La Boda Real

A horas del tan esperado evento Nicholas se sentía estresado, por lo que se desahogaba con una de las tantas mujeres que se ofrecía para saciar sus ganas. 

Deseaba proteger con todo su ser a su luna, pero su Ivar tenía razón, con él dentro del reino su manada tendría más oportunidades, en el pacto se establecía que la manada tendría los mismos privilegios que los habitantes de Brasov, pero todo quedó en el papel, la manada y sus familias han estado hacinados a una parte de territorio de la nación la realeza los ha tratado solo como los defensores del reino pero nada más, atrás muy atrás quedaron los derechos que podía tener su gente, un Brasoviano tenía más derecho que un miembro de la manada y eso acabaría con la llegada de Nicholas al reino. 

Sabía que manipulando a Lena podía hacer que él y su manada pertenecieran al reino como iguales, era el momento de una visita a su compañera.

Se alistaba para salir cuando fue interrumpido por la mujer que seguía desnuda en su cama.

— ¿Seguiremos con esto luego de tu boda? De ser así deberás darme un lugar en ese hermoso palacio

— ¿Deberé Nilsa? Tú no eres más que mi puta, te quedaras en la reserva y punto, recuerda con quien estás hablando –Le gruñó a la omega, miembro de su manada. 

— Sí, señor –Bajó la cabeza, señal de sumisión, sintiendo la orden de su alfa.

— Debo irme, cuando regrese te quiero fuera de aquí –Nicholas sentenció antes de salir con un tono severo.

Lena.- 

La princesa se encontraba con los preparativos de su boda aunque no con el mismo entusiasmo de siempre, habían pasado semanas desde la última visita de Nicholas.

Los rumores sobre la vida libertina y las amantes de su prometido la tenían deprimida y de mal humor, por primera vez en toda su vida dudaba de su compromiso, sabía que Nicholas no quería casarse, pero por lo menos esperaba que la respetara aunque fuera un poco.

— Majestad, su prometido acaba de llegar, se encuentra en la sala de armería –Lena asintió con seriedad y caminó rápidamente hasta la sala, cuando llegó observó al imponente hombre parado frente a su arco, no podía negar que era un hombre muy hermoso, sacudió sus pensamientos y lo enfrentaría de una vez por todas.

— ¡Vaya! ¿A que debo la agradable sorpresa de tu visita querido prometido? –Nicholas se giró al escuchar su voz, le sonrió, pero ella no le devolvió el gesto. 

— Lamento no haber venido antes, he estado ocupado –Ella sonrió irónicamente. 

— ¡Sí me imagino! En todo el reino se comenta sobre tus… ¿Ocupaciones? No, no mejor dicho tus… amantes –Vio en su mirada que lo había tomado por sorpresa, Lena aprovechó para arremeter contra él. –

Quiero dejar algo muy claro, sé que no tengo tu misma experiencia en relaciones amorosas, pero lo que si tengo de sobra es dignidad, mientras estés soltero puedes acostarte con quien desees, pero cuando te pares frente al cura, serás un esposo fiel y me respetaras no solo como tu esposa, como la futura ¡REINA! De Brasov, yo no seré el hazme reír del reino, yo no seré tu títere, recuerda que la traición se paga con la muerte, que pases buenas tardes futuro esposo.

Se dio media sin darle la más mínima oportunidad para que él se defendiera, ya había dejado las cosas muy claras aunque no se volvería una mujer toxica exigiría el mismo respeto y fidelidad que ella está dispuesta a entregar. 

Lena corrió y se encerró en su habitación, dejo escapar el aire que había estado conteniendo por la rabia que cargaba, cuando podía soltaba su mal carácter, ella solía ser educada, linda, amable, pero si algo le enseñó su madre es a siempre darse a respetar, a tener dignidad y a valorarse como mujer, por lo tanto no iba a permitir que Nicholas la pisoteara a su antojo restregándole sus amantes, era obvio que estaba dispuesta a cumplir su amenaza si llegaba a traicionarla después de la boda. 

Nicholas.- 

Ya las mujeres no lo satisfacían como antes, solo la deseaba a ella, anhelaba la noche de bodas para hacerla suya, aún estaba sorprendido por como lo enfrentó aquella tarde nunca nadie se había atrevido a desafiarlo de ese modo, en el fondo se sintió más que ofendido orgulloso de su pequeña pelirroja peleona.

