamente y corrió en dirección opuesta.

"¡Oye!" Fritó Kai.

"Thea, ¡detente!" Dijo Conri.

Alaric la alcanzó, la agarró del brazo y la giró para mirarlo. "Thea, ¿qué estás haciendo?"

"Escapando". Respondió ella.

Conri y Kai se unieron a ellos, formando un círculo a su alrededor.

"¿Por qué?" Preguntó Conri.

"¿Por qué crees? Estoy humillada".

"No tienes por qué sentirte así, todo está bien". La consoló Kai.

"No, no está bien, y eso no volverá a pasar". Dijo firmemente Thea.

Las manos de Kai recorrieron sus costados mientras se acercaba más a ella, presionándola contra Conri y Alaric, quienes la agarró por los brazos. Kai se inclinó para rozar los labios desde su clavícula hasta su oído. Ella reprimió cualquier sonido que intentase escapar de su garganta.

"¿Estás diciendo que, si te besamos el cuello, no te excitaría?"

Sus narices se acercaron al cuello de Thea, inhalando su fragancia, ella apretó las piernas, tratando de controlar el calor que crecía en su interior. La mano de Kai se deslizó hacia abajo, metiéndose debajo de su camiseta, donde sus dedos rozaron el borde de sus pantalones.

"Si meto la mano y te toco, ¿no estarías mojada para nosotros?"

Hizo todo lo posible por no suplicarle que lo hiciera, deduciendo que eso era algún tipo de prueba para el puesto de Beta, en la que estaba fallando miserablemente. Ese pensamiento la hizo volver en sí rápidamente y, en lugar de sentir ira hacia Kai, la acumuló contra sí misma al reconocer que no era material de Beta. Con determinación, se endureció, rompió los agarres de Conri y Alaric, luego empujó a Kai con firmeza.

"Jamás lo sabrás, Kaiser Valko". Dijo con firmeza, usando su nombre completo como cada vez que estaba enojada. Luego corrió, esperando hasta doblar la esquina para secarse las lágrimas que había estado tratando de contener .

"Bien hecho, idiota". Le reprochó Alaric.

"Puedo olerla, ¿por qué está resistiéndose?" Cuestionó Conri.

Alaric la alcanzó justo cuando llegada a su casillero y le tendió su mochila.

"Pensé que la necesitarías, ya que no volviste a la casa de la manada. Puse ropa limpia dentro".

"Gracias". Respondió ella al tomar la mochila.

Entonces, Alaric le ofreció un durazno y dijo: "También supuse que no desayunaste".

Ella quería abrazarlo, pero en lugar de eso, tomó el durazno y repitió: "Gracias".

Alaric siempre estaba ahí para cuidarla y levantarle el ánimo, pero sabía que ni siquiera él podría solucionar lo que le ocurría.

"Siento lo de Kai. ¿Estás bien?"

"No puedo quedarme aquí después de lo que pasó". Dijo ella.

"¿Qué quieres decir? ¿A dónde irías?" Preguntó Alaric.

"A la manada de mi tío, o a cualquier otro lugar".

"Thea, no irás a ningún lado. Si no, te rastrearemos y te traeremos de vuelta. No te vayas". Insistió él.

"No lo entiendes".

"No dejes que su inmadurez te asuste".

"No es eso. Solo me estaba poniendo a prueba y fallé, yo soy el problema". Admitió la chica.

"¿Qué?" Preguntó Alaric, justo cuando Kai y Conri aparecieron doblando la esquina, acercándose despacio.

"¿Cómo puedo entrenar con ustedes ahora? No puedo". Replicó mientras tomaba sus cosas y cerraba el casillero con un golpe.

"Thea, lo que dices no tiene sentido".

"Piénsalo. Si no puedo entrenar, no tengo futuro en la manada". Dijo con voz quebrada, limpiándose las lágrimas antes de alejarse.

Kai y Conri se acercaron a Alaric, observando a Thea mientras se alejaba.

"Creo que metimos la pata". Reconoció Alaric.
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