Esa pequeña y delicada joven se adueñó de todos sus pensamientos. En su última noche como soltero decidió hacer lo que venía haciendo hace varias noches.

Verla dormir lo extasiaba, envidiaba las sábanas que cubrían su piel suave y ese exquisito cuerpo que cada noche lo excitaba, se acostó a su lado y con delicadeza retiro la sabana que cubría el cuerpo de su prometida, mordió su labio al ver que Lena llevaba una bata corta de seda que se ajustaba perfectamente a su figura, sus pechos se hacían notar viéndose resistibles para él, se acercó más a ella observó sus carnosos labios rosados, acerco su boca a ellos y solo con un roce su erección se hizo presente, inhaló profundamente para contenerse y no tomarla allí mismo, acarició uno de sus senos por encima de la bata lo que ocasiono que Lena soltara un gemido, Nicholas sonrió satisfecho.

— En unas horas serás solo mía Lena.

(…) 

Lena.-

Había recibido el baño de la novia una costumbre que se realizaba en la realeza cuando alguna se casa, un baño con sales pétalos de rosas blancas y leche de almendras, se vio en el espejo y observo un pequeño moretón en uno de sus senos, lo toco pero no le dolió, lo miró confundida pensando en su sueño la noche anterior, las sensaciones con las que su cuerpo había despertado.

— ¿Lena estas bien? –Elin al otro lado de la puerta la saca de sus pensamientos.

— Sí, estoy bien por favor pásame la ropa interior 

— ¡Ay por favor! Ya te he visto desnuda que tanto he dejado de ver

— Elin… –Insistió Lena, ciertamente Elin y Lena se conocían desde niñas no había una sola parte de su cuerpo que ellas no conocieran, pero no quería que viera el moretón que sobresalía de su pecho con lo mal pensada que era Elin.

— Está bien, ten –La joven novia abrió levemente la puerta y recibió la lencería blanca de encaje, se la colocó y cubrió su cuerpo con la bata.

— Estoy un poco nerviosa –Habló parada frente al espejo.

— ¿Tienes dudas? 

— No lo sé, son esos chismes que siempre escucho sobre Nicholas –Se giró abriendo la puerta la mirada de su amiga decidida a darle consuelo. 

— A lo mejor son comentarios envidiosos, tu prometido es muy apuesto seguro una ardida es la que debe estar sangrando por la herida.

— Sé que intentas hacerme sentir mejor, pero ya le deje en claro cómo serán las cosas una vez que nos casemos. 

— Mírate en el espejo eres hermosa, con un cuerpazo, inteligente si no se enamora de ti es un idiota.

— Muchas gracias por tus palabras amiga –Ambas se dieron un gran abrazo.

— Bueno ahora iré a llamar a tu mamá, para que te ayude a colocar el vestido.

Lena asintió, las palabras de Elin la hicieron sentir muy bien y segura de sí misma. 

(…) 

El momento había llegado Lena y Nicholas ya se encontraban en la iglesia para contraer nupcias. 

Lena esperaba junto a su padre, Elin caminaba delante como parte del cortejo de la novia, de lejos pudo observar como un chico se la comía con la mirada, el hombre estaba detrás de Nicholas también era apuesto no tanto como Nicholas, pero tenía lo suyo, era la primera vez que lo veía. 

— Hay mucha gente que no conocemos padre –Comentó la joven novia algo confundida.

— Son invitados de tu prometido –Expresó el rey frunciendo el ceño, cuando Lena iba a responder las campanas de la iglesia y la marcha nupcial empezó dando aviso a que la novia debía ingresar, con cada paso las piernas aumentaban su peso, su corazón latía rápidamente, se preguntó en su interior si realmente esto era lo que quería, al ver a Nicholas sonriendo su duda se disipó, si estaba destinada a casarse con él y vivir su vida junto a él lo haría, el amor podría venir después.

(…) 

Ya en el banquete se realizaron los respectivos brindis felicitando a los novios por sus nupcias. 

— ¿Te dije lo hermosa que te ves? –Lena observaba sorprendida a su ahora esposo, cada vez que lo veía su corazón daba vueltas, comenzaba a cuestionarse si no estaba enamorada de él ya.

— Unas cuatro veces –Él se acercó y besó sus labios con ternura. – ¿Quién es el chico que no deja de ver a Elin? 

— Es mi be… es mi mejor amigo Goran

— Sé que no nos hemos visto mucho, pero no vino a tu compromiso.

— Recién regresó, se encontraba en Brasil 

— Uhm… no me gusta como mira a Elin, la observa como si quisiera comérsela o algo –Comentó con desconfianza. 

— Solo le gusta, nada más –Respondió sonriendo. –Es un gran ser humano, no tienes que temer. –Lena notó como en cuestión de segundos el chico se alejó de su amiga no sin antes dar una mirada en su dirección lo que le pareció extraño.

Los novios se habían despedido de todos sus invitados y se retiraron a su habitación, Lena se encontraba en el baño, echa un manojo de nervios, su madre le había explicado, aunque ella no era tonta, había explorado su cuerpo ella misma, pero en este momento era diferente con un hombre y uno del tamaño de su ahora esposo. 

— ¿Amor te encuentras bien? ¿Puedo pasar? 

— Uhm… Si, ya salgo dame un momento –Se colocó la bata y la amarro en su cintura, salió topándose con el torso firme y desnudo de Nicholas.

— ¿Estás bien? – Él le pregunto observándola fijamente.

— S… si estoy bien, no te preocupes –Se acercó a la botella de champagne y se sirvió una copa que se bebió de un solo sorbo. 

— ¡Wow! Lena… bebe despacio amor, no quieres pasar tu noche de bodas ebria por completo –Ella solo asintió aun saboreando el licor.

— ¿No necesitabas entrar al baño? –Le preguntó ella dándole la espalda. 

— Si… solo quería saber si estabas bien 

Cuando Lena escuchó la puerta del baño cerrarse se sirvió otra copa y nuevamente la bebió de un solo sorbo, sacudió la cabeza y tapo su boca con la mano para evitar toser, se quitó la bata quedando solo en ropa interior se subió a la cama los tragos la marearon un poco y solo se quedó mirando el techo intentando calmar su nerviosismo.

Casi se queda dormida cuando escuchó la puerta abrirse, rápidamente se cubrió con la manta, observó a Nicholas que sacudía con sus manos su cabello recién lavado, miró como las gotas de agua se deslizaban poco a poco por su torso desnudo hasta llegar a su cintura que estaba cubierta por una toalla la vista era un espectáculo sin embargo no dejaba de sentir miedo, él era el doble de su tamaño y el triple de su contextura, un brazo de Nicholas eran sus dos brazos si podríamos compararlo así. 

Lena estiró su brazo hacia la lámpara de la mesa de noche y la apago, con un fuerte suspiro, sintió la cama hundirse, a su lado ya se encontraba Nicholas.

— ¿Tienes miedo? –Le preguntó susurrando en su oído, su aliento caliente y con olor a menta estremeció la piel de su cuello, ella solo asintió mientras apretaba con fuerza la manta. –No voy a hacerte daño Lena. 

— No es solo por eso… este momento tarde o temprano iba a llegar, ya sabes que no tengo tanta experiencia como tú –Expresó con ironía, dejando escapar sus inseguridades, tal vez habían sido los tragos.

— Pues, debo confesarte es la primera vez para mí también –Ella lo miró confundida. –Sí de estar con alguien por quien tengo sentimientos, además del hecho que eres mi esposa.

— No debes tratarme como una cualquiera, como acostumbrar con otras –Dijo enarcando una ceja y él asintió. –Espera ¿Sentimientos? ¿Estás enamorado de mí? –Pregunto sorprendida, tanto que había olvidado que estaba en ropa interior. 

— No sé qué tanto, pero lo que siento por ti no lo he sentido por nadie más, por eso no quiero que me tengas miedo, nunca te haré daño todo lo contrario mi prioridad siempre será mantenerte protegida y a salvo. 

Aunque las palabras de Nicholas la sorprendían ver sus ojos la llenaron de una sensación tan cálida, como si una energía la llevara directamente a él sus sentimientos comenzaron simplemente a fluir.  

— Solo confía en mi Lena –Comenzó a acercarse más a su cuerpo. 

Acercándose más Nicholas se aproximó a su cuello y empezó a darle besos, la piel de Lena se erizó al contacto suavizando el agarre que tenía con su manta, las manos de Nicholas fueron agiles y toda inseguridad desapareció.

